Aqui estoy sentada, en el mismo lugar, con el mismo cuerpo, bueno talvéz una cuantas libras de más. En el mismo salón, el mismo escritorio en el que me jure hace unos cuantos meses, que estaba en lo correcto. No solo en lo correcto sino en vía al porvenir de mi existencia.
¿Y ahora? Nada, ya no soy ella, talvéz nunca lo haya sido, solo me turbe entre lo mio y lo de los demás. En este mismo lugar le voltié la cara al objeto de mi vehemencia, a la razón de mis años, le fui infiel a mi persona. Aqui me discipline por un objetivo ajeno, por una personalidad fría, una vida rigída, por la mujer ajena a la canción que suena eternamente en el universo; aquella que solo pocos escuchamos.
Si, yo la escucho, no estoy loca, solo apasionada por ella. Hubo momentos en que me oponía a la idea de aceptar que yo percibía sus rumores, que sentía su aire correr por mi cuerpo, rozarme la cara, las piernas, los pechos; hasta que el brío aumentó y el rumor se transformó de nuevo en copla escandalosa. Escandalosa como el propio sonsonete de mi palpitar.
El latir alborotado, me tiene acá, ahora, examinando mis manos que han tocado los cigarros que otra boca ha fumado. Repugnando la indecisión de aquella musa maldita que ha bifurcado a la mujer celestial que teme seguir y no seguir el camino de una colectividad de indiferentes engreídos y endebles, de humanos.
Y ahora inspiro, aguardo, me rio. Ya estoy en mi corcel de nubes de nuevo, volando, galopando, en la misma pista imprecisa y adiestrada. Aqui voy orbe, esperame mundo. |