Desvelos, impotencia, ausencia y una larga, larga distancia, hacen dramática la pesada travesía de este viejo marinero.
En medio de una maraña de hermosos sueños, cada noche, es tu imagen la que llena el horizonte hacia el que me dirijo; sin avanzar, por cierto.
Es el océano de los sueños el que soporta la gastada quilla que cruje en cada oleada donde tu Figura emerge; Tu desnudo cuerpo, tus besos, tus caricias, toda tú cobras vida en este mágico navegar, en este navegar tu piel.
Pero el viejo barco no avanza, aún cuando divisa perfectamente la bandera blanca que le llama.
Aquella bandera blanca reza con letras doradas: “Amado, yo demando de ti, todo o nada.” Las bodegas de mi nave sólo las llena mi alma; lejos está de serlo todo.
¿Alguna vez te dije que te amo? No, ciertamente, sólo te declaré estar de ti enamorado. Sin embargo, cada noche, desde el puente de mi barco lanzo al aire ese “te amo”. Lo devuelve el viento contra mi pecho y pesadamente retrocedo. Avanzo un nudo y vuelvo dos; el tiempo apremia, mi nave se desgasta, la vida se acaba y asemejo más cada día... un barco fantasma.
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