Tema: "La jaula" palabras obligadas : "horas, fin, libertad."
LA JAULA DE ORO
Llegó temprano al despacho, descorrió ansioso las cortinas y se situó frente al cristal de la ventana. Había cerrado la puerta tras de sí y no esperaba a su secretaria antes de las 9, aun tenía 20 minutos. Comprobó a través de la imagen reflejada que su madurez no estaba tan mal.
Era San Valentín. Se había puesto corbata nueva y el traje de las ceremonias como si fuese a casarse.
¡Al fin!... Ella apareció solemne tras la ventana del edificio de enfrente como una diosa entre nubes. Vestía con sencilla elegancia: blusa blanca de cuello amplio y falda con vuelo, al estilo de los 60. La media melena suelta y los ojos brillantes. Tenía el aspecto de una adolescente enamorada.
Emocionados, clavaron sus miradas con la fuerza del acero que soportaba los cristales de los edificios. Él extendió su brazo y le mostró un precioso ramo de rosas rojas; ella hizo lo mismo con un libro con un corazón rojo dibujado en la portada.
Las 9. La puerta se abrió y Rosa apareció con el bloc y el lápiz en las manos. No pareció percatarse de las rosas:
- Buenos días, Don Alberto, en 10 minutos viene Trust para el asunto de la Metropolitan. A las 11, tiene Comité de Recursos y a la 1 almuerza con el presidente. ¿Quiere las llamadas que quedaron pendientes ayer?...
La voz de la secretaria le sonaba en segundo plano, tardó en apartar la mirada de la ventana. Finalmente se volvió y se sentó, ausente, en su sillón.
-…No, espere por favor.
Rosa salió.
Se echó hacia atrás cerrando los ojos. Hacía casi un año que no contaba las horas que faltaban para el fin de la jornada. Había encontrado la libertad en la planta cuarenta del edificio de acero y cristal de la Smith&Hogan, enamorado y correspondido por una mujer tras esa ventana doce metros enfrente, lejos de su mundo real, de su esposa y sus hijos, su lujoso auto y su casa de campo, de su jaula de oro. No se habían hablado nunca, ni siquiera por teléfono, tan sólo se miraban cada día y se amaban.
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