Solos, en compañía de la luna, se amaban sin parar. El acariciaba sus curvas, que no paraban de bailar. Entregada en sus suspiros, enloquecía cada vez más, sus cabellos rojos y lengua, solo lo envolvían de pasión.
Gemidos de placer llenaban sus bocas, que entrelazadas expulsaban llamas de pasión.
Sus manos grandes acariciaban sus senos, que entregados bailaban para sus ojos, emanando un aroma seductor.
El, loco de amor, solo se transformaba en una bestia celestial.
Asomando su roja espada, solo clavaba su bendición.
Amándose sin control, entendían que su amor, superaba cualquier dolor.
Solos, en esta oscuridad, perdidos en el éxtasis y jurándose amor eterno, no lograban calmar tanta pasión.
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