"Me levanté esta mañana con mucho ánimo. Por primera vez en mi vida había hecho una tarea del colegio. Fue lo primero que revisé, apenas desperté. Ahí estaba, mirándome orgulloso desde el velador. Señorita, se lo juro, era el cuento más hermoso que se pueda imaginar. Estuve hasta las tres de la mañana escribiéndolo, y la verdad es que me entretuve un montón. ¡Ni siquiera me dieron ganas de mirar televisión o jugar en el computador! ¡Nada! Entonces usted se podrá imaginar lo feliz que me sentía esta mañana al mirar mi obra de arte esperando a hacerse famosa aquí en el colegio. La toqué por última vez antes de meterme a la ducha. Mi mamá me tenía listo el desayuno, asi que apenas terminé de vestirme me fui a comer. Nunca había comido tan rápido, señorita. Hasta las tostadas quemadas de mi mamá (que porfiadamente se resiste a botar el tostador eléctrico que lleva varios meses fallando) me supieron mejor que nunca. La leche... ¡por Dios señorita! ¡Incluso me tomé toda la leche!
Por fin llegó la hora de venirme al colegio. Señorita, si algún compañero me escuchara decir esto estaría condenado a las burlas para siempre, así que por favor, tratemos de mantenerlo entre nosotros. Así que subí la escalera a mi cuarto corriendo, impaciente por colocar mi obra maestra dentro de mi mochila y mostrársela a usted. Le aseguro que se sentiría orgullosa de mi. Pero entonces me di cuenta que no estaba. ¡Mi maravilloso cuento había desaparecido! Fue como si me sacaran el corazón con una cuchara, ahí mismo, mientras miraba con pena el lugar donde antes reposaba mi tarea. ¡Hasta la había anillado para que no se dañara! Mirando con más detenimiento, casi con lágrimas en los ojos (por pura impotencia, señorita, no vaya a pensar mal) me di cuenta que había algo sucio en mi velador. ¡Era una huella de mi perro señorita! ¡Es la pura y santa verdad! "¡Pastel! ¡Pastel! ¡Dónde estás perro de mierda!" Perdone la palabrota señorita, pero esto fue exactamente lo que sucedió. Así que corrí a buscar al Pastel (si, así se llama el perro). Lo busqué por todos lados, en la cocina mi mamá no lo había visto, en el patio no había nada, incluso me metí al baño por si se le había ocurrido esconderse en la ducha o algo, pero tampoco estaba. Finalmente lo encontré debajo de la cama de mi mamá. Todavía tenía pedazos de papel entre los dientes, y parece que se los quería sacar con el anillado, porque estaba mordiendo el espiral cuando miré debajo de la cama. No quedó nada señorita, ni siquiera una letra de mi maravillosa obra de arte. Así que muy triste, me vine al colegio. Y acá estoy ahora, tratando de completar mi tarea a tiempo. Usted sabe, si no me saco buena nota en este trabajo, probablemente tenga que repetir el año. Por este motivo, le ruego encarecida y humildemente que acepte este escrito como mi tarea. Creo que califica perfectamente, dado que la historia que teníamos que presentar era de tema libre, y de por lo menos quinientas palabras. Y créame señorita: de cuento lo tiene todo."

Por supuesto, pasé de curso. La profesora me felicitó por mi originalidad, pero me castigó de "semanero" (barriendo y ordenando la sala después de clases) por tres semanas. Fue el primer cuento que escribí.