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Cynthia I

Aquel día Cynthia se había levantado muy temprano para ir a la Universidad, donde estudiaba literatura. Era una estudiante brillante, de rasgos estilizados y cuerpo esbelto. Su pelo negro contrastaba con su rostro de tez pálida. No era muy alta como para sobresalir, pero el delicado fervor con que había sido tallado su hermoso cuerpo la hacía agradable a la vista.

Aquel día no era distinto de la recurrente monotonía con que se sucedían las semanas, los meses, y los años. El mismo ritual se seguía religiosamente, fuera el día soleado u opaco. Levantarse, bañarse, desayunar, coger el bus, estudiar, almorzar, estudiar, coger el bus... Su vida era tan predecible, que cualquier persona podría identificar el patrón sin mayores dificultades.

Justamente este detalle fue el que percibió un anónimo personaje que cada día admiraba la puntualidad de Cynthia. No era distinto a la mayoría de extraños que recorren las calles, cuyos rasgos anónimos se pierden en la marea de figuras humanas que llenan el pavimento en las horas más transitadas. La única diferencia entre este curioso personaje y el resto de mortales en la acera, era que él conocía a Cynthia. Sabía donde estudiaba, donde vivía, con quien vivía y hasta la marca de sus jeans. Ella, era muy cándida, y jamás ejercitaba la sana paranoia de mirar a las personas a la cara. Mientras que no se metieran con ella, todo marchaba bien.

Cynthia no salía de la Universidad a la misma hora todos los días. Ciertos días salía más tarde, porque debía entregar un trabajo, y prefería estudiar en la biblioteca, donde no había tantas distracciones mundanas. Aquel día, ella decidió quedarse a terminar un extenso ensayo de lingüística que debía entregar a primera hora del día siguiente. Después de que el sol ya se había ocultado, salió sigilosamente de la Universidad, sin siquiera pensar que era seguida de cerca por un extraño. Todos los días debía cruzar un inmenso parque, que separaba el estudio del ocio, y aquel día no era la excepción. Podía sentir el jadeo de alguien detrás de ella, pero no dudó ni un instante que se trataba de una de las muchas personas que hacen ejercicio a esa hora del día. Aquel día de invierno el firmamento estaba más oscuro de lo normal. Era dificil discernir las figuras humanas, y una densa bruma llenaba el prado de un aire sombrío.

De pronto, Cynthia sintió un pañuelo en su boca. Poco a poco fue perdiendo la conciencia y se desplomó sobre el piso... Cuando abrió los ojos, estaba atada de manos y pies a una cama. A su lado yacía el cuerpo mutilado de una mujer que parecía muerta.

Continuará

Cynthia II

Continuación...

De pronto Cynthia sintió un sudor frío que recorría todo su cuerpo. Por primera vez en su vida sentía el verdadero pánico: ese sentimiento de impotencia y angustia ante una situación potencialmente devastadora. Sus ojos derramaban tiernas lágrimas, que paulatinamente se acumulaban en la almohada sobre la que yacía su cabeza. Si no fuera porque un trapo sucio le cubría la boca, Cynthia daría los más desgarradores alaridos jamás escuchados por mortal alguno. En aquel cuarto oscuro y aparentemente abandonado sólo se escuchaba el sonido de una gotera, y los incomprensibles balbuceos de Cynthia. Pensaba para sus adentros: ¿Dónde estoy? ¿Por qué me han amarrado a esta cama? ¿Quién haría una cosa como está?... Pero las respuestas brillaban por su ausencia.
De un momento para otro, la mujer que estaba a su lado se empezó a despertar del letargo en que se encontraba. Al admirar su cuerpo desfigurado, horriblemente mutilado, empezó a llorar. Contrario a Cynthia, ella no estaba amarrada a la cama. Tal vez su cruel y sadístico victimario pensó que ya estaba muerta, y ni siquiera se preocupó por dejarla atada. Tampoco tenía un pañuelo en su boca, por lo cual su llanto era más audible. De todas formas, el trapo era innecesario, porque no podía musitar palabra. Su lengua había sido extirpada, al igual que sus manos. No tenía forma de comunicarse con el mundo. Tampoco podía liberar a Cynthia de las cadenas de la opresión, porque sus muñones (brazos sin manos) eran terriblemente burdos y descordinados. Trató, al menos, de retirarle el trapo sucio que cubría su boca. Después de pacientes esfuerzos, logró su acometido. Ahora Cynthia podía gritar con todo su ser. Ignorando la mudez de su compañera en aquel escenario lúgubre, el "diálogo" entre las dos se dio de la siguiente manera:

-¿Dónde estamos?!, dijo Cynthia, en un tono patético.

-Mmmmmm!!, respondió la desconocida.

-Qué te pasa, ¿no puedes hablar?

La anónima mujer asintió con el rostro.

-Está bien... yo te hago las preguntas, y tú me respondes con la cabeza, ¿ok?

La mujer asintió, y por primera vez se dibujo una sonrisa en su demacrada cara, como si aún tuviera alguna esperanza de salir de aquel infierno.

-Bueno... a ver... ¿Sabes en dónde estamos?

"No", fue el signo que hizo con su cabeza.

- ¿Conoces a la persona que nos tiene presas en este sitio tan horrendo?

"Sí"

- ¿Sabes cual es la razón de que estemos cautivas? ¿Por qué haría alguien algo así?

"Sí"

-¿Sabes donde está en este instante ese loco de mierda?

-"No"

La alcoba sólo tenía una puerta de acceso, pero estaba cerrada con llave. No había ventanas, ni ninguna señal que permitiera identificar la localización geográfica de aquel lugar. Las paredes era de un gris claro, y a simple vista se veían notables manchas de una sustancia rojiza que parecía ser sangre.
Intempestivamente, se oyó una llave girar sobre el agujero de la puerta. Los corazones de Cynthia y la mujer mutilada se pararon por un breve instante. La falta de aceite en las bisagras hacía que la puerta sonara de una forma espeluznante. El tiempo entre el sonido inicial de la llave y cuando la puerta finalmente se abría, parecía ser una eternidad. La figura de un hombre iba apareciendo lentamente por la abertura de la puerta. Parecía de una estatura alta y complexión robusta, pero el resto de rasgos erán menos claros, dada la luz tenue que iluminaba aquella cámara de torturas....

Continuará

Cynthia III

De pronto apareció aquel gran hombre, a quien Cynthia reconoció de inmediato. Se trataba de una persona con la que ella tuvo una breve relación, que no acabó bien. El asesino estaba violando la máxima del serial killer por antonomasia, Ted Bundy, según la cual el victimario debía conocer a su víctima, pero no viceversa.

-Probablemente me cogerán por tú asesinato, pero de todas formas, muchas otras han pagado ya el precio de tú traición, tú engaño…

-No!! Por favor… Reconozco que no fui muy justa contigo, pero jamás quise hacerte daño.

-Jajajaja… Ahora te haces la víctima inocente, eh? Hablas con alguien tan insensible y glacial como tú. Tus palabras no me engañan. Anticipo que intentarás suavizar mi corazón con vacuas palabras sin sentido.

-No, por favor… Si alguna vez fuiste católico, deja que Dios se encargue de las injusticias de este mundo, y no hagas justicia por tú propia mano.

-Soy un enviado de Dios, quien me ha encomendado la misión de eliminar a mujeres como tú, que deliberadamente desprecian a los hombres. La balanza está un poco desequilibrada, pero yo la equilibraré.

Tomando una cinta, el asesinó le cubrió la boca a Cynthia y amarró a la otra mujer a unas cadenas que colgaban de la pared. Puso a Cynthia en una posición tal, que podía observar perfectamente a esa otra desafortunada fémina.

-Ésta que vez aquí no será mi primera víctima. De hecho, ya perdí un poco la cuenta. Recuerdo bien las primeras 20 mujeres que até, torturé, y asesiné (como el famoso asesino en serie BTK-Bind Torture Kill); pero el resto viene a mi memoria como una densa niebla que opaca la nitidez.

-Mmmmm?!...-Cynthia emitía sonidos casi inaudibles que se perdían en la paredes de cemento del oscuro recinto.

La mujer atada a la pared lloraba ante la certeza de su inevitable y dolorosa muerte. El asesinó comenzó por acercar una mesa de rueditas, sobre la cual yacía una serie de cuchillos, martillos, cinceles y herramientas, que parecían de corte medieval.

-Vamos a ver… creo que comenzaré por los hombros.

Empezó a serruchar los hombros de la mujer con singular destreza. Se veía el esfuerzo que hacía desmembrando el tejido muscular y óseo que conformaba la conexión entre el tórax y los brazos. La mujer se desmayó después de gritar desesperadamente de dolor. La sangre fluía a cántaros, por la brecha que se había abierto de repente en el frágil cuerpo de aquella esbelta doncella. El asesino tuvo que ayudarse de un cincel para romper finalmente el hueso. Se veía como periódicamente salía sangre por el agujero. El corazón aún no sabía que aquel miembro había sido cercenado, y por eso seguía bombeando sangre hacia el inexistente miembro.

-No dejaré que se desangre. Debe estar plenamente consciente, para el siguiente acto de la función.

Tomó un pedazo de densa tela, y paró el flujo de la sangre. Posteriormente, cogió una jeringa con Adrenalina (sí, como en Pulp Fiction ) y perforó la placa toráxica, vertiendo el contenido directamente en el corazón. La mujer recuperó la consciencia en breve, sólo para darse cuenta de que sus brazos habían sido extirpados del cuerpo, como si de un cáncer se tratara.
Cynthia lloraba desesperadamente y se desmayó de la impresión de ver aquel espectáculo tan desagradable.

-No podemos perder a nuestra audiencia así de pronto…-pensó el psicópata.

Cogió un poco de alcohol etílico y lo roseó sobre un pañuelo. Cogiendo la tela con la mano, la presionó contra la nariz de Cynthia. Ésta fue recuperando su conciencia paulatinamente.

-Excelente… ahora supongo que debemos continuar con el show.

Con una sierra eléctrica que había colgada en la pared, comenzó a cortar las rodillas de la infortunada joven. La sangre surgía a borbotones, al igual que los restos de cartílago destrozado. Los meniscos habían sido rotos por la presión de los dientes de aquel implemento tan pavoroso, otrora usado en famosas películas de terror. La mujer se volvió a desmayar del dolor, al igual que Cynthia, quien perdió de nuevo la conciencia.

-Me estoy cansando de la falta de cooperación…

El asesinó fue a buscar unos electrodos, que pacientemente colocó en la base del cráneo de ambas mujeres. Conectando los cables a un estabilizador, empezó a pasar una corriente que de inmediato despertó a las mujeres de su sopor.

-Si no quieren que vuelva a hacer eso, por favor traten de no quedarse dormidas en medio de la función. Eso lo considero una afrenta personal, tratándose de la obra maestra de un artista de mi talla. Thomas De Quincey habría estado de acuerdo conmigo.

La mujer seguía llorando, y sus ojos reflejaban un sufrimiento inaguantable. Cynthia también lloraba y musitaba palabras inaudibles.

-Calma, mi bella doncella, que lo mejor viene a continuación.

Lo siguiente que hizo el asesino fue coger un cuchillo especialmente largo, con el cual penetró el estómago y las vísceras. Después de una serie de incisiones, extrajo una serie de repugnantes tubos que conforman el aparato digestivo de todo mortal. Cynthia podía percibir el olor fétido a materia fecal y a bilis fresca.

-No te vayas todavía, que voy a cocinarte un plato muy especial.

Finalmente, el psicópata cercenó la cabeza con una hoz, muy parecida a la tradicional arma que utiliza La Muerte, y se llevó ésta y los intestinos para la cocina.

-Me tomará algún tiempo preparar este manjar. Espero que no intentes escapar, porque eso sería un intento frívolo y fútil, definitivamente exasperante.

El cuerpo desmembrado y sin vida de la mujer todavía permanecía atado a la pared.

Continuará…
Cynthia IV


El asesino trituró los sesos, y los insertó en el intestino.

-Cynthia, acá tienes el manjar tan esperado.

Cynthia vomitó copiosamente, de la repugnancia que le produjo la mezcla de sesos, materia fecal y tejido intestinal. El hombre estaba preparado para este inconveniente, recogió el vomito en una copa, lo licuó, y se lo dio a beber.

-Nada se debe desperdiciar.

Cuando estaba a punto de darle a beber su propia inmundicia, sonó el timbre.

-¿Quién podrá ser a estas horas? Ya vengo, y espero que estés más dispuesta cuando regrese.

Cynthia pensaba en su interior:

-Esta es la única posibilidad que tengo de escapar…

Su cuerpo estaba amarrado a la pared, pero la mesa con los instrumentos de tortura se encontraba a corta distancia. En medio de dichos utensilios, había armas blancas, cuyo filo podría liberarla del yugo que la esclavizaba. Los nervios se apoderaron de Cynthia, y gruesas gotas de sudor surcaban su rostro.

-Tengo que alcanzar ese cuchillo… Tengo que lograrlo… Es mi única oportunidad de sobrevivir…

Por otro lado, unas escaleras llevaban de aquel infernal cuarto a una biblioteca y de ahí, al pasillo principal de la casa. Al final, se encontraba la puerta de entrada. El hombre abrió la puerta.

-¿Buenos días, como está? Soy policía. Sus vecinos me han informado de extraños olores provenientes de su casa. Adicionalmente, afirman que frecuentemente saca bolsas negras de basura, de un tamaño inusualmente grande. He venido a investigar estos hechos. ¿Podría entrar?

-¿Tiene orden escrita?

-No… pensé que no era necesario… Usted sabe, sólo quiero comprobar que no hay nada fuera de lo común. No quisiera perder la venida hasta acá.

-Me da mucha pena, pero usted no puede ingresar a mi casa así como así. Debe mostrarme una orden escrita de cateo.

-Si no tiene nada que ocultar, ¿por qué tanto problema con que yo entre sólo 5 minutos?

-No tiene nada que ver con que yo quiera ocultar o no alguna cosa. Simplemente, conozco la ley, y le repito, podrá entrar cuando haga las cosas correctamente.

-Está bien… pero volveré y la próxima vez no habrá excusa alguna.

El oficial se fue irritado y refunfuñando. Era la primera vez que alguien se negaba a dejarlo entrar a una casa. Desafortunadamente, se había topado con alguien que sabía algo sobre procedimientos legales.

Mientras toda esta escena sucedía en la puerta de la casa, Cynthia luchaba contra el tiempo.

-Tengo que lograrlo…

Ya casi alcanzaba el cuchillo con sus manos.

-Un poco más…Eureka!!

Había cogido el cuchillo con una mano. Empezó a cortar el cuero que la sujetaba a la pared. No parecía algo sencillo, dado el grosor de las bandas que recorrían su cuerpo en sentido horizontal.

Cuando estaba a punto de liberarse, escuchó el sutil sonido de pisadas en la escalera.

-Debo apurarme… Ya va a llegar…

El psicópata entró en el oscuro cuarto, y al prender la luz, se percató de que Cynthia no estaba donde la había dejado.

-¿Donde se habrá metido?

Mientras pensaba esto para sus adentros, sintió un duro golpe en la cabeza, que lo dejó momentáneamente inconsciente…

Cynthia: Capítulo final

-… Mmm…¿Donde estoy?

El psicópata sentía un dolor en la sien y un intermitente letargo que cual brebaje soporífero anestesiaba sus sentidos.

-Ahora que vas a hacer, ¿eh? Maldito loco demente!! Podría exhibirte como un trofeo en cualquier feria de excentricidades de la ciudad, bajo el rotulo de “Monstruo caníbal asesino, etc, etc, etc.”

Cynthia estaba por fin en la posición dominante, que otrora había ocupada su victimario.

-¿Qué quieres de mí? Tú eres la culpable de mis desgracias. De la ira que me consume todos los días, al recordar el amor no correspondido.

-Yo, ¿culpable? Bah! Desde el comienzo te dije que no me interesabas, que esta relación era banal e imposible.

De esta manera seguían discutiendo apasionadamente nuestros personajes, cuando por la puerta de atrás de la casa, la policía hacía su entrada.

-Maldita perra de mierda!! Has lo que quieras conmigo. De todas formas, nos veremos en el infierno.

Cynthia se ofuscó muchísimo, y agarró el cuchillo más grande que encontró sobre la mesa de torturas.

-Ahora verás de lo que soy capaz, maldito imbécil…

Y cuando estaba levantando el cuchillo para asestar el golpe mortal a su enemigo, entró la policía, con revolver en mano.

-¡Suelte el cuchillo con cuidado y ponga las manos arriba, señorita!

-Oficiales, esto no es lo que parece. Este señor trató de matarme y yo en defensa propia lo até a la pared.

-Eso está por verse. Por ahora, lo único que sabemos es que usted fue agarrada in flagrante delicto cuando atentaba herir a este señor. Tendrá que acompañarnos a la comisaría.

El asesino aprovechó para proferir unas palabras:

-Gracias a Dios que llegaron a tiempo… esta señora histérica entró a mi casa por el patio de atrás y me amenazó con herirme de muerte, si no le daba plata. Si no es por ustedes, yo estaría muerto en este instante.

-¡Mentiras! ¡¡Todo es una sarta de mentiras!! Fue él quien me raptó en el parque mientras volvía de la universidad por la noche.

-¡Silencio! Esto lo definirá la ley en su debido momento. Mientras tanto, los dos deberán acompañarme a la estación de policía. Usted, señorita, debería saber que todo lo que diga podrá ser usado en su contra.

Cynthia fue esposada y llevada a la estación, junto al asesino, quien se escondía bajo un manto de inocencia.


Epílogo:

En un juzgado Cynthia fue condenada a una pena de varios años por acceso violento. Dado su estado mental, el juez del caso decidió conmutar su condena de la cárcel a un centro psiquiátrico especializado. Además, la Justicia consideró que debía pagar una cara indemnización por daños personales.

La policía nunca pudo hallar el cuerpo de la otra mujer, ni ninguna otra prueba que incriminara al psicópata. Salió prácticamente libre, desde que Cynthia fue aprehendida por la policía.

Cynthia se encuentra en estos momentos en un hospital psiquiátrico de Ciudad de México, mientras que el psicópata volvió a Colombia, su país natal, donde se desempeña como gerente de una prestigiosa compañía multinacional.




Texto agregado el 10-05-2007, y leído por 1439 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
10-06-2013 SABES? DESPUÉS DE TANTOS AÑOS, LEO DE NUEVO TU TEXTO Y ME PREGUNTO QUÉ FUE DE TI... ME GUSTA, DEBERÍAS TALLEREARLO MAS... UN SALUDO MUJERDELOASIS
29-07-2008 ******* laquesoy
12-07-2007 Me dejaste con la boca abierta!!!!! Es uno de los mejores textos sádicos que he leído, tiene una trama inesperada, y la intervención de la policia se parece mucho a la de algunos países. Froilan
01-07-2007 Sabes??? he oido que Cynthia aún va al psiquiatrico...pero dicen por allí..que se volvi muy fuerte...y ahora busca venganza...que bueno esta tu texto!!mis 5* mujerdeloasis
05-06-2007 que final para esta historia, asi es la justicia no??? por algo es ciega, pero algun dia... tal vez, las descripciones son muy buenas y pude ver todo lo que sucedia a la pobre desgraciada de cynthia, ojala que en el psiquiatrico le vaya mejor. mis *s Mewpher
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