Se detiene a abrocharse los cordones de las zapatillas. En mitad de calle y en compañía de un par de circulantes, se detiene.
Fermín: Señor, ¿necesita ayuda para abrocharse los cordones?
Gustavo: (animoso) pues claro, me vendría bien una manito.
Mientras Fermín toma el hilo derecho del cordón, Gustavo ya ensaya un pequeño círculo con el izquierdo. Ambos concentrados en poner lo mejor de sí, se encuentran inclinados hacia la zapatilla de Gustavo.
F: Disculpe, ¿cómo prefiere anudar su zapatilla?
G: (dudoso, pausa) Supongo que haciendo un circulo y con el cordón que tiene usted, pasarlo por el rededor de mi circulo para después pasar la mitad de ese cordón por el medio del circulo y estirar levemente para que quede justo la segunda oreja.
Se quedan mirando la zapatilla, cada uno con el cordón en la mano. (Pausa)
G: ah, claro, pero antes tenemos que cruzar los cordones para que el resto funcione ¿no le parece?
Fermín asiente y comienzan a realizar la maniobra. Cruzan los cordones y Gustavo le da la vuelta a su lado del cordón. Estiran cada uno por su lado.
(Sin soltar los cordones, se quedan mirando)
F: preferiría que usted hiciera el círculo y yo tomo el otro cordón y luego lo paso por alrededor del círculo.
G: ¿está usted seguro?
F: De todas maneras.
G: Pues gracias, pero siento que usted estaría haciendo todo el trabajo.
F: No se preocupe.
G: (inquieto) Señor, no se ofenda, pero es mi zapatilla y no me gustaría que fuera usted el que se llevara toda la carga; si mal que mal, es mi problema.
F: No es ningún problema, insisto.
G: Está bien, como prefiera. Gracias.
Fermín se da cuenta que Gustavo ya tiene listo su trabajo, toma el cordón que ha sostenido todo este rato (el derecho) y comienza a rodear el círculo. Lo hace lento y muy cuidadosamente. En la mitad del camino se encuentra con la mano de Gustavo (quien sostiene con mucha firmeza la parte que une los dos pedazos de cordón que forman el círculo) lo que entorpece un poco la obra, pero le pasa el cordón a su mano izquierda –por detrás de la mano de Gustavo- y lo rodea exitosamente.
G: (sorprendido) Se ve que tiene experiencia en esto de anudar cordones.
F: (humilde) Sí, algo.
Gustavo mira la zapatilla de Fermín y le llaman la atención dos cosas: que –inusualmente- tiene pegado un papel blanco con la palabra “zapatilla” en el costado del zapato derecho, y que los nudos están muy bien hechos, imposible de desabrocharse.
G: (con admiración) Muy buena maniobra, lo felicito.
F: Gracias, no fue fácil.
Jorobados y con un poco de dolor en la espalda se encontraban ambos dispuestos a seguir con la tarea. Fermín sostiene el punto perfecto que hace que no se desarme todo el trabajo realizado y Gustavo afirma la parte más alta del círculo para que no interfiera en las siguientes acciones de Fermín; éste, agotado y con un poco de sudor en la frente, elige la mitad del cordón que sobra en lo que perdió rodeando el círculo, y lo pasa cuidadosamente por el medio, entre el círculo que se formó del primer círculo en conjunto con el primer nudo que se realizó. Mientras Fermín continúa su tarea de estirar su lado del cordón, Gustavo hace lo propio.
(Concentrados y mirando la zapatilla)
G: Ya casi.
F: Sí, casi; lo más difícil ya pasó.
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