Mi corazón
es un deposito de piedras,
un doloroso y débil viento,
arrasó la mañana.
Y llueve tu recuerdo.

-Siempre llueve cuando agonizo-

Y el cuerpo busca
la lengua de la muerte,
para sostenerse
de los sonidos mudos.

-Relojes trabajando en el olvido-

Polvorienta sombra
te volverás
y yo celebraré
este adelantado invierno
y este lúgubre temblor
de mi alma incompleta.

-Siempre llueve cuando muero-

Pero la muerte no me libera
de tu distancia,
desciende por las piernas
y un fantasma con tu rostro,
flota como una ola de aire
y observa,
la inmovilidad de mi carne.

-Hoy el vino me queda chico-

Hoy la luna esta roja,
sangra por tu sonrisa,
camina por la espalda
de nuestra cobardía
y se arrincona,
en este cementerio
de huesos acorralados,
de estas desconsoladas
arterias espesas.

-M i alma se viste de cenizas-