El día y la hora ya están marcados para que todo termine, para que un alma vuelva a su lugar de origen y la vida en la tierra pueda continuar. No hay remedio, no hay salvación, no hay ni siquiera la leve sombra de una esperanza.
Ella, con miel de más en el cuerpo, con años encima que aunque su rostro no denota, ni su alma, su cuerpo ha resentido, y su piel y sus hormonas también. Él, más joven, menos experto, menos maduro, con rocas dentro, de las que producen alucinaciones y esquizofrenia, pero luchando por controlarlas. Entre ellos hay algo fuerte, sagrado, hermoso, se cuidaron, se amaron, pero a veces los planes fallan.
Y un ángel, producto de esa unión donde no debería haber más que amor, busca aferrarse a cualquier pared, pero le quitan su almohada. Pero no es desamor, es no arriesgarlo a venir mal, a estar incompleto, a ser diferente. No hay un rincón a dónde huir, en dónde esconderse. Si viene, ella muere, y si viene, puede venir mal.
Es el error, es el horror. ¿Porqué el amor físico puede producir tanto placer y satisfacción? ¿Y a la vez ser el motor de una historia de muerte para un inocente? Si pudieran volver el tiempo atrás... Pero lo hecho ya no se puede cambiar y ahora hay que afrontar con frialdad, con responsabilidad... con el corazón hecho pedazos y con las entrañas hechas trizas... ¿Se valdrá rezar? ¿Dios escuchará su plegaria? ¿Se valdrá proponerse no volver a suceder? ¿Se podrá cumplir? ¿Podrán hallar calma en el silencio de la noche?
...que no sople el viento esta noche...
...que no aparezca la luna...
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