Ella baja las escaleras como todos los días a la misma hora, siempre tiene la esperanza de que este nuevo día será especial o almenos diferente, se sube en el coche y encauza su rumbo al mismo lugar de siempre con los mismos rostros, con la misma gente.
Últimamente vive bastante atormentada, con esa nueva manía suya de analizar constantemente a las personas, ha llegado a tal punto que incluso en ocasiones puede llegar a meterse en su piel y experimentar sus sentimientos, todo eso le asusta, aunque la única persona que realmente la escucha le ha dicho que sin duda esa capacidad suya es porque es una persona especial.
Especial? Ella no entiende que especial sea algo bueno, en esta sociedad especial es sinónimo de diferente, de anomalía, de extraño e incluso de ilógico.
Ella cada vez sufre más, cada vez que analiza, cada vez que observa, incluso a ella misma, a veces piensa que está perdiendo la cabeza, que no quiere vivir en este mundo de locos y otras veces no duda que la única persona lucida que conoce es ella misma.
Por las tardes ya casi cuando anochece sale de su teatrillo, en el que pasa día tras día ocho largas horas, ese teatrillo en el que ella se convierte en un simple personaje más, similar a cualquier otro. Cuando sale por la puerta se quita su mascara y a solas con su soledad vuelve a ser ella misma, pero entonces vuelve a pensar demasiado, vuelve a observar demasiado y siente lastima por las personas que caminan perdidas aunque ni siquiera ellas mismas lo sepan, siente lastima hasta por si misma, cree que las personas que la rodean están equivocadas que no miran en la profundidad de sus corazones ni son capaces de entenderse con su alma, siempre acaba llegando a la misma conclusión este no es su sitio, ella no pertenece a este mundo, o no quiere pertenecer, se siente perdida.
Cada vez que se siente así, cualquier objeto punzante, le serviría para dejar de llorar y de sufrir en este mundo en que ella se considera un error, se desespera, repetidas veces a llegado a intentar autolesionarse para acabar con su dolor, con su miseria por sentirse así, por todo lo que ha de pagar por ser especial, pero es demasiado cobarde para hacerse daño, para dañar a lo único que entiende, a sí misma y cada vez acaba haciéndose mas fuerte. Después de esos momentos de desesperación y de cobardía o lucidez, siempre acaba experimentando una especie de ataque de locura transitoria, a veces ríe, a veces llora y otras veces simplemente se sienta en la penumbra de su habitación y mira al cielo, quizá esperando que caiga una respuesta o una buena solución.
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