Atribúyelo a la música de fondo (me encanta como suenan las olas), o atribúyelo a la corriente de aire que pasa entre las palmas de esta terraza lejana de todo ser viviente.
Atribúyelo a que tienes la piel dorada por el sol, gracias a esta caminata en silencio que duro según mis cálculos solo una fracción de segundo, y según el reloj (de arena, por supuesto) dos horas de hundir pisadas entrelazadas en arena húmeda.
Como sea, y por lo que sea, debo decirte que me sublima la belleza de tu cara en reposo, de tus brazos -seguramente cansados- rindiéndose encima de mi cuerpo, de tu espalda que no es un mundo, tanto como MI mundo, en donde vivo cuando hace falta a donde huir.
Atribúyelo en fin a la borrachera de beber tanto amor en las rocas, y un poco de jugo de lima mezclado con tu sudor, por que no encuentro mas razones para decirte -sin temor a arrepentirme en 30 años-, que la neurótica paz que me producen los momentos posteriores a amarnos, son incomparables a todo en el universo conocido.
No es cansancio, No es relajación, No es autismo propio del amante ausente.
Es YO, es TU y tu cuerpo inerte
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