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NARRACIONES EXTRAORDINARIAS
INVENCIBLES

Autor

Roberto Carlos Canto García

ÍNDICE


Quilitl Atl……………………………………………..3

La Pintura y El Librero………………………………9

El Faraón…………………………………………….16

El Niño…………..…………………………………...27

Mendigo……………………………………………..39

El Escritor Más Grande Del Mundo……………….40

Líder………………………………………..……..…41

Carta a Antígona……………………….………..…42


Quilitl Atl
Yo nunca ví la cuna del gato, ni leí los molinos del viento, ni el molino rojo, pero en Quilá pasando el río san Lorenzo las almas se atormentaban en su sútil dolor. Las hojas se secaban y las aves en su canto se ahogaban, el génesis con placer se acercaba, y a mis espaldas su aroma me arrullaba, ya no sentía el dolor, ya no sentía el hambre, solo gritaba en mis ecos y al viento le susurraba, tráeme a Vicky es la única alma que yo amaba.
Únicamente escuchaba la melodía del vacío eterno, donde la felicidad se anidaba en el hueco de la muerte y la lluvia arrastraba la suciedad impregnada en la piel de mi cuerpo inerte; bueno un cuerpo que ya no me pertenece ahora, ya no es mío, ¡Que ironía! ¡El mundo completo era mío! Y ahora solo mis lamentos me acompañan por esta vereda, desolada y agria, un desierto árido y melancólico; pero nada me duele, nada me hiere y sin embargo llega a mi una oleada de sufrimiento, un sufrimiento que proviene de lo mas profundo de mi esencia, desde las entrañas de mi alma; como extraño ese olor que yo respiraba cuando despertaba en medio de la nada, en aquel cuarto oscuro y a mi lado tu rostro extraño pero que amaba con enorme pasión y podía pasar mi vida entera contemplando aquella luz que brotaba de tu rostro, esa luz me brindaba una felicidad eterna y aquellos niños que jugaban inocentes y radiantes, en armonía con la tierra y la naturaleza los acogía con gran alegría, eran para mi la vida completa, ese aroma que se clavaba en mis sentidos era el llamado de un hogar verdadero, sin embargo todo tiene un final, no podemos evitar las causas naturales de nuestra existencia y mucho menos los efectos de ella.
hoy despierto después de mucho caminar por aquellas calles solitarias donde los pasos resonaban sin cansancio, su sonido se esparcía por todo el lugar, asustando a las arañas que tejían siniestramente su nido y desgastando mis sentidos, nadie caminaba y sin embargo las pisadas se escuchaban; como puede ser posible que salieran de la nada y de repente las personas se abultaban formando una multitud, sus voces herían mis oídos hasta hacerlos sangrar, en el aire los pájaros revoloteaban disfrutando de la hermosa mañana y yo en medio de todo, aturdido por el ruido, me levanté de mi condena y trataba de alejarme de esta gran mercado, donde todos parecían reunirse a esta misma hora con el único objetivo de atormentar mis sufridos pensamientos, el viento encadenaba al recipiente de mi alma torturada, mientras el fuego consumía lentamente una materia desgastada; el bullicio eufórico gritaba excitado con enorme fuerza, cuando mi existencia, de este mundo ya se alejaba, tal parece que en ocasiones singulares el tiempo se detenía y en esos precisos momentos; el me abrazaba en su manto eterno, mientras mi piel se desgarraba y vertiginosamente un caballo oscuro arrastraba las penas del infierno atrayéndolas hacia este hijo miserable que soñaba con otras vidas y que los Ángeles eran cosa del pasado.
Pero hoy en este momento mis dudas disipadas desvanecían para siempre mis verdades, cuando el jinete se desmontaba del caballo, apenas si lo pude reconocer, con su semblante pálido y descarnado, un aire frío y extraño recorría cada centímetro de mi columna vertebral colapsando cada estimulo de mis alucinadas neuronas; sin duda alguna era el caballero de la muerte, que venía por esta pobre alma envenenada por la lujuria y la avaricia, mi fé desgastada y abatida se hundía en el fondo de la historia; nadie es culpable de mi desgracia, aun cuando las religiones nunca han tenido nada que ofrecerme, mas que solo mascaras de falsedad e hipocresía, yo debí de haber creado un destino paralelo a la voluntad de dios, y aun así es posible caminar en las escaleras divinas llenas de eternidad que han sido formadas en nuestra ingenua e ingeniosa mente con un solo y único destino: el paraíso.
Encuentro claro el vacío ¡Oh terrible soledad! ¡Alejado estoy de mi cualidad! ¡Las ponzoñas venenosas de la diosa miseria fueron mi especialidad! Sin embargo esto es tan atroz como la vida misma, nada me ha preparado para conquistar este sueño nauseabundo y podrido del que jamás volveré a despertar, a menos que los dioses se sacrifiquen y me devuelvan la existencia, pero tendría que pasar mil montañas, durante mil noches solo para llegar a su ciudad.
¡Oh infortunio! ¡Maldito infortunio! ¿Dónde están aquellos que me amaban? ¿Dónde están aquellos que yo he amado? Solo encuentro cenizas en este abismo ¿es que acaso en el mundo, el tiempo se ha desvanecido? ¿Dónde quedaron todos mis sentimientos? Será acaso que los dragones se los comieron y es por eso que no pudieron acompañarme; una voz resonaba en los ecos del silencio que decía -¡ay de mi, necesito algo de placer; no hay nada mas ardiente que una joven en las brazas del infierno seduciéndote a cometer todos los pecados habidos y por haber, pero ya he olvidado el sabor de lo dulce y de lo amargo, a decir verdad, lo he olvidado todo! -¿Será un espíritu encerrado en esta cárcel sin cadenas, lo que estoy escuchando? Me preguntaba a mi mismo.
De repente, cientos de tambores, empezaron a escucharse, no muy lejos de donde me encontraba, como yendo río arriba, apenas y se podía vislumbrar una tenue luz, como la de una fogata; la voz, ya no se volvió a escuchar, preferí hacer caso omiso a ese acontecimiento, y mejor me sumergí, en la espesa selva, río arriba, dirigiéndome hacia donde se escuchaban los tambores, y donde la fogata iluminaba quizás a alguna aldea o probablemente a algún grupo viajero, con el cual pudiese conversar.
Más adelante me encuentro una canoa hecha a base de madera, me subí en ella y navegué al instante, hacia el lugar, sobre este río sagrado; al llegar, nadie me vió desembarcar, en la desamparada oscuridad de la noche, aislado de mi patria y de mi suelo, aun así decidí explorar esta tierra nueva, caminé por la orilla, con la sangre dilucidada, brotando de mi nariz, y me arrastré hasta el recinto triangular, donde se adoraba a una mujer en figura de oro, y que quizás en un pasado lejano, tuvo el color de la vida y ahora el de los restos inmortales.
En el centro del recinto, estaba la fogata ardiente y a su alrededor, estaba sólo un hombre de razgos aindiados, que tocaba con sus manos un pequeño tambor de cuero, y su sonido se esparcía por cualquier rincón de la selva y del río; este magnifico templo pareciese que hubiera sido devorado por el fuego de los hombres invisibles, que profanaron sin saber su destino y hoy enterrados en el olvido; se marcharon para no volver jamás, porque su dios los exilió para toda la eternidad.
Lo acarició la neblina. Al extraño que tocaba el tambor, y que danzaba a manera de ritual, alrededor de la fogata; por toda la orilla del recinto, pero fuera de el había muchos mas extraños, tocando el tambor en armoníosa melodía. Me tendí en el suelo y sobre mí, me observaba el manto estelar.
Me percaté con gran asombro, que mi sufrimiento había sanado; los ojos cansados, no podían sostener ya, los pesados parpados y además me había propuesto soñar a la vigilia de un guardián. Podía percibir de este templo, una divinidad imposible de corromper, y en la magia de los peregrinos que venían a orar en este altar; se sentía la luz invencible ante las pisadas de aquella virgen inmaculada a la que todos llamaban virgen de candelaria, y en mi desvelado sueño, cansado de la voluntad de mis pensamientos, se ahondaron en la profundidad de mis mas lejanos sentimientos, que allanan tímidamente más de alguno de mis miedos; ocultos en la vereda del olvido, en el cofre de los misterios, en la guarida de las ilusiones.
Cantó el pájaro. Con el canto de la vida, con el canto de la muerte. Con sus labios celestiales; aquella virgen, adorada y amada; por la tierra, por el mar, por el sol y por el universo entero; suspiró eternamente, pronunciando estas palabras -¡Quilitl Atl! ¡Quilitl Atl! ¡Quilitl Atl! ¡Estaré siempre contigo! Alcancé a despertar de ese sueño arrullador para escuchar tan hermosa voz; que me transportó tan solo por algunos segundos a la tierra consagrada al amor y a la felicidad; el verdadero paraíso celestial.
Aún no acababa de terminar el susurro de su voz, cuando pareciese que por mandato divino; los tambores empezaron a sonar cada vez con mayor fuerza; al unísono y con una sola voz, se escuchó el repetir de sus palabras – ¡Quilitl Atl! ¡Quilitl Atl! Parecía que había fuego en sus voces, fuego que crepitaba, crecía y se expandía, en cada rincón del universo.
Las voces se apagaron y se marcharon; pero el fuego seguía vivo en sus enormes corazones. En el altar, solo quedamos, el guardián y yo. Un propósito superior existía, se podía sentir y casi se podía tocar, aunque no se pudiera ver; sus sueños parecían imposible de realizarse; pero ahora yo estaba firmemente convencido, de que ya nada era imposible; aún cuando soñaba a este pequeño gran hombre, integro y perfecto. Al imponerlo a la realidad, me persuadía de lo contrario y lograba hacer que mi opinión cambiara con respecto a el, de un momento a otro.
Ningún proyecto se vuelve mágico de la noche a la mañana, y en el proceso de la conversión puede agotar en gran medida al espíritu y al alma, hasta destruirla completamente. Le pregunté su nombre al guardián, y sin embargo, no acertó a responderme; se le olvidó por completo cualquier recuerdo de su vida anterior. Solo acertó a decirme que el estaba entregado por completo al Quilitl Atl. Me dijo que el Quilitl Atl, es el lugar que pisamos en este momento, y que este lugar es la tierra prometida; el espacio divino, considerado por muchos el paraíso; el recinto sagrado era el centro de la fé, el amor y la felicidad y que aquí era la fuente de todo poder.
Este recinto fue creado, con la sangre del amor, sus ladrillos son la fé y sus cimientos la felicidad. Me estremecí ante sus palabras, tan llenas de fuerza y tan llenas de paz. Me convenció de seguirlo a una llanura espesa, fría y seca. Diciéndome que aquellos que odiaban y destruían al Quilitl Atl; purgaban la condena del destierro de su espíritu, vagando por el desierto de los tormentos. Él estaba decidido a mostrármelo y yo no podía negarme a su propósito.
Caminamos por largo rato, el frío congelaba mis huesos y la espesa neblina nublaba mi vista. Jamás en mi vida imaginé que existiera tal lugar, cientos de escalofríos recorrían mi espalda y sentía un enorme nudo en la garganta. –Ay de mí, necesito algo de placer- Escuchaste eso, me dijo el guardián – Si lo escuché. Le aclaré que ya lo había escuchado anteriormente. Son almas que están recogiendo sus errores y sus pecados, cada grano de arena de este infinito desierto constituye cada uno de sus pecados y hasta que recojan toda la arena, serán liberados de su condena.
– ¿Quién eres, que buscas aquí; porqué hablas de nosotros y aspiras nuestra neblina? Con el señuelo del destino, nuestra suerte iniciaba a rodar al escuchar semejante voz, y por esto el guardián me replicó: tienes que hablar con él y le preguntas cual es el motivo de su tortura y si hay otros como él aquí. Resignado a hablar con este espíritu le dije - ¡Oh alma desconsolada y amortajada por las heridas del tiempo, que estás cumpliendo con tu larga condena, para volver de nuevo a otro nuevo universo, maravillosa y transformada, ante tu creador divino! Te daré la oportunidad de escuchar lo que tengo que decirte, si tú deseas aún seguirme. – Pues caminaré contigo solamente hasta donde me está permitido por mi verdugo- Me contestó. Y si la neblina y la humedad, nubla nuestra vista y nuestra razón; los demás sentidos serán de mucha utilidad para nuestro eterno viaje. Iniciamos la caminata y empecé rápidamente con la conversación – Yo voy de regreso a mi lugar de origen, donde la vida es presa de la muerte, he llegado hasta aquí gracias al Quilitl Alt y a la virgen candelaria, tal vez el eterno creador desea que yo viva en espíritu propio, lo amargo de la condena por un medio distinto de lo normal, quisiera saber quién fuiste en vida y dime también si hay mas almas como tú aquí, y que pecado han cometido para recibir semejante tormento, tu voz será el regocijo que necesita mi corazón para seguir adelante. – Heraclio Bernal fue mi nombre en vida, desterrado del fruto divino, por amar los defectos imperfectos del mundo, aborrecí la virtud y esclavicé al santo, y sí, hay otros como yo, entre ellos está Pilar Quintero, Lourdes Ayón, Rosalva Lizárraga, Kurt Cobain, Glen Benton, Bonifacio II, André De Montbard, José Martí, Brian Warner, Arthur Rimbaud, francisco rojo, Pío II y Juan Carrasco, que cometieron en vida, pecados más siniestros que yo.
Así me contestó, diciéndome al instante con voz de súplica –Cuando estés allá, entre los vivos y con el uso del poder de tu palabra, te pido que ruegues por mí, aún tengo la esperanza de que alguien eleve una plegaria por mí, para lograr alcanzar el descanso eterno. –Yo lo haré, no te preocupes. Le dije. Seguimos nuestro camino por lugares inimaginables, conocí tormentos espantosos y espíritus descarriados pagando su culpa, hasta llegar de vuelta al recinto sagrado y sentí gran alivio al pisar de nuevo esta tierra sagrada, cuando llegamos al centro, a un lado de la imagen, el fuego lo invadió todo. Asustado, pronto me di cuenta que estos no arrancaban ni atacaban mi carne, sino todo lo contrario, este fuego me abrazó, sin ningún calor, solo atacaba mi fuego interno con su combustión, y sentí mucha paz.
El guardián se despidió de mí, de una manera fugaz, acercándose el final, de nuestra travesía, ya no guardo imágenes de recuerdo en mi memoria, únicamente queda el eco de las palabras que escuché, pero aún en este instante siento latente su voz en mi corazón, En vida he sido Daniel castillo; en unos instantes más, el murmullo del viento y a la vez el universo entero; porque ya no caminaré entre ustedes. El ataúd me espera, con su soledad eterna.




La Pintura y El Librero

Las piedras del abismo me condujeron a las entrañas del saber, alejándome para siempre de la cercanía del candor de tu corazón, una piedra que tropieza, una y otra vez con mis pensamientos impuros, corteja paso a paso mi cansada ilusión, quebrada por las falsas fantasías, que prometieron regalarme sin ninguna duda, el infinito amor, destruía al sendero de la luz, haciéndonos portadores de la magia del dolor y en los ojos negros, se podía ver la blasfemia de nuestra oscuridad, recorriendo caminos llenos de espinas y de traición, que se clavan sin piedad en la carne y en el alma, arrastrándonos a la maldición de una mente enferma de perversión y de ambición... Pero la historia no comienza así, permítanme narrarle desde el principio.
Haciéndole frente a todos los acontecimientos de mi disoluta vida; me escapé del hoyo pernicioso de la compasión. La miseria se extiende y se multiplica. No así como la desgracia que realmente busca la forma de afectar todas las diversas formas. Aún creo a estas alturas, que el mal es una repercusión directa del bien, y que del placer surge la agonía del dolor. Mi nombre con el que fuí bautizado es Francisco Ortiz; el de mi familia, no es importante. Existen en la tierra tan pocas construcciones que sean tan antiguas, como mi lúgubre, sombrío y gris castillo ubicado en quilá, a un lado de la hacienda santa rosa.
Toda mi descendencia, siempre ha sido llamada, gente con extraordinaria visión, y con el coraje suficiente, para que nuestra voz sea escuchada, en cualquier rincón de este mundo; y en más de alguna rara o extraña situación, develamos algunos de nuestros más oscuros secretos. En el carácter de tan majestuosa construcción, con el aire gélido, que se respira en el invierno, en el patio principal; en los adornos tan excelsos, que maravillan a la vista, de propios y extraños; en todos los dormitorios, en el calor que alegra los sentimientos, se encuentra la humeante chimenea; en la pintura de incalculable valor, colgada en la simple pared y en fin, en la serie de libros abultados, en ese rústico librero, hecho en el siglo XII. El librero y la pintura contienen un secreto que solo yo sé, y que he ocultado hasta ahora.
Recuerdo todavía cuando los adquirí de un desconocido. Era un tipo, de estatura media, y en su rostro se dibujaba una cicatríz, que surcaba, desde su ceja hasta su mejilla; tenia una cara inolvidable. En sí, todo su aspecto era de clase media o burgués. Estaba de negro y en su coche un mueble sobresalía de entre su equipaje. Por su dificultad para hablar mi idioma, supe de inmediato que provenía de alguna parte de Europa. Por su corte de pelo moderno y por su forma de vestir, creí que era un jovenzuelo, pero fuí engañado, distaba mucho de ser un joven. Conversamos largo rato, me divertía mucho su dificultad para decir algunas palabras y en otras su acento exagerado; pronto supe que procedía de Florencia, Italia. Invité al hombre a pasar a mi castillo, como cortesía de parte mía; se rehusó cortésmente alegando que tenía prisa y que no podía demorarse mucho. Con tono apresurado y exhalando pesadez en sus palabras; como en este momento, lo estoy haciendo yo. –vendo pinturas; bueno de hecho, solo vendo una, de toda mi colección- me dijo.
Contestándole de buena manera le dije: -En este castillo lo que sobran son pinturas; algunas europeas como la Gioconda; incluso la obra original del mejor pintor Mexicano de todos los tiempos Huriel Acosta, otras de inagotable talento de Sir Álvaro Manjarrez; tengo también algunas del famoso Marco Antonio Bobadilla y otras más de pintores ingleses, que en cuestión de arte, no son tan buenos. Pasó como un minuto de silencio y al rato me contestó: -Pues la que yo vendo no es una pintura ordinaria, esta es una pintura extraordinaria, que tal vez le pueda interesar.
Esta obra de valor incalculable, se la compré a un poeta francés, que se llama charles Baudelaire; junto con aquel mueble, que viene arriba del carruaje; cuando vivía en champagne. Abrió la puerta de su carruaje, se metió hasta el fondo y al cabo de unos segundos, salió con una pintura, encerrada en un estuche de piel café; le quitó los seguros, abrió el estuche y sacó la pintura. Sus dimensiones, apenas si alcanzaba a medir unos ochenta centímetros de largo y de ancho acaso algunos cincuenta centímetros; lo tomé en mis manos. Era una pintura de bajo relieve, pintada al óleo. No parecía muy antigua, más bien daba la impresión de que acababa de pintarse recientemente, pero en la esquina inferior derecha del marco, estaba escrito Ángel O. Castillo, quizás el nombre del artista y a un lado XII. Eso indicaba que en esa fecha probablemente se haya pintado esta pintura. -¿Usted cree que sea del siglo XII? Pregunté intrigado. –Pues eso fué lo que me aseguró el poeta cuando yo le pregunté a él. Me respondió. Observé de nuevo la pintura. Los marcos eran de madera ordinaria, como la de cualquier pintura. En sí la pintura era totalmente desconocida para mí, nunca antes la había visto, ni mucho menos oído hablar de este artista singular, sin embargo, no tenía nada de sorprendente, como lo mencionaba el vendedor; las técnicas utilizadas en la pintura, eran la de un amateur no profesional, los trazos eran uniformes y la calidad de la imagen era muy precaria, eso sí, lo único admirable, era que tenía un toque muy real.
Una sola figura de mujer abarcaba casi toda la pintura, a un lado, en su costado izquierdo superior, se erigía una pequeña iglesia, pintada de blanco marfil, con pequeños adornos, en las cornisas pintadas de color rosa fucsia, y en su costado derecho superior, había un camino de caracol, que emergía de un pequeño cerro; el rostro de la extraña, usaba un vestido de color verde limón, que le llegaba hasta los tobillos, su pelo agarrado por un broche en forma de estrella peinado hacia atrás; vestido y peinado muy inusual y modernista; pensé yo.
–Pues no me convence, no le encuentro lo extraordinario por ningún lado. Repliqué casi de inmediato. –Sabía que diría eso, no se desespere y ponga mucha atención. Tomó la pintura en sus manos y me dijo. –Observe bien esta pintura, lo extraordinario, no está en la calidad de los trazos; vea bien a esta mujer, porque esta será la ultima vez, que la vuelva a ver de nuevo en su vida. Con su afirmación, me intrigaba aún más; no sabía a ciencia cierta, el porque de tanto misterio, ni el porque de esa amenaza afirmativa, que aseguraba con gran entusiasmo en su voz.
Observé fijamente el rostro de la mujer, una vez más, grabándome cada detalle particular de la pintura. La metió de nuevo al estuche de piel, puso los seguros, y al instante los quitó y sacó de nuevo la pintura. Totalmente desconcertado, no podía creer, lo que miraba. Ahora la pintura, era un paradisiaco paisaje, con enormes pinos y hermosas cascadas, el rostro había desaparecido, al igual que la iglesia y el cerro.
Metí la mano en el estuche, estaba vacío. Toqué la pintura, una y otra vez. En vano busqué una explicación, no la había. Convencido de que no había un truco o de que se trataba de alguna ilusión. Le dije: -Se trata de alguna ilusión óptica ¿Verdad? –La verdad, no. Me dijo. Luego se agachó, un poco hacia mi oído, y me dijo en voz baja –Cuando se lo compré a este poeta, me reveló el origen de la pintura, me dijo que un hechicero druída, la había pintado. Al principio, se pintó a él mismo. No le gustó, lo que vió y lo borró, con su magia, y la volvió a pintar de nuevo, ahora con el rostro de su bella amada. La volvió a borrar, de nuevo la volvió a pintar; dicen que al cabo de seis veces con esta misma sesión, la pintura se borraba y se pintaba sola. El druída era nocturno. Solo en las noches se inspiraba. Por eso al llegar la oscuridad la pintura cambia. Se dice también, que el druída y su amante fueron atrapados por la pintura, inmortalizándose eternamente. Su dueño, el poeta, vió en la pintura de las pinturas, una inspiración, para sus letras prohibidas. Cayendo hasta lo más bajo; las personas no podían leer sus poemas, sin estremecerse e intoxicarse con su letal maldición.
También adquirí, aquel librero de este hombre; cuando estábamos haciendo el trueque; el hombre estaba desesperado por deshacerse de esto; por eso me lo dió a un precio muy razonable. –Quiere probar de nuevo con la pintura. Replicó. -Por supuesto que sí. Le dije, aún con asombro, por todo lo que me había contado. Abrí lentamente el estuche y metí la pintura de nuevo. La cerré y la abrí de inmediato.
–No puedo creerlo, esto no es cierto. La pintura había cambiado de nuevo. El vendedor, se agachó de nuevo y me habló en secreto. –Es cierto, es real; créalo. Cada noche se develará una nueva pintura, bajo la luz de su penumbra. Tendrá un número infinito de pinturas, durante el resto de su vida. El tiempo y el espacio, están en cualquier punto de la pintura. Y en estas obras, le serán reveladas, los misterios más insospechados por la humanidad.
Tanta filosofía oscura, me estaba dando mala impresión y traté de aclararlo de inmediato. -¿Cree usted en dios? –Claro que sí, creo mucho en él. Siempre cumplo con sus mandamientos. Acaso cree usted que yo, le he robado al francés su pintura satánica. La compra y venta fue justa, el necesitaba dinero y aún mas importante, el quería deshacerse lo mas pronto posible de estos objetos. Le afirmé, que lo que había hecho era justo. Que aunque, la cantidad fuera muy poca, si el dueño estaba de acuerdo; entonces no representaba ningún problema; para cambiar de tema, le pregunté, que porque llevaba tanta prisa, que si estaba viviendo en este pueblo. Me respondió que dentro de unas cuantas horas, tenía que estar en el puerto, que ya llevaba dos años viviendo en Quilá, pero que ya era hora de regresar a su patria. Aún cuando vivía cerca de Quilá, pocas veces había ido al pueblo, es por eso, que no, nos habíamos visto anteriormente.
Mientras conversábamos, yo continuaba sacando y metiendo la pintura en el estuche. Disfrazando mi entusiasmo, con un tono de falsa indiferencia, le pregunté -¿Qué piensa hacer con ella, la piensa vender al museo nacional de arte de Culiacán? –No, ellos no valorarían este extraño y seductor espécimen; lo único que lograría es crear un caos, en la ciudad. Se lo ofrezco a usted. Me respondió; sacando cuentas, en una libretita, escribió una cantidad y me la enseñó.
Yo le respondí, sinceramente, que la cantidad era demasiado elevada, aún para mí y me quedé meditando. Después de unos instantes ya había planeado mi respuesta. –Que le parece si hacemos un trato justo para ambos- Le comenté. –Usted compró esta pintura por un precio muy bajo, casi regalado; le ofrezco veinte veces más, de lo que usted pagó y aparte la pintura de Huriel Acosta, en marco de oro, que ha sido herencia de mi familia por muchos siglos.
-¡A Huriel González Acosta!- Repitió emocionado. –Sí, el mismo. Le ofrezco todo eso por la pintura y el librero. –Está bien, de acuerdo. Me dijo. De inmediato me fuí a la sala principal, sacando una pequeña caja de metal, saqué y conté el dinero y de paso descolgué la pintura y se lo entregué. Tomó el dinero en sus manos y se lo echó al bolsillo sin contarlo siquiera. Agarrando la pintura la empezó a estudiar con sumo detalle, como todo un crítico de arte. –Perfecto. Me dijo. Yo estaba a la defensiva, llegué a pensar que regatearía más, sin embargo no lo hizo. Pero después llegaría a comprender realmente el motivo de su visita: venderme a mí la pintura y el librero.
Conversamos un rato más, sobre su cultura y sus tradiciones, hasta que se fue. Nunca más lo he vuelto a ver, tal parece que ya no volvió a regresar y menos aún recuerdo su nombre, solamente la cicatríz en su rostro. Al principio había pensado en arreglar una parte de mi biblioteca especialmente para la pintura y el librero, pero sabía que sería muy egoísta de mi parte, ocultarla en mi biblioteca, por lo que por fin resolví utilizar el mismo espacio que ocupaba la pintura anterior, cerca de la chimenea, para que todo el mundo la viera y ahí mismo acomodé también el librero.
Estuve despierto toda la noche, no podía conciliar el sueño; no podía creer todo lo que había pasado esta tarde. Pensando que tal vez era una fantasía. Me levanté antes de que saliera el sol, caminé hasta la sala principal y encendí el foco. Ahí estaba la pintura de las mil maravillas junto al librero, volviéndome a sorprender de nuevo, apagué y encendí unas cuantas veces más el foco, y cada vez que se encendía el foco, la pintura me mostraba un paisaje, un rostro o una estructura totalmente diferente. Me mostraba fiestas diferentes o familias muy antiguas. Al principio y con gran recelo mostraba la pintura. De la felicidad y el júbilo de poseer tan valioso objeto, pasé a la incertidumbre y al miedo, de que quizás más de alguno quisiera robar mi más preciado tesoro, por lo que prohibí la entrada a la sala principal a todo mundo; incluyendo visitas, familiares y hasta propios empleados de confianza; nadie podía entrar excepto yo. Mandé poner una puerta de un poderoso material en la entrada y el único que poseía llave para entrar o salir era yo.
Poco después me entró la inquietud de que quizás la pintura no tenía un número infinito de imágenes o paisajes diferentes. Analicé cada milímetro de toda la pintura, comenzando por el marco; en una búsqueda exhaustiva de algún truco o engaño. Pero no, no lo había. Dejé de visitar a mi familia, y a mis amigos los olvidé por completo. Tan obsesionado estaba con la pintura, que compré una cámara y empecé a tomar fotos a cada distinta imagen. Tomé más de cinco mil fotos. Pude darme claramente de que nunca se repitió una sola. No dormía, escasamente comía. Vivía esclavizado a la pintura, hasta en mis sueños y pesadillas, cuando me vencía el sueño, podía distinguir a la pintura, que me llamaba.
Las hojas de los árboles caían sin cesar, miles de ellas bañaban en matices de colores a la tierra húmeda, acogiendo su destino en un ir y venir de soplidos que ululaban cada atardecer y yo apenas comenzaba a salir de mi soñoliento anochecer y por vez primera pude comprender que estaba atrapado bajo el embrujo de la pintura y que me había convertido en una bestia de aspecto humano y que bajo la oscuridad de las sombras se ocultaba la criatura sedienta, que indagaba con ojos, manos y pies la luz resplandeciente del dolor y sufrimiento que me empapaba hasta el último de mis sentidos tan solo por ver de nuevo a aquella pintura maldita, aquella que robaba la carne de mis huesos y el agua de mis entrañas.
Supe hasta ese momento que el objeto que me extraía la energía, era una obra maligna, que me postraba bajo el yugo de la perversidad obscena, que atacaba mis pesadillas en la incoherente realidad.
Traté de destruirlo, una y otra vez, pero mis esfuerzos eran en vano; siempre aparecía colgado en mi pared; sentí que la solución no era esa; surgió de mí, la idea de donarlo a una institución de arte, donde ellos se hicieran cargo de ella; esta institución se encuentra en el centro de la ciudad de Quilá; ahí tienen almacenados más de trescientas mil pinturas; una más, ni notarían su presencia ni mucho menos su maldición. Aprovechando una mañana soleada, que había un evento; para ir a hacer mi donación, con pintura y librero en mano, aproveché la distracción de todos para meterme hasta el fondo, siguiendo un pasillo que hacía una curva en forma de U, hasta llegar a una galería que parecía muy abandonada por su aspecto lleno de polvo y telarañas, y con olor a humedad, y ahí entre un montón de pinturas arrumbadas, arrojé la pintura y el librero.
No quise saber más y salí apresuradamente. La calma ha vuelto a mi casa. Tumbé la puerta que me aprisionaba y la sala volvió de nuevo a la vida. Hoy en la tranquilidad, pienso que ni por error vuelvo a comprar algún objeto desconocido. Y ni muerto pienso volver a pasar por aquella institución de Quilá.























El Faraón

No hay inicio y tampoco hay un porque, todos sobrevivimos a la arena que se mueve y nos traga en su dimensión desconocida, cuando las galaxias se estuvieron convirtiendo en cultura y las religiones se morían en la selva, nada nos entretenía, los cuerpos se vaciaban de sentimientos y se llenaban de emociones, la naturaleza corrompida por la mano humana, sin los dioses para protegerla; porque se ha roto la comunicación divina entre ambos lados, porque nunca nada antes había existido y hoy generosa entre la multitud hacen brotar semillas de maldad púrpura, que caminan sin cesar entre los pueblos muertos y entre las ciudades ocultas, en su mascara putrefacta y maldita.
La copa se empieza a derramar, por lo cuál ahora es el momento de realmente comenzar a vivir, destruyendo todos los viejos hábitos, desde el fondo de nuestro interior, empezar a disfrutar de nuestro verdadero yo, sin temores y sin dudas, lo más importante y esencial se nos regala todos los días, sin costo alguno, tenemos acceso ilimitado a este regalo tan precioso y maravilloso, cada instante, cada segundo, cada momento de nuestras vidas, él nos abraza y nos dice que nos ama y que desea que vivamos felices; sí, es el aire, es el agua, es todo lo que nos rodea y que nos brinda esta satisfacción y aparentemente es algo tan sencillo e insignificante que no prestamos oídos a su esencial presencia y así, podría enumerar cientos de miles de cosas tan sencillas, que nos son otorgadas a cada momento, y aún así no estamos contentos, ni felices, por aquello que la gracia divina comparte con generosidad con nosotros.
Cuantos talentos se han perdido para siempre y cuantas virtudes se han corrompido con el paso de los tiempos, retomamos como nuevo lo antiguo y lo nuevo lo desechamos como viejo, retrocedemos y avanzamos al mismo tiempo, y así no llegamos a ninguna parte, adoramos lo que llamamos malo y reprimimos lo que consideramos bueno, porque es la mejor manera de sobresalir de los demás, tememos a lo desconocido, pero a la vez deseamos conocerlo, porque nuestra naturaleza es, querer saberlo todo, sin excepción.
Siempre queremos probar nuevas experiencias porque lo rutinario, se vuelve frío y aburrido, pero ¿Por qué? equivocar el camino cuando las opciones son infinitas y la gran mayoría de ella nos pueden conducir por espinas y adversidades, pero la recompensa es tan grandiosa y maravillosa casi comparada con tocar el paraíso con los dedos; aun así mi alma atormentada por el vacío y la soledad, me alejan cada vez más, de estos exquisitos placeres; cuando llueve y el olor a tierra mojada, me transportan a muchos momentos inexplicables, pero inolvidables para mí; miles de sentimientos se apoderan por completo de mi existencia endurecida y congelada por el paso de los años y de las experiencias, cobrando vida, de manera espontánea y el nudo en mi garganta, se hace visible, casi de inmediato.
Sin excepción alguna, aún sabiendo todo esto, creo que yo podría hacer algo al respecto, creo firmemente que podría aportar a todos aquellos desamparados y hambrientos, un techo con calor de hogar y un trozo bendito de pan, para los sedientos y desesperanzados, un poco de agua de la vida y algunas palabras que alimenten su alma y le devuelvan la fé, la paz y la tranquilidad.
La legión de mensajeros se arrodillan ante mi camino de tortura, ellos saben cuán difícil es mi travesía, el hambre y el acecho de la muerte son mi pan de cada día, se aproximan como buitres, esperando el momento preciso para atacar, sabiendo que alguna de mis flaquezas y debilidades darán la oportunidad para asestarme su inevitable golpe, pero como buen guerrero aprovecharé al máximo mis fortalezas para aplazar mi partida, ni en el arte de la guerra se encuentra escrita mi sagacidad y audacia para lidiar con mi batalla diaria, donde salgo victorioso al final del día y así será hasta que me enfrente a la pelea final, donde ambos contrincantes seremos vencedores por unanimidad, yo me dejaré llevar por el suave cauce de la inexistencia y el me conducirá por su territorio y me ofrecerá su hogar, compartiremos juntos una eterna amistad.
Llega a mi vieja memoria un recuerdo olvidado, hace tanto pero tanto tiempo, que es un milagro verdadero el recordarlo aún.
Érase una vez en un lugar muy lejano, en el centro de un desierto, existió una moderna civilización gobernada por un faraón, y a su vez, el faraón contaba con doce consejeros reales, sin duda alguna, este faraón había logrado lo que ningún otro faraón anteriormente; trajo a su pueblo tranquilidad, paz, prosperidad y confianza; todos le querían sin excepción y deseaban que ese tiempo nunca acabara, lo que no sabían ellos, era que en el cuerpo del faraón, habitaban muchas almas, nadie jamás imaginó esto, todo en el era único, casi divino; vestía como todos los faraones, caminaba siempre erguido y altivo, reía cuando los bufones reales hacían sus comedias.
El faraón siempre decía que ingratos hemos sido, somos y seremos con nuestra existencia, aún cuándo nacemos para vivir, aún cuándo vemos para aprender y lo único que hacemos es vencer para destruir. Anubis dió su vida por la gloria, pero la gloria no dió su vida por él; aún en su mas fiel admiración por Mercurio, tarde fue su desventura para ubicarse, en la cruel realidad, los sórdidos guerreros nunca triunfan en la guerra y hasta los más inmensos imperios se desbaratan con el fuego y sin embargo la lección no se ha captado por completo, siguen surgiendo amos y guerreros como Horemheb, el rey escorpión, Andyib, Sanajt Nebka, etc. Al igual que dioses como Horus, Isis, Osiris, Mitras, Krsna, Amón, Ra, etc. Y aún muchos más son los esclavos.
Pero a decir verdad, todos somos esclavos; esclavos de nuestros propios errores, de nuestras virtudes, de nuestras riquezas, de nuestras pobrezas, de nuestras ideologías, de nuestros sentimientos, de nuestros hábitos, de nuestro propio cuerpo, en fin de todo; no se puede ser libre, cuando se está lleno de un infinito número de razones para ser esclavo, solo aquel que ame la vida con pasión y esté en armonía con todo su universo, será un alma casi libre, que correrá por la vida, por el camino iluminado, por la serpenteante y blanca luna; el cielo y el infierno se enfrascará en terrible batalla, solo para conquistar un lugar especial en nuestras almas, el día bailará con la noche, en su danza inmortal, nuestros ojos no se atreverán a desvestir el final, cuando los rayos toquen la campana de oro, iniciará el sonido del ritual de los elegidos y entonces siete jinetes llevarán el mensaje oculto a todas las naciones y a todos los pueblos, doce copas celebrarán el surgimiento de un nuevo poderío, que erigirá nuevos templos de maldad brillante, y los cielos se tornarán lluviosos y grises y con el hedor de sus respiraciones y sus palabras, se impregnará la naturaleza misma hasta marchitarse, ni Yaveh con sus enseñanzas y legado, ha logrado vislumbrar siquiera una milésima parte de los acontecimientos verdaderos y reales que habrán de resurgir en el nuevo reino.
Que días aquellos, en los que yo era un jovenzuelo, lleno de luz, fé y esperanza; que creía con los ojos cerrados en los dulces y mágicos llamados del amor; que ingenuo era mi corazón, pero que bello era mi mundo de fantasía; donde la vejez o la enfermedad no existía en ningún momento, todas las personas que me rodeaban eran perfectas, bailaban siempre llenas de gozo y de felicidad, no había ni un solo ápice de maldad en ellas, generosas y bondadosas, era lo que las caracterizaba, pero brutal es la caída a la realidad, cuando inicié a comprender el verdadero sentido de lo duro e injusto que es la vida, y con la impotencia brotando de mis sensibles ojos en un caudal torrente de lágrimas que provenían de lo más profundo del océano de mi alma, entonces supe que mi alma se revelaba por completo a todo aquello que afligía y hacía daño a todo lo que me rodeaba.
Pero que puede hacer un joven inmaduro e inexperto, ante los grandes misterios de Dios, como podría yo oponerme a su sabia felicidad. Para poder coexistir todo en armonía es necesario el equilibrio universal, para que pueda existir el bien, el mal tiene que florecer, para que la vida pueda brillar y germinar, el santo velo de la muerte tiene que flotar en el ambiente y hacer su tétrica aparición de vez en cuando, y así sucesivamente encontraremos un equilibrio, no puedo imaginar en ningún momento un mundo lleno de puros santos, obviamente la vida sería mucho mejor, pero romperíamos la ley del equilibrio y tampoco puedo imaginar una vida llena de malvados sin compasión, ni piedad, hambrientos de poder y de gloria, lo cuál es todo lo opuesto a la santidad y por ende nada bueno ni positivo resultaría el vivir así, es por esto que se comparte por partes iguales singulares oponentes, aunque a decir verdad, en más de alguna ocasión el equilibrio se ha roto por completo, pero el supremo creador con su sabiduría infinita ha establecido que para problemas radicales siempre las soluciones han sido radicales.
Amaba a las mujeres y al exquisito vino, creía en sus dioses, pero aún así, en el fondo sus múltiples personalidades o almas lo atormentaban día y noche. Desde su niñez todos supieron de su gran capacidad de razonamiento y de su enorme potencial en oratoria, podía dirigir un discurso de dos horas sin parar y se sabía también de su gran avidez por aprender, todo lo que podía lo aprendía, sin ninguna distinción, todos le admiraban desde entonces; sin embargo a medida que fue creciendo y una vez que hubo aprendido todo lo que podían enseñarle.
Su insatisfacción iba en aumento, había aprendido de todo, pero nunca le enseñaron a ser feliz y a estar satisfecho de todo lo que la vida le había otorgado, cualquiera hubiera dado su alma por estar en su lugar, aunque sea por unos días, pero bueno, la condición del faraón era esta y el quería creer desde lo mas profundo de su corazón que todos los dioses se habían reunido para darle este regalo, necesitaba creerlo mas que nadie, para así suponer que en realidad no era un ser mortal, sino mas bien un semidiós, con muchas almas en su cuerpo y con una misión aquí en la tierra y que su sangre aunque se pareciera a la de cualquier ser humano, en realidad no lo era, pensaba que si su sangre era divina entonces solamente la debía mezclar con otros de su misma sangre, para así lograr que su linaje lograra perdurar por siempre y así mantener unida su estrecha línea divina a través de los tiempos venideros.
Pero si esta creencia era únicamente producto de un ego elevado o de su más desafiante imaginación entonces se encontraba en un gran problema ya que todas sus creencias e ideologías tenían su fuerte base en su personalidad mística y poderosa, la cuál no podía desvanecer de manera instantánea. Su férrea voluntad, se impuso por sobre todas las cosas, ya sin importarle la causa o la razón de su ser, si únicamente era una fantasía, vislumbrada en su etéreos sueños, amalgamados en sus desveladas preocupaciones, sin embargo lo que el representaba era fundamental para todos su súbitos, la opinión de su pueblo, hacia su persona era muy importante, pero como podría alejar y rechazar su verdadera naturaleza, su único don divino.
Cuantos bolsillos fracasados se han hundido en el lodo, desperdiciando preciosos instantes en esta vida sabia, a pesar de todo, yo he vuelto a tener otra oportunidad, el supremo creador ha apoyado mis inquietudes y con su mano guiándome en todo momento, ha depositado plenamente su confianza en mí, para llevar a cabo una de sus infinitas obras, con la finalidad de aplastar de una buena vez, a aquellas doctrinas que son tan falsas como sus lideres, arrancar desde la profundidad a todas aquellas sectas, que van contaminando a las mentes de millones de personas, que si fueran encausadas por un único camino y con la certeza de saber que es el correcto, nuestra estancia aquí sería mucho mas sencilla y mas equitativa.
La naturaleza se ajusta cuando todos podríamos alcanzar nuestros sueños y abrazar nuestras victorias, la economía repartida por bienes iguales; y con los peregrinos y el universo entero rezando en la única iglesia habida y por haber; la iglesia de dios, sin paredes, sin templos, sin figuras, sin falsos profetas, así de simple, una comunión eterna entre padre e hijo únicamente, para evitar posibles guerras sangrientas, que al final de cuentas son innecesarias y en la mayoría de las veces injustas; Sethi enfrentó muchas batallas ante los Hititas y en muchas de ellas salió victorioso, gracias a sus tácticas, estrategias, carisma y liderazgo, pero al final solo logró llegar a la región de la nada cuando su fatal derrota y muerte lo obligaron a abordar, la barca del exilio eterno, junto con sus hombres leales; un final sumamente inquietante y miserable.
Así es, el faraón había nacido con dos grandiosas naturalezas, la de un ser humano; común y corriente, y la de un dios, pero esto ya no extrañaba en gran medida a su pueblo, se sabía que mucho antes que él, el planeta estaba habitado por muchos semidioses, pero que no habían estado tan evolucionados, y sus figuras eran parte humanas y en parte de animales, y que ahora se encontraban, en el inframundo, condenando a los injustos y pecadores, al castigo eterno y solo el libro de los muertos, era la salvación de las almas comunes, pero se dice que los semidioses se van directo a formar parte de ese gran tribunal, y tienen asegurada la gloria eterna.
Sin embargo la mayoría de estos semidioses, en su cuerpo solo habitaban, dos almas que vivían en armonía, una junto a la otra, se ayudaban mutuamente en toda ocasión, nunca jamás se hicieron daño, convivían siempre unidos, aprendían uno del otro, la debilidad de uno se convertía en fortaleza del otro. Pero en cambio, en el faraón su situación era mas complicada, en su interior el conflicto, era un caos total, cada alma quería crear sus propias reglas y condiciones, no había armonía absoluta, cada una elegía un camino distinto, no era como el cauce del río, en donde toda el agua lleva una misma dirección y una misma corriente, en el era todo lo contrario, por eso no se apoyaban mutuamente, si alguna flaqueaba la otra la utilizaba en su contra, no se permitían errores ni fallas, porque de lo contrario, se aplastarían unas contra otras, el odio y la envidia entre ellas mismas eran a muerte, por lo que, cuando muchas almas, viven dentro de un mismo cuerpo y estas no conviven entre ellas y si no llevan el mismo paralelismo, harán de un infierno de aquel que las porte.
El aire que comenzaba a respirar aquel gran ser, parecía provenir del mismísimo paraíso donde la gloria es eterna, y sin consideración alguna se apoderaba de todos sus débiles sentidos, que adormecidos por la lluvia de la tristeza, agobiaban sus pérfidos pensamientos y acciones, para luego abofetearlo con un trozo de su despampanante y exquisita melodía del desprecio, y después continuando con sus letales agresiones lo mandaron al templo del olvido, del que ya jamás volvería a salir, hasta que los dioses lo acogieron en su seno y le brindaron su gracia y divinidad. Se olvidó para siempre del pasado tormentoso que confundía a sus etéreos y fugaces pensamientos y ubicó su presencia cautelosa y afortunada a disfrutar de la más bella compañía y del bienestar infinito, que le causaba su estancia aquí, en este lugar donde se aspira fé y se expira paz, aquí todo es bello y eterno, no hay hojas ni palabras suficientes en el mundo para describir este sitio celestial, la luz que irradian todos los espíritus son suficientes para ver con claridad, el infinito, y también, desde aquí se ve la oscuridad con sus figuras grotescas y su sonidos guturales, que arrancaban de su corazón un escalofrío profundo que recorre toda su bella luz y hace que se estremezca su cansado corazón, con tal visión.
En el faraón habitaba: el artista, sensible creador de bellas obras de arte; el dictador, duro anarquista, que gobernaba sin compasión y sin piedad; el santo, alma noble, capaz de dar la vida por el hermano y por el prójimo; el intelectual, alma ególatra, de gran conocimiento, que trataba de explicar el porqué de todo; el oscuro, alma que camina en las tinieblas, capaz de cualquier acto siniestro y el alma propia del faraón, que se revelaba a compartir el mismo cuerpo, por lo cual existía una batalla diaria y una vida casi imposible de sobrellevar dentro de la cordura.
De esta manera, al gran faraón, que vivía muchas vidas en una sola, los acontecimientos cotidianos, le dificultaban su existencia, al igual que a todos lo semidioses, sus sentimientos eran como un mar de confusiones.
Cuando vivía como artista, su existencia era súblime y elevada, ante sus ojos, todo florecía como arte verdadero y en su mente, se imaginaba grandes construcciones arquitectónicas, que solo un artista real podría diseñar de esa manera majestuosa, magnifica y bella, pero entonces el dictador, que habitaba también en él, con su risa sarcástica se burlaba de él, hiriéndolo profundamente, dejando ver que sus sueños eran basura, que eso no mantiene a un imperio, que lo que el pueblo necesitaba, era mano dura, cobrándole más impuestos, para poder mantener un ejército poderoso, que pudiera ganar batallas y conquistar así, nuevas civilizaciones y el santo, interviniendo decía que ninguno de los dos tenia razón, que la vida era tan hermosa, como para desperdiciarla en actos de violencia o construyendo castillos, que era mejor, llevar al pueblo por el camino correcto, hacia su salvación, hacia dios; y el intelectual, tratando de sacar provecho, convenía que los tres tenían razón, que eran necesarios esos castillos y convertirlos en grandes fortalezas, y que, el tener un ejército poderoso, los hacía inmunes de conquista y a la vez, el tener al pueblo contento, sometiéndolos a una cultura religiosa, los hacía leales al faraón, sin embargo el oscuro interviniendo, con su lengua desdeñosa y falaz, promete arrastrar al reino hacia la eternidad, si se inician cultos sagrados a Atón y convertiría a todos y cada una de las almas hacia la inmortalidad; pero ninguno estaba dispuesto a ceder, cada uno quería hacer, lo que creían era lo mejor, y nunca llegaban a un acuerdo, atacándose uno contra otro, sin compasión alguna.
El faraón Uniéndose a todos para ganar la batalla contra la sedienta avaricia, que destruye los viejos preceptos y la energía cósmica se revuelve con la música cotidiana, perdiendo brillo y autenticidad, todo se consume en la brasa ardiente de la muerte, y solo queda la esencia del guerrero que asciende a la luz, cuando la oscura soledad se apodera de la suerte que domina sin sentido ni razón, no hay lógica en el caos, solo ocurre porque así debe ser, porque es parte del aprendizaje evolutivo, la fuerza entra por los sentidos y por las heridas que no sanan, sin la medicina correcta.
El santo con sus palabras proféticas decía que la humanidad se había dividido considerablemente y de una manera realmente vertiginosa que hoy en día es casi imposible poder de alguna forma, lograr la unión o la unidad; tanta variedad de pensamientos, algunos creadores, otros destructores, otros inspiradores, otros seguidores, otros parásitos y algunos otros observadores, y aún así, no nos hemos percatado aún, que todos hemos contribuido con nuestro grano de arena, para que nuestro universo sea degradado cada vez más, solo es cuestión de tiempo para que la sabia naturaleza empiece a escupir cometas en fuego mágico y que grandes explosiones cubran el suave cielo, con su oscuridad y después resurja en rojo vivo el vestido del planeta; hemos recibido la llamada celestial, en una serie de códigos circulares que aparecen por todos lados, que nos incitan a alejar nuestras energías negativas y que de una vez por todas unamos nuestras vidas como hermanos; hermanos que viven bajo un mismo cielo; hermanos que viven bajo una misma armonía. Mis ancestros también lo vieron, todas las antiguas civilizaciones acudieron a su llamado y respondieron con una grandiosa fé.
El faraón viéndolo desde otra perspectiva mas consciente y mas objetiva, siempre llegaba a la misma conclusión y todo esto se decía, a sí mismo, que era una situación simplemente vaga y extraña, con elemento sórdidos, sin ningún prejuicio, que lo podrían llevar al borde de una trágica locura, así de absurdo y vacío se convertía cada pensamiento ajeno, que lo arrastraba a cada segundo a un abismo infinito, donde cada parte de su imaginación era un universo cambiante, pensaba entonces que el caos era solamente un ajuste necesario o bien un reacomodo de ideas perdidas, ubicándolas donde realmente pertenecían.
Algunos espíritus humillados, en la infelicidad se retuercen en las tinieblas, buscando con sus manos el camino indicado para poder llegar al ansiado perdón, que devolvería a sus opacos ojos, la luz necesaria, para abandonar para siempre, la fiesta pagana de los infelices y elevarse en la nube de la misericordia y de la piedad; piedras angulares que empujan al alma hacia el nivel más alto del cosmos infinito, convirtiéndose en el santo grial de los pecadores y con la sonrisa rota hasta las entrañas, se convirtió en sombras su esencia y los huracanes borraron su presencia de la faz del universo, creando abismos milenarios, reduciendo su pena absoluta a renacer en organismos poco visibles y por lo cuál poco comprendidos por la humanidad.
Sin embargo no podía dejar de acechar su naturaleza humana, a las demás partes, insistiendo constantemente en que debía de haber alguna manera de poder lograr el equilibrio en su esencia más pura y así desvanecer de una vez por todas, la satisfacción corrompida de sus otras partes. El faraón estaba cansado de caminar por un sendero poco iluminado, lleno de espinas y de piedras, que no hacían nada fácil, ni agradable este recorrido, pero sabía que no era el único que sufría con esta transformación, todos sin excepción, tienen sus propios sufrimientos y sería un gran error de aquel que dijera que sus sufrimientos excedían por mucho a los de los demás, cosa que es realmente incierta, porque no existe nada que pueda medir el sufrimiento del hombre, sólo aquel que carga sus penas sabe de su sufrimiento.
Todo se perdía en el interior y se volvía un pasillo tétrico y apagado, por el que nadie quiere pasar, porque no se ve confiable, ni causa ni aunque sea una pizca de romanticismo, el misterio se disuelve en la memoria como una vieja duda, que por siempre ha intrigado y no se ha sabido como reaccionar ante ella, porque nadie se ha preparado para enfrentarla.
Muy seguro estaba el faraón, de que al tener una sola alma, en un solo cuerpo, no garantizaba la felicidad, todos tenían sus propios y diversos problemas que los atormentaban y los agobiaban, nadie estaba libre de tal hecho, aún así, con una vida tormentosa y tan llena de problemas, eso no evitaba que el faraón tuviese sus momentos de mayor esplendor, alegría y dicha, esos momentos que lo hicieron soñar con un mar de felicidad, aun en el ocaso de un agrio desierto, la humedad de la brisa lograba rescatar la vida de miles de flores y de miles de animales, y así cambiar, el rumbo de la existencia, haciéndole creer, que todo era perfecto.
Las montañas no se movían en su ayuda, ni caminaban hacia ellos; todos le ayudan a dar los primeros pasos, reforzando su genialidad, ganándose su territorialidad. Conociendo la profundidad del alma, se encontraron pasiones ocultas y deseos oscuros que se elevaban por senderos incoherente y malolientes que petrificaban toda respiración, nada se escapaba, era la gloria en el infierno, con llamas que arden en los corazones sin razón alguna, la luz desaparecía y volvía a aparecer, cada vez mas tenue y desgastada, aún así decidiéndose a continuar la búsqueda de la verdad inalcanzable, cuando todo se derrumba y se destruye.
Pero ahora no dejaba de sentirse a cada momento un ser desdichado, que sufría una gran pena en su ahogado pecho, sin poderse deshacer de ella, que lo acompañaba hacia donde el fuese, ni el mayor y mejor espectáculo, lo alejaba de ella, lo traía impregnado en cada poro de su piel y no la podía desgarrar con nada hecho por el hombre, ni el hechizo de la magia más fuerte, ni la magia más poderosa, la podía desprender de su cuerpo; pero a la vez, que el sufría, todo lo que lo rodeaba también sufría; sus bellas doncellas, también sufrían junto con él, porque le amaban; sus dos hermanos menores también sufrían sus desdichas; sus más fieles amigos no lograban evitar la melancolía y todos aquellos que lo conocían, y todos aquellos que no le conocían muy bien, lloraban en su sufrimiento.
Pero el viento lo arrancó de la mentira desde la raíz y destruyó toda palabra y pensamiento, de su ser insano, que no merecía el sentimiento abrazador de las personas, pero sin embargo las cosas son así, no se pueden cambiar, es estremecedor, cuando te despojas de todo lo que cargas en tu conciencia y tu cuerpo, para luego desnudar tu alma por completo.
Muy pocas personas conocían su secreto, algunos solamente conocían al intelectual, aquel que podía hablar por horas, con gran intensidad sobre diversos temas y que mantenían al público puesta su mirada en él, con gran interés, pero luego se decepcionaban amargamente, cuando conocían al dictador, que de manera brusca y brutal, arremetía sin piedad, argumentando, que el gobierno se estaba volviendo débil y frágil, para sus enemigos o bien cuando conocían al artista, cautivando, a todos con su bella poesía, ejecutada de manera brillante y exponiendo, que el arte, podría tener mas auge, si se le reconocía públicamente; y así, la mayoría, solo conocía alguna faceta del faraón, y cuando descubrían otra, quedaban anonadados y describían al faraón, como un ser con ideas extrañas bajo un velo sorprendente y mágico, lo cual le otorgaba un aire misterioso a su personalidad, lo cual a muchos les fascinaba y a otros tantos les horrorizaba la sola idea de un faraón extravagante y cambiante, con ideas tan poco comunes llegando a veces a ser vagas e incoherentes, y otras veces sabias.
La manzana de la discordia, no siempre estuvo presente en la vida del faraón, en mas de alguna ocasión, se hizo presente la comunión entre hombre y almas, apoyándose en esos momentos difíciles o llenando ese vacío, en felicidad; siempre se preguntaba ¿Por qué yo, un hombre tan extraordinario, que cuando toco lo cotidiano lo transformo en especial, cuando toco el bronce, lo convierto en oro? Tengo tan pocos momentos de dicha, cuando todo es mío, cuando no debería de estar preocupado por nada, cuando mis deseos y mis sueños son la realidad; será que acaso todo es un balance universal.
Pero más aún, continuando con el viaje de melancolía, que disfraza al rostro con cientos de alegrías, que hacen pasadera, la desgracia verdadera, se entiende que todo es común y corriente, pero la pasión ha desaparecido de la existencia humana, se la habrá robado algún ser supremo y divino que vaga por las calles del placer y se entretiene en los grandes circos, donde las feroces envidias y lujurias, son domadas por el rey de las eternas tinieblas y los cómicos payasos, entretienen a la multitud de perdedores, que solo desean olvidarse de sus penas mas amargas y de sus deudas manchadas del olvido generoso, para así entregarse a la burla del bufón real.
Que los pobres y esclavos, tienen poco o nada de riquezas, pero hacen fiesta por cualquier acontecimiento y sus rostros siempre se ven llenos de alegría, llenos de luz; mientras que a mí, ya nada de eso atrae mi atención, en lo mas mínimo o quizás sea, que cuando llegan esos momentos de felicidad a mi dura y larga existencia, sean tan grandes, que opacan por completo a mis pequeñas desdichas cotidianas. Quién fuera el aire para volar lejos de mi tortuosa prisión; quién fuera aquella ave, que con alas de libertad se desliza suavemente sobre el cielo y con esperanza aterriza sobre sus dominios terrenales, siendo feliz simplemente con lo que tienen y con lo que son.
Un viejo profeta aclamaba que muy pronto un pequeño y joven parásito habrá de voltear al universo y aún nada ha cambiado, porque la sed de todas las gargantas ni con el fuego de Luzbel, se podrán apagar, pasarán una y otra eternidad y el tiempo se terminará, y sin embargo aquí, todos, seguirán padeciendo del mismo mal, con heridas que no se cauterizan fácilmente, nada ha logrado aliviar el dolor, que se produce en el pecho y en la garganta, mil nudos la entretejen en su telaraña, amarrándola en un suspiro de amarga sinfonía, que mal escrita está.
El tiempo se detiene, al cantar las estrellas en el firmamento oscuro y siniestro, pero aun mas poderoso es la fuerza que los une con los astros celestiales, que vinieron antes del tiempo y antes de la nada; protegiendo así su sabiduría; se transportaron lentamente hacia el sendero donde el infinito termina y donde comienza otro nuevo infinito, donde las piedras tienen vida y donde los cometas van escupiendo virtudes.
Nunca se sabe hasta donde se puede llegar, cuando nada causa conformidad, cuando lo sencillo se convierte en complejo y lo complejo nace como una vulgar entropía que no le teme a nada ni a nadie, así de patética e inusual se esta convirtiendo la vida; el morbo de los acontecimientos, que hacen que los engranes, sigan moviéndose, en la leyenda de la historia, aun nos tiene confundidos; alguien sin pena ni gloria, en otro tiempo y en otro mundo gritaba a los cuatro vientos -Cuando yo era rey, la gente me alababa y me amaba incondicionalmente, aunque la utopía de mi gobierno estuviera desastrosamente y aberrantemente jodida, aun así, todos amaban a este ser que se vestía con largos y bellos atuendos, y una increíble hermosa corona acomodada en mi sien, estaba adornada por enormes incrustaciones de rubís; y veían en mí, a un ser supremo, que quizás algún día complacería, todos los deseos del pueblo.
Es momento de emprender la huída, hacia el misterio y el enigma, hay fuerzas que no comprendo que me empujan hacia mi destino, pero esto no significa que el recorrido de este camino no sea importante, y sin importar el camino que recorra, mi destino será cumplido. Vagaré por el mundo, perdido entre el frío y señalado por el sol, buscaré lo que no he encontrado; hallaré lo que no he buscado y sanaré las heridas de mi alma y para siempre desterraré de mi cuerpo, aquellas almas nauseabundas, que quieren controlar mi vida y me alejan de mi libertad.
Los pecados se han convertido en algo cotidiano, una fruta podrida se ha vuelto prohibida y todos están dispuestos a saborearla en los labios, labios en los que germinan pequeños y cilíndricos gusanos, que comerán hasta saciar su voraz apetito y aún así seguirán padeciendo de su inmensa hambre.
Hoy parto con la mirada fija en la oscuridad que me enseña la danza de las estrellas. Ayer fuí lo que hoy no soy y mañana solo seré polvo enredado en una flor de loto.




El Niño

En un tiempo pasado, muy antiguo, en un pueblo muy pero muy lejano, vivía un niño de mirada muy triste, que soñaba con algún día encontrar la cura a la inmensa injusticia que había en el mundo; mucha gente del pueblo trataba de ayudarlo sin conseguirlo.
Se hacían fiestas todo el año, de gran colorido y mucha alegría para todos los habitantes del pueblo, sin embargo el niño, nunca asistía a ellas; los demás niños trataban de convencerlo para que los acompañara en su alegría, sin poder lograrlo.
Nadie entendía su comportamiento, que lo diferenciaba de los demás. Durante años, el niño luchaba a diario para dar su mejor esfuerzo y lograr alcanzar su mayor propósito en la vida: la felicidad.
Pero siempre sucedían cosas poco alentadoras y agradables que lo hacían dudar de querer lograr su meta; siempre había enfermos, la gente envejecía, había un abismo inmenso en la repartición de las riquezas, cuando algunos eran extremadamente ricos, muchos eran pobres y muchísimos mas no tenían que comer, aún así, a pesar de todas estas condiciones grises y opacas, las personas habían aprendido a sonreírle a la vida, siempre decían que la vida era generosa con ellos, a pesar de sus carencias, disfrutaban cada día, cada hora, cada minuto, cada instante que respiraban.
Habían aprendido a compartir generosamente lo poco que tenían y también lo mucho que poseían; ese enorme corazón y su gran espíritu, eso les ayudaba estar en armonía con los demás.
El niño tenía un padre amoroso y comprensivo, que amaba su trabajo, era un artista en la herrería, todos acudían a él, porque encontraban maravilloso su trabajo y su madre una hermosa mujer, que cantaba como los mismos Ángeles y adoraba a su hijo mas que a nada en este mundo y hacía hasta lo imposible para que a su hijo absolutamente nada le faltara.
Julio y cristina veían al niño siempre triste, siempre buscaban la manera de hacerlo sonreír o intentaban hacer algunos juegos para que se divirtiera y encontrara mágico esos pequeños detalles, ocasionalmente julio le preguntaba a su esposa que mas podían hacer para que su hijo fuera como todos los demás hijos. Cuando esto sucedía, cristina llevaba a julio afuera de su casa y señalaba a los demás chiquillos.-mira como juegan, todos los niños, y se divierten, así quisiera yo, que mi hijo jugara y se divirtiera. Decía con un suspiro de resignación y abnegación. –Debes aceptar que nuestro hijo es especial y que nunca será como todos los demás, nuestro padre eterno lo ha elegido para algo que no he comprendido aún, hay que aceptarlo sin poner en duda su mandato.
–Tienes razón, hemos intentado de todo y nada a dado resultado, quizás sea mejor así. Asintiendo con la cabeza, julio, pensando que con el tiempo, quizás el chico cambiaría y habría mas oportunidad de conocer las razones de su comportamiento. Un día, cuando todos están dormidos, el niño se despierta lleno de sudor, se levanta y se dirige al cuarto de sus padres, enciende todas las luces, toca fuertemente la puerta de ellos, se despiertan, sobresaltados, sin saber, lo que ocurría, abren la puerta, ven al niño con sus ojos llenos de lagrimas. –No quiero que se vayan, no me dejen.
Les dice el niño entre cortados suspiros y con un dolor profundo. –Nadie se va a ir, siempre vamos a estar contigo. –Soñé que ustedes me dejaban, y que yo me iba caminando solito por un túnel, al principio oscuro, y después una luz brillante me cegó, tengo miedo, tengo mucho miedo. –No temas hijo, nosotros nunca te abandonaremos, porque te amamos, ya no llores que me contagias y haces que yo también quiera llorar; anda acuéstate, que ya casi amanece, y tenemos que levantarnos temprano. El niño secándose las lágrimas se va a su cuarto y se vuelve a acostar, pero aun no muy convencido de las palabras de sus padres, pensando en eso, al final el sueño lo vence y se duerme por fin.
Los rayos del sol y el canto de los gallos, inician con el día matinal, las flores recobran la energía para florecer, los árboles de verdes hojas parecen revivir después de una noche silenciosa y el bello canto de los pájaros da alegría al alma misma. Era un día maravilloso, todos volvían de nuevo a sus trabajos, el panadero daba el aroma al pueblo, el barrendero se encargaba de la limpieza, el carpintero le daba forma a la madera de casi una forma mágica y la convertía en sillas o en mesas, mi padre, el herrero le daba vida a las mas bellas figuras de hierro que yo haya jamás visto, los maestros ayudaban como sabios ángeles a que comprendiéramos el sentido de la vida por medio de las matemáticas, filosofía, biología, historia, literatura, etc. Y los vendedores ambulantes que traían todo tipo de mercancías para venderla y cambiarla por dinero o comida, este ultimo era la atracción principal para el pueblo, ya que a ellos se les consideraba grandes y muy arriesgados guerreros, por sus largas y extenuantes travesías.
Recorrían enormes y extensos senderos llenos de numerosos peligros, por estos caminos podías encontrar serpientes venenosas, escorpiones letales, bandidos y todo tipo de alimañas dispuestos siempre a dar su vida con tal de obtener su botín, y así un sin fin de peligros mas; es por esto su popularidad y su valiosa aportación en cuestión de narraciones, de sus excitantes odiseas. Ya casi al atardecer cuando ya todos estaban descansando, una caravana se acercaba al pueblo –Más vendedores, expresó mi padre. En tono interesado –Ojalá y traigan buenos metales para forjar.
Al tocar las primeras calles la caravana, se pudo sentir una energía casi diabólica, el cielo se empezó a llenar de grandes nubes de color gris opaco, el viento comenzó a humedecerse y los árboles se mecían a su merced, presagiando la llegada de la lluvia y quizás algo más que eso. De la caravana se bajo un señor, de complexión delgada y de estatura promedio, con una mujer en sus brazos- ¡por favor que alguien me ayude, mi esposa se esta muriendo! ¡Un doctor! ¡Un doctor! Mi padre sin pensarlo fue en su ayuda; a el siempre le gustaba apoyar a aquellos que necesitaban de su auxilio, cada vez que sucedía algo similar siempre me decía –Hijo, siempre debes hacer lo correcto en esta vida, siempre debes de ayudar al necesitado y al sediento, uno nunca sabe, cuando necesitarás de su ayuda, el destino es muy caprichoso, y si no contribuyes en dar, las puertas se te pueden cerrar; nuestro padre nos pone pruebas para que mostremos nuestras cualidades. Me preguntaba que quería decir con todo esto, yo apenas soy un niño, y hay muchas cosas que aun no comprendo, pero en fin, quien soy yo para cuestionar sus palabras, algo de cierto deberán tener para que me las repita mucho. Mi padre ayudó al pobre señor, de inmediato llegaron con el doctor, el devastado señor lloraba y suplicaba por la vida de aquella mujer al doctor -¡Por favor, se lo suplico, que no se muera, por lo que más quiera, sálvela, salve la vida de mi esposa! –No se preocupe, pronto estará mejor, pero necesito que se calme. – ¡por favor sálvela, salve a mi esposa! Su voz parecía ya un suspiro y sus ojos parecían un manantial del cual brotaba agua hasta desbordarse, después de tan tormentoso viaje, no me quiero ni imaginar, el suplicio tan grande de aquel señor; se le veía totalmente destrozado; sin ningún ánimo de nada, mi padre lo alentaba –Ya, ya, ya verá que todo saldrá muy bien, se recuperará y esto quedara en el pasado, como una pesadilla.
– ¡Ojalá y así sea! ¡Mi esposa es todo lo que tengo en la vida! ¡La amo con todas mis fuerzas! ¡Dios es testigo de mi amor por ella! ¡Si es posible daría mi vida para que ella se mejore y nada le pase! Pero no entiendo que fue lo que pasó, hace apenas una par de horas veníamos cantando y riendo por el camino y así de repente se empezó a sentir mal, le toqué la frente y hervía en temperatura, se bañó pero no se le bajó y luego a su piel empezaron a salir pequeños granitos y unos minutos antes de llegar aquí, empezó a vomitar sangre, mucha sangre; no podía creer que dios fuera tan cruel con nosotros ¡Siempre hemos sido buenos, no le hacemos mal a nadie! Mi padre tratando de suavizar la situación le dijo que quizás solo era un pequeña infección por algo que había comido, pero que no había nada que temer. Al final, quizás el cansancio y el agotamiento, lograron traerle el sueño a aquel hombre. Todos tratamos de dormir un poco también.
El niño despertando de su letargo, empezó a emanar luz de su pequeño y frágil cuerpo, y así se fue irradiando esa misteriosa energía hasta donde se encontraba la pobre mujer, al llegar a un lado de su cama, el viento azotó la puerta y las luces del cuarto iban y venían, un bramido semejante al de un león, se escapó del pecho de la mujer, despertando al pueblo entero y asustándolo por completo; el niño levantando su mano hacia el cielo pronunció estas palabras con gran estruendo -Kesh tunt fill seilv luzbel, rast tel felter sostin elt manz, pseidejim al vozua destir marel venite le sonel gotor mitras du shiss ben luzbez.
-Tu lengua no alcanza a llegar hasta el mismo infierno, porque, en el, hoy me encuentro, hasta lo mas profundo, hace ya mas de media eternidad que yo deseaba salir; pero los demonios que me idolatraron, me elevaron por las llamas e incendiando mi bello vestido, injurié con el llanto atroz de mis pecados y me coronaron con las manchas de la sangre inocente hasta ahogarme con las costras mancilladas de la pureza y nada hasta hoy ha podido contener la furia de mi locura errante ¡Crees que con tu soplido iluminado, podrás desterrarme de este santuario, perfecto para mí!
-Cada palabra que he pronunciado contiene un poder extraordinario, hoy se me ha revelado los secretos de la divinidad pura y eterna; y he sido elegido para confrontarte, ya que tu poder es tan insignificante y tan poco perdurable; aquellas palabras de poder extraordinario romperán con cada cadena que te tiene unido a ese cuerpo que no te pertenece, y hasta el último eslabón será arrancado de tus garras y la luz vencerá sobre la oscuridad, te lo digo de nuevo; estas palabras provienen directamente de la fuente de todo poder y su alcance es incalculable, porque no habrá rincón al que no pueda llegar, por mas recóndito que sea ¡Oh padre eterno, regálame el escudo de la felicidad y la espada de la verdad, para derrotar de una vez por todas, a este insípido demonio que perturba la paz de tu querida hija!
–Ja ja ja ja ja ja ja ja, que ingenuo eres, he perdido el limite de mi umbral de piedad, y jamás, mi espíritu ha aclamado con fervor el perdón a mis castigos; no me veo en un futuro a la entrada de un iglesia, pidiendo la mano de una extraña y que aparte sea hija de Jesús de Nazaret, para que después digan que la oscuridad y la luz se ha fundido, como el día y la noche, como el sol y la luna en eclipse, cuanto podría durar ese amargo tormento, preferiría que mejor me empalaran eternamente; a ser justo y meditativo. ¡yo soy el ave rapaz que surca por los aires de la perdición y de la putrefacción, y cuando encuentro a mi presa, con mi afilado pico empiezo a descarnar el alma misma y no paro hasta devorarla completamente, y nada puede detener mi acción, ni un conjuro, ni un hechizo, ni una magia, solo el laberinto de la muerte me arrancarán de mi exquisito manjar, yo soy el espíritu apócrifo que ha sido desterrado eternamente del paraíso celestial, he sido maldecido por la gracia divina, pero hoy me encuentro conociéndome a mi mismo, conociendo mi naturaleza malvada; y en mi universo ya no se alcanza a ver un pequeño espacio donde mi ejército envilecido, están esperando mi orden para embarcarse en la nave del exterminio de la moral y de la bondad! ¡Desprecio, horror, hambre, lujuria, sed de apagar el fuego, sed, sed, sed!
-¡No soy ingenuo! solo soy un ángel iluminado; aquí en la tierra presente, con la misión de expulsar a demonios como tú, que acechan constantemente el comportamiento humano, de ser posible extirparé definitivamente de cada persona cualquier demonio personal que afecte la vida de los demás, como la violencia, el libertinaje y la locura racional; mostrando por siempre los buenos y nuevo hábitos, empezando por la caridad ¡Y yo a ti, demonio, usurpador de conciencias, entrometedor de la causa del pecado, participe de la deformación grotesca del hombre transformándolo de ángel a demonio, autor de todo crimen y de toda violación; revelación de nuestro padre divino, siendo arrojado eternamente de la morada celestial y despojado de tus poderes especiales; para convertirte solamente en la sombra horrorosa y bestial, de lo que un día fuese hermoso y sabio! ¡Te ordeno que salgas de inmediato de ese cuerpo que no te pertenece y que vuelvas de inmediato a donde perteneces, arráncate, despréndete, desciende a tu rutinario suplicio, el fuego te está esperando de nuevo! Elevo mi plegaria que a veloz galope será escuchada por el ejercito iluminado por la gracia eterna, y todos juntos en oración ¡Te venceremos! Ya que solamente eres un espíritu perverso; sin mas poder, que el que te ha concedido mi padre y hoy serás derrotado por la luz del bien y de la verdad.
-Cuando vivía en la tierra, la desgracia y la miseria eran mis dioses, mi esperanza era la guerra; porque en ella aprendí un camino sin regreso, un camino doloroso, cuando hería o mataba a otro; mi espíritu y mi alma penetraban por el sendero de la maldad y del desquiciamiento ¡Jamás volví a ser el de antes! A mi alrededor cientos de demonios me acompañaban en mi festín hereje y así fue, como invoqué a todos los pecados habidos y por haber, solo para perderme en ellos, hasta convertirme en el buitre frío y malvado; sin embargo hoy mi fuerza y mi poder ha llegado a un punto ilimitado, inmenso, casi infinito, soy débil ante las puertas del pecado y en la vida y en la muerte aún brotan las flores del mal y yo soy una de ellas.
-Hoy, tu tiempo aquí, se ha terminado, yo te expulso para siempre de todo cuerpo y de toda vida. El aire gélido de todas las almas, que purgando se encontraban en la habitación, congeló hasta el mas sincero sentido, las luces ya no volvieron a encenderse y de la penetrante oscuridad, la luz de la luna llena, era testigo de tales hechos; todo el pueblo comenzó a arremolinarse alrededor de la casa y con las antorchas apagadas, por el turbulento aire y por la agitada lluvia, no se atrevían de ninguna manera a entrar en la habitación; el pulso de todos casi se le escapaban de sus cuerpos, gruñendo con enorme desesperación y la noche comenzaba a desplazarse cada vez mas lentamente, pareciese que en ese momento el tiempo milenario hubiera decidido descansar a los ojos del mortal, para que la farsa de la brevedad se hiciera presente dentro de muchos siglos más; las calles oscuras inundadas del amargo vapor de la soledad, se podía escuchar el sonido de los ecos de las voces antiguas, flotando en el ambiente frívolo y malévolo, abundando en cada orificio y en cada resquicio de las paredes un soplido de locura incoherente; descartando a bulliciosos prisioneros que de la verdad se han perdido y hoy miserables hijos de la naturaleza, sufren en agonía de múltiples tormentos, que con el fuego, arrepentidos se hunden en el fango putrefacto, implorando un pequeño trozo de piedad.
De repente del eterno y oscuro infinito, empezaron a aparecer pequeños puntos de luz, que descendían velozmente; eran miles, quizás millones, así como si fueran una lluvia de estrellas; esos pequeños puntos de luz, que se miraban en el alto cielo, cada vez se iban haciendo mucho mas grandes; ¡El aire se detuvo, las gotas de agua dejaron de caer, el corazón empezó a latir aceleradamente, el murmullo se acalló, la sangre se estremeció, los sentidos se dislocaron! ¡Eran miles de ángeles! Que comenzaron a rodear el pueblo y entrelazando sus manos comenzaron la letanía de una hermosa oración que desterraría para siempre a aquel ente siniestro que provenía del quinto sol, de la vida oscura y su alma fugitiva de la vida y de la muerte.
Mientras que en la mente de julio solo había cabida para la confusión y el miedo; recordaba perfectamente, que en su niñez, ¡Ese mismo espíritu maligno! Se le había hecho presente de una manera fugaz y en su corazón anidaba con extremo pavor, una idea vaga del exterminio total de la naturaleza humana, sus entrañas se estremecían de un enorme dolor y sus piernas flaqueaban una que otra vez, cientos de escalofríos, recorrían cada célula de todo su sistema sanguíneo, su saliva se volvía áspera que raspaba sin compasión, toda su garganta, esa era su condición. Su preocupación y sus temores eran bien fundados, porque de la nada empezaron a brotar cientos de demonios de figuras ágiles, de movimientos certeros, y con una cubierta espectral, con olor nauseabundo, de mezclas de azufre y carbono en estado de descomposición; en sus pechos miles de pequeñas manchas que figuraban ser los pecados del mundo; un ardiente fuego se despedía en las cuencas de sus ojos vacíos y de sus fauces se emanaba el hedor del aliento infernal; todo en ellos causaban tal terror que poco a poco, todos los pobladores y julio fueron perdiendo las esperanzas de algún día poder pedir perdón por sus pecados y encontrar en el camino, la salvación eterna. Mientras tanto, los ángeles sin perder tiempo alguno, continuaban elevando la oración de su letanía una y otra vez:
Oh, tu, vida hermosa y asimismo la mas sabia,
Divinidad privada de fracaso y desayuno de éxito,
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Princesa de la verdad a quien yo amo,
Que nunca te has dejado vencer, aun cuando caes al abismo
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Sabiduría que iluminas al mas sabio, oh enorme reina de la luz,
Alimenta mi corazón y mi alma con tu sabiduría eterna,
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Nunca dejes que mi mente sea dominada por mis
Demonios personales que pueden llevarme a mi fracaso divino
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Tu que fortaleces mis deseos, construyendo mi visión
Y levantándome del lodo, para enseñarme a volar
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Energía que vives siempre dentro de mí, que nunca
Me abandonas, transformando mi ser en algo extraordinario
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
Cuantas virtudes me has regalado sin cambio alguno,
Y en mi palabra, la verdad hace eco en el emporio real
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
La luz me acompaña en cada instante de mi corta vida
Gracias a esta letanía, que penetra profundo en esta alma mía
¡Oh yo eterno, eres la llave infinita de mi felicidad!
ORACION: Gloria y loor, a ti, padre celestial, que cada centímetro de todo el universo, lo reinas tu, con tu voz poderosa y divina, haz de nosotros tus portadores y mensajeros del bien terrenal; danos hoy el poder necesario para enviar de vuelta a la maldad encarnada de nuevo al infierno; y sembrar en este nuevo mundo, la buena semilla y que de ella brote la bondad eterna.
En el cuarto el niño, la mujer y el espíritu; cada uno, hacía su mejor esfuerzo y con garras y dientes defendían su posición; en este momento, la tensión abrumaba al aire, que se sentía, seco y pesado y envuelto en esa atmósfera agridulce, que parecía contener pequeñas dosis de letal veneno y a la vez parecía surtir efecto el antídoto salvador.
-Las energías del cielo y del infierno están aquí presentes; pero el bien siempre triunfará sobre el pecado y la maldad, y mas aún, que ningún alma infernal es capaz de soportar por mas de unos instantes a bellos ángeles encantadores entonando en coro, una sútil y hermosa oración, en un suave y poderoso concierto, donde miles de millones de almas más, se unen en armonía a este canto, fortaleciendo la paz espiritual y equilibrando la armonía universal, así que tú, alma maldita, misionero de los infiernos, tu única opción, es liberar a esa pobre alma del castigo, y que tu, de nuevo vuelvas a tu lugar de origen, que el fuego devorador de almas, te está esperando; yo te ordeno y por voluntad de mi padre, que salgas inmediatamente de ese cuerpo bondadoso y que regreses a donde perteneces; en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, Amén.
-¡Ahhhh! mira como se eleva el fuego hacia los confines mas alejados de las galaxias, pero en los pantanos me hundo una y otra vez, y en sus llamas rojas y doradas, mi alma se envuelve de nuevo, cicatrizando miles de penas y abriendo otras tantas; ¡Ahhhhhh! ¡Mis fieros guerreros! No ha sido suficiente mi inteligencia y mi poder, para apoderarme de los secretos ocultos, aún cuando con un solo suspiro pudiese yo develar algunos misterios de los que el hombre desconoce pasado, futuro, muerte, riquezas o sabiduría y sin embargo no he podido encontrar la verdad sobre la pureza del corazón ¡basta! ya no quiero saber mas de nada, algunas delicias exquisitas fueron borradas y seducidas por la condenación y yo quiero probarlas de nuevo, una violación, un asesinato.
Rápido, la huída, hasta caer en el foso según la ley humana y al final solo se puede encontrar una danza negra, sin mas significado que la esperanza fijada en una vieja estrella que se desgasta lentamente por el frío y la desolación ¡Ohhhh! ¡Mira! Las manecillas del reloj han dejado de avanzar, se han detenido, y ahora darán marcha atrás, como si el mundo retrocediera hasta los inicios de la vida y se miraran en un espejo y en su reflejo la melancolía los acogiera por tantas guerras y por tantas muertes y destrucción y solo para llegar al punto que todo lo que se ha hecho, ha sido en vano y nunca jamás se ha recibido un premio eterno por tal acción, si, hoy me voy, pero regresaré de nuevo, con mas poder, con mas guerreros, con mas maldad, porque eso es lo que le gusta sembrar al humano, ya que la bondad, nunca ha sido un aliciente suficiente para motivar los deseos del hombre, en cambio, lo prohibido puede exaltar hasta al más santo ¡Ahhhhhhhhh! ¡Que dolor! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Volvereeeé!
El cuerpo de la mujer empezó a temblar, como si tuviera un ataque epiléptico, su rostro comenzó a tomar formas diversas, de maneras muy grotescas, sus líneas se deformaban una y otra vez, los colores de su piel subían y bajaban, sus ojos enrojecidos pasaban a púrpura y de púrpura a café; sus expresiones dislocadas de diabólicas a malvadas, y de malvadas a humanas, después de tantas transformaciones y de tantos estertores, del cuerpo salió expulsado una masa densa de neblina de amargo aroma, que rápidamente al suelo penetro, desapareciendo a los ojos del mundo; la luz volvió de nuevo a la normalidad, la lluvia dejo de caer, ya en el alba se podía vislumbrar al poderoso astro rey, con su intensa luz del amanecer, de inmediato se pudo sentir, es mas casi se podía tocar con las manos, la paz y la tranquilidad, que de nuevo volvía al pueblo, a reinar como de costumbre; todos los ángeles empezaron a ascender al cielo, de vuelta a su morada, excepto uno, que se dirigió velozmente a la casa, traspasando el umbral de las paredes hacia la habitación; en el cuarto, el niño irradiando todavía luz y la mujer que aun no recobraba la conciencia; el ángel se dirige al niño.
¡Eres un niño valiente! ¡Hoy has demostrado tu lealtad y tu amor a la fuente de todo poder! Se te ha elegido como un mensajero de luz y esto es solo el inicio, todavía en el mundo hay muchas almas más, que quedan por rescatar, yo se, que se te ha revelado el plan divino, por lo cual debemos apresurarnos antes de que sea demasiado tarde para cumplir con nuestra misión.
-Gracias, por tener tu fé, depositada en mí, y la decepción o el fracaso no serán mi carta de presentación, lucharé hasta el último aliento, venceré, siempre cumpliendo la voluntad del creador. En eso se abre la puerta inesperadamente, entra julio, después cristina; corriendo van y abrazan a su hijo, con miles de lagrimas en los ojos; entra el esposo de la mujer y el doctor también; julio entrecortados suspiros le dice a su hijo -Hijo mío, tuve tanto miedo por ti ¡te amo! -Ya no quiero que te alejes de mí, yo te cuidare, ¡Siempre! En eso se oyó un quejido, la mujer empezó a recobrar el conocimiento.
-¡Ahhhhh! ¿Que me pasó? ¿Que sucede? ¿Porque están todos aquí? ¡Me duele mucho la cabeza y el cuerpo, ahhh! ¡Mi amor! Ya estás bien, gracias, gracias ¡Es un milagro! Y llenándola de besos y de caricias, la mujer aun no entendía el porque de la actitud de su esposo; pareciese que no recordaba nada de lo que había acontecido.
El niño apartándose de sus padres, les dice a todos -Apenas hoy estoy comenzando a entender el significado, de la voluntad de mi padre celestial, pero aun así estoy, estoy dispuesto a aprender lo que sea necesario para alcanzar la perfección; hoy he conocido con gran detalle mi misión aquí en el mundo y para ello también se me ha otorgado una serie de dones, que me ayudaran a salir adelante, y no deseo, que en ningún momento sus corazones se sientan afligidos por mi larga tarea, que me mantendrá alejados de ustedes, padres amados; solo pido que eleven sus oraciones y su confianza al infinito, para alcanzar la felicidad y el apoyo que necesito; y que el consuelo se encuentre entre ustedes mismos y que sus almas se sientan orgullosas de su hijo, que en el trayecto, del camino a la verdad, se defiende con gran valentía contra la maldad ajena, apoderada de la conciencia del hombre débil, hoy tengo que partir a cumplir con mi mandato divino, pero aún en la lejanía, siempre estaré con ustedes y no me despido, solo les digo hasta pronto.
El niño acompañado por su ángel, sale de la habitación y empieza a caminar entre la multitud, y poco a poco se va alejando de ella por aquella calle amortajada de lágrimas, el pueblo entero en un murmuro unísono le decía adiós; sus padres ahora lloraban de felicidad, al igual que la mujer y su esposo, y con las palmas de sus manos, le decían adiós, a aquel niño, que por fin, había encontrado la magia de la vida; el niño tomado de la mano por el ángel, se eleva hacia el cielo, desvaneciéndose al instante en el infinito.














Mendigo
En una tarde oscura y sombría, en un pueblo polvoriento, "lugar donde hay yerbas comestibles a orillas del río" su nombre era; un hombre de porte fino y de gran presencia e imagen, de estatus social y riquezas de abolengo; se sube al pequeño kiosco de la plaza pública y a manera de súplica, a todos los presentes les grita: señores, conocidos y desconocidos, extraños y dueños del lugar ¡Quiero ser mendigo! El lloraba y se agachaba, el les revelaba a todos ellos su condición desesperante, de su misión fracasada y de sus sueños deshechos.
Chocaban unos contra otros, pasmados del mensaje furtivo y desgarrador; y así sucedió, fue mendigo toda una vida; repleta de sorpresas y de humildad; soltó de sus manos la pesada cruz y solo se limitó a valorar y a apreciar en sí, la sencillez de la vida; y su casa, fue su cuerpo entero, que, adornado de preciosos y dorados rayos de luz del sol, sigue pidiendo la ayuda a conocidos y desconocidos, a extraños y a dueños del lugar, en esa misma plaza y en ese mismo kiosco.












El Escritor Más Grande Del Mundo
Joven y buen mozo, era aquel de gran fama y fortuna; que se mezclaba sólo con personas selectas de la más alta esfera de la sociedad humana; su nombre de presentación Sir Roberto Carlos Magno y más bien conocido como ¡Roberto, El Grande! Un día asqueado de las innumerables alucinaciones de las almas deshonestas e hipócritas, decidió marcharse para siempre, de ese mundo extraño, donde la noche es el éxtasis y el día es el nido de las serpientes; tenía todos los talentos escritos en su espíritu y no se quería destruir sus mas grandiosos y valiosos tesoros que le acompañaban, tan solo por unas migajas de caricias y algunas otras tantas palabras de falsedad, que al final. Solo desgastaban más y más a su corazón noble y entregado.
Después de haberse marchado de ese reino marchito, empieza a viajar de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de mundo en mundo, hasta que por fin encontró la morada perfecta para vivir el resto de su vida; y con su perro, su gato y todas sus pertenencias, se mudan de una vez por todas, a ese hermoso lugar, donde la noche adornada de maravillosas perlas brillantes hacen gala del tintineo constante y arrullador de los astros celestiales, y el paisaje a la luz del día, era el edén perdido, de Adán y Eva.
Un día caminando por la arena cálida y movediza, a la orilla de la playa, un deseo incontrolable, hace presa fácil del apuesto joven, y entonces corriendo a su casa, se va directo por cuaderno y pluma y regresando de nuevo a la bella isla, se sienta a la sombra de un frondoso árbol de olivo; que, acogiendo sus sueños e ilusiones, toda la naturaleza presente, en conjunto con el joven, destilaban armonía pura y felicidad; y entonces ante el asombro de los duendecillos y del mundo entero, su mano ágil y brillante, empieza a escribir los poemas mas bellos jamás escritos por el hombre.
Con su alma caritativa y bondadosa describe en cuentos y novelas, las historias mas reveladoras e impresionantes que el mundo nunca jamás había leído antes, este bello joven, pronto se hizo adulto, y después se hizo viejo, pero su pluma y su cuaderno nunca pararon de trabajar; su pluma de graciosa tinta, se terminaba con pasmosa facilidad, ya que el joven , adulto y viejo no paró ni un solo instante de su vida de escribir; dejó completamente plasmada en toda su obra, su alma, su espíritu, su corazón y su vida. Aún todavía en la actualidad, en ese viejo árbol de olivo olvidado, se ve la figura grácil y apuesta de un joven escritor, que con su pluma dorada y con su libreta adornada de la mas bella pedrería y con sus hojas de plata maciza, va destilando la tinta de la mas hermosa sabiduría, y con su más grandiosa y extraordinaria historia, conmueve al universo entero, convirtiéndose en el escritor más grande del mundo.
Líder

Cuando las culturas eran socialistas, capitalistas e islamistas se Fundieron en el azul amanecer; su líder se apoderó de la religión de Amón Ra y la fundió con la de Mahoma, formando así, su más grande imperio. Aun después de haber sufrido los más fieros tormentos de su alma, recogieron sus restos de náufrago y en el filo de la muerte hizo tratos con Isis y Osiris, jurando ante el libro de la muerte, que habría tantas almas impuras como estrellas en el cielo, ante su juicio y con su fé, depositada también en seth, conservaba con gran recelo su amor hacia lo sacrílego y la mentira.
Con su lengua de víbora pérfida, difamó a Horus de homosexual y de glotón, que Zeus era un perezoso empedernido y más holgazán que la piedra misma, que atón, era el dios de la lujuria mas baja y hereje que haya existido en la humanidad, que lancelot solo fue un borracho parlanchín, el hazmerreir del reino entero; que Dante, ante su fracaso y mediocridad, solo lograba el rechazo de la multitud completa; atlas, el mas débil de los guerreros, consumido por el opio y la marihuana, enflaquecido y envilecido por las drogas; Hércules, el más cobarde de los cobardes, su poder y su fuerza eran comparadas con la de una gallina despertada a medio amanecer; Hermes, un paralitico incomprendido, que ayunaba en la soledad, que no era ni capaz de avanzar, ni cinco metros por su propio esfuerzo; Virgilio, eterno ciego, que no veía más allá de su nariz y su falta de orientación, lo convertían en un ser inútil e indefenso. Les explicaba al mundo que la historia los había convertido en mártires y en héroes; y que en el libro infinito, escrito por la humanidad celestial; se encontraba la verdad de la verdad, y que ese libro pertenecía a un solo dueño: Dios. Y que solo había una persona capaz de gobernar el mundo entero: Él.
También decía que en ese libro se encontraba el presente, el pasado y el futuro, en una misma hoja; y en otra hoja, era para describir el universo entero; y todas las infinitas hojas restantes eran para describir a Dios y su reino. Pero el no creía en la eternidad, como tampoco creía en la verdad; por eso a todos endulzó con su sabia mentira, y al mundo, con sus armas vino a combatir, conquistando al débil y destruyendo al fuerte; causando tal horror, que la misma tierra lo vomitó fuera de su morada y lo expulsó para siempre hacia la eterna condenación.
Del libro ya no se supo nada, la verdad en los sueños se ha perdido, y de su alma, se dice que continúa vagando por el cosmos infinito, sin haber hallado la redención y el perdón.


Carta a Antígona

Oh querida y valiente Antígona, si mi carta que hoy te escribo, pudiera darte un regocijo en el lugar donde hoy te encuentras y aliviar de alguna manera tu eterno padecer, ya que solo tú, encontraste la fuerza y la fé necesaria para oponerte al mundo entero, que valor tan sublime, encontré un enorme corazón en tu ser, que aspira siempre a la perfección divina, en mi opinión has recreado una de las obras de dios inmortal y creador, por lo cual tu obra en esta vida no puede ser mas noble y sabia.
Ojalá yo tuviera esa fuerza y esa fé, que tu irradias como el sol, iluminando el sendero de nosotros tus seguidores; en mi caso pocas veces he logrado vencer las dificultades que se me han presentado en mi vida, ya que rara vez, encuentro personas que comprendan mi misión, aquí en la tierra; ya que no es orgullo lo que fluye por mi ser, sino un manantial de talento y de virtudes; además de que evito cualquier tipo de conversación vana, que pueda arrancarme de mi mundo interior; es totalmente falaz, que piensen que me aparto de la gente que me rodea por capricho, orgullo o soberbia, sabiendo que el resultado de esto sería la pérdida de amigos, o bien la ganancia y acumulación de enemigos; lo que ellos no entienden, es que odio la palabra vacía y hueca; y sus pensamientos superfluos y materiales. No puedo desperdiciar el tiempo en esas cosas; ya que debo aplicar toda mi energía, para recrear en forma de arte, la obra de dios; y para esto no necesito emplear oro ni plata, solo necesito los colores de la tinta de mi pluma.
Por esto se me hace injusto, que me impidan vivir a mi manera, y obligarme a ser participe en trabajos y en conversaciones vagas y vacías, que lo único llegan a lograr es la perturbación en gran medida de mi espíritu creador.
Hay misiones que requieren de la persona entera; por lo cual mi misión, requiere de todas mis habilidades, técnicas, tiempo y salud, por lo cual no puedo permitirme un momento para descansar; sin ofender, creo que un creador de arte, que vive de los elogios y las adulaciones de un público soez, solo porque se relaciona con personas según importantes, y no se entregan a su obra, a manera de que puedan trascender; por eso no es un verdadero artista, sino más bien es sólo un espíritu corriente, que no es necesario buscarlo en los lugares mas recónditos de la tierra, debido a que estos brotan por todos lados.

Texto agregado el 13-05-2007, y leído por 457 visitantes. (0 votos)


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