A lo lejos puedo divisar mi imagen, borrosa, intangible, ahora desterrada de ese lugar al que nunca pude llegar
Me veo cansada, sucia y con olor a sangre fresca.
Motivos no me faltaban, me habia llevado demasiadas desilusiones con él, por mas que le dijera, le suplicara que ya no queria más, nunca me hacía caso.
Se aparecia con cara de inocente, sin preguntar nada, esperando una respuesta con sonrisa al final. Como una estupida, terminaba creyéndole.
Entregué mi cuerpo, mi ser, a todos sus deseos. Siempre sin pedir nada a cambio. Trasnochaba abrazando su imagen divina, hasta que finalmente perdi la cordura.
Demasiado soporté. Demasiadas noches deje a su suerte.
Finalmente esa tarde de febrero, fue mi cuerpo el que no aguantó. Se desprendió de mi conciencia y me llevó al odio, a un infierno de realidades desconocidas para mi
En ese momento la humanidad atravesaba mi frente junto con las gotas de sudor, mi corazón palpitaba y mi respiración era agitada.
A medida que mis lagrimas mojaban el cobertor de la cama, poco a poco su cuerpo perdia la forma, su esencia se derramaba con la sangre.
Asi fue como esa tarde mate al amor. Asi me converti en un monstruo desalmado. Por eso ahora, estoy en esta cacel sin barrotes, en esta prision sin limites fisicos, en este inmundo paraiso del horror. Con esta condena, tengo tiempo para pensar, e imagino que seguramente si aguantaba un poco mas él habria acabado por matarme a mi.
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