Solo con sentir el ruido de la madrugada entiendo que empieza un nuevo día, pero están pesado el sueño que me posee que prefiero pensar que es un día en el fin de semana. Los gritos de mi querida madre suenan al fondo de la habitación, que mejor que una alarma del despertador me dejan de pie al lado de mi pequeño resguardo lleno de calor. Se que lo tengo que deshacer para evitar la atracción que este me hace sentir. Como un zombi me dirijo a aquella cascada de agua fría que el baño me ofrece, y simplemente dejo caer el agua mientras cada una de mis extremidades van entrando como pequeños niños que se acercan con una lentitud y miedo aquel animal que apenas conocen. Pasa por mi cuerpo un frió penetrante que despierta todo mi ser. Ahora con más agilidad me propongo a terminar dicho tormento. Salgo de allí, como una pequeña criatura de tiembla de dolor y frió. Otro grito más, que me termina de espantar, y el motivo por la lentitud que me caracteriza y aquella mujer que se afana por que no tenga que tomar mis labores muy tarde. Regaño tras regaño me hacen terminar en un 2 por 3 pues la misma ansiedad no querer escuchar más me impulsa para salir de ese nicho que se quiere estallar. Esa es uno de los bellos despertares que me da mamá. FELIZ DÍA (Colombia).