El estaba sentado esperando que llegara el tren. Ella lo saludo cordialmente, se sentó a su lado.
-Buenas tardes señorita - dijo el padre.
-¿Cómo esta usted? -respondio la hija.
-me dice la hora-
-un cuarto para las cuatro- contesto ella.
Su mirada perdida en el tiempo empezó la remembranza hacia su madre, la francesista como solía llamarla, y que el la estaba esperando.
Ella le prestaba mucha atención, él le empezó a contar que la madre era hija de colonos franceses que llegaron en un barco, pero la mayoría medios moribundos por una epidemia de peste, y al poco tiempo los padres habían fallecido y que la madre de él fue criada por gente extraña en esas frías tierras.
Preguntaba nuevamente la hora, empezó a inquietarse. Tiraba de la ropa, como buscando la hebra, ella le ofreció galletas, comió un poco, lo otro lo guardo en sus bolsillos
-¿Cuántos hermanos tienes?
Él giro la cabeza - dos, el mayor fue becado por los curas, ocupando cargos en la armada. Yo también fui militar – exclamó – pero no soporte la tiranía, tuve problemas con un superior y fui dado de baja. Después fui mecánico tornero en una empresa importante ”mafroy" -sus ojos brillaban con orgullo, dejando caer una lágrima en sus puños
- ¡Mi mamita pronto llegará!-
-¡que bueno!- exclamó la hija.
Horacio Quiroga plasmo que de sueños, trastornos, esperanza presumimos en nuestra vida
“Hombre muerto”
Sus ojos perdidos en el tiempo hasta que se fue apagando su luz propia.
Estaba cansado de esperar. Preguntó con mucha amabilidad
- usted señorita de donde es-
Ella lo miro dulcemente, le dio un beso en la mejilla y contestó ” la nieta de la francesita, señor”
Se retiró pero antes le dio un abrazo fuerte.
Al romper el alba siguiente sonó el teléfono comunicándole que su padre había fallecido.
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