El despertar del cíclope
Un día, sabiendo de mis fuerzas acumuladas en el más allá, regresé a la vida que los mortales muy poco disfrutan. Estaba todo tempestuoso y en ruinas, no se puede llorar por unas cuantas casas, decidí construir con la poca de magia que me quedaba, un pequeño jardín con forma de medialuna.
Y las horas volvieron a ser felices y los días menos tempestuosos, en el centro de la medialuna germinó de la tierra hasta volverse corpóreo, una glorieta con un trono en el medio, -¡esto ahora es vida!-, declaré, de aquí en ya, las preocupaciones ajenas, no podrán quemar las flores con la herrumbre y su oxido. Desde aquí, se podrá ver la otra parte de la cruz del sur y sonreírle dichosamente.
Y me senté en el trono arrojando el báculo por los aires. En la tierra en donde cayó el bastón, por gentileza de la misma, vi brotar un manantial y un manzano con frutos verdes. El lugar ya no es preciso, pero cerré los ojos y volví a dormir mí primer sueño como hombre, un sueño del que es imposible despertar por que es solo el sueño de
un personaje que rompió el círculo de Adán y su maldición, su propio engaño.
Despertaré con mi costilla intacta ahora...
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