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VEINTE

Y siento que sólo puedo estar con alguien cuando te escribo, me he ido botando, poco a poco, en estos últimos días, no he hecho la cama, no he lavado platos, aunque no he acumulado muchos, no me dan ganas de prepararme nada para comer, pero igual como algo, esta vez una sopa-para-uno, un plátano con miel, con el que me acuerdo de ti, que a veces te comes un plátano con miel, luego me serví un whiskie, no quiero acostumbrarme a tomar un trago todos los días, siempre me ha disgustado saber de gente que poco a poco va cayendo en el alcoholismo por la costumbre de tomarse un trago al día, no será mi caso, pero eventualmente me tomo uno, con mala conciencia, cuanto tiempo aguantaré esta soledad, no lo sé, se me hace eterna la espera por tu llamada nocturna, cada minuto un sorbo del vaso, he vuelto a fumar, y no quiero que sientas que es por ti, es la soledad, Antonia, por eso quiero empezar a ir a un gimnasio, llenar de un modo más sano el tiempo sin ti, hoy fui a la Guay y a un gimnasio en Bosques de Montemar, no debe pasar una semana sin que esté yendo a un gimnasio, o por lo menos empezar el año yendo a uno, pero definitivamente no sirvo para estar solo, no quiero que mi vida en los próximos años sea esto, nunca viví así, cuando estudiaba y estaba lejos de la casa de mis padres viví siempre con amigos, con el Vitucho, sobre todo, y con el departamento siempre lleno de amigos, nunca viví un período tan largo de mi vida en esta soledad, ¿puedes entender ahora porqué me alegro tanto cuando te veo? eres mi amor, pero también mi amiga, y mi compañía, los días contigo, las horas contigo, son todo el tiempo que tengo de verdadera compañía, de verdadera amistad, tus llamadas me ayudan a soportar el día, y ahora ya son casi las once de la noche y sólo he recibido un mensaje tuyo, como a las diez, luego que hablamos cerca de las seis, ¿qué estarás haciendo? ¿estará todo bien en tu casa, con Alfonso en ella?, y una tonta paranoia me lleva a hacerme mil conjeturas ¿me irá a llamar? ¿tendré que esperarla hasta muy tarde? Y entonces no me acuesto, escribo y escribo, y algo que empecé a hacer como una especie de deber para con nosotros se ha ido transformando en una necesidad, en una forma de estar contigo, de hablar contigo cuando tú no estás, cuando no me llamas, y pasan los minutos, y así como pasan los minutos pasan las horas, y los días y las semanas, y de pronto me encuentro con que ya estamos a 22 de diciembre, y entre tanto hemos vuelto a estar juntos, incluso te he vuelto a secuestrar para traerte a Viña, sólo anteayer, el lunes, y ya parece que hubiera pasado una semana, y que faltara otra para volver a verte, pero estarás en Viña para nochebuena, no a mi lado, la pasarás con tu papá y tus niños, pero mucho más cerca, podré sentir que estás ahí, y nos podremos ver ese día, y el sábado y el domingo, y la pena por no tener a mis niños será menos amarga, además la Quenita estará acá, vendrá mi hermano con su familia y pasaré nochebuena con ellos, aún así será la nochebuena más distinta que habré pasado desde hace veinticuatro años, casi como invitado, ya no seré el viejo pascuero de mis hijos, el que les armaba el show cada año, y que les hizo creer hasta grandes en el viejo pascuero, así como yo no dejé nunca de creer en él, porque cuando yo tenía cinco años, vivíamos en Antofagasta, yo lo vi, no es que me lo haya imaginado, Antonia, te juro que lo vi, pero no como esos niñitos que lo ven en el mall y creen en él, yo lo vi con trineo y renos volando en el cálido cielo crepuscular del verano antofagastino, era de verdad, aún hoy lo puedo recordar perfectamente, así es que yo pude decirles a mis hijos, sin mentirles, que el viejo pascuero existe, y cuando empezaban a dudar yo les podía rebatir sus dudas con mi testimonio indiscutible, y entonces nada me impide pedirle un deseo, escribirle un correo pidiéndole un regalo para este año que se acerca, el año en que cumpliremos dos años juntos, casi el mismo día en que yo cumpliré mis cincuenta años, y qué cincuenta años serán éstos, con una vida recién iniciada, lanzado a la aventura de construir todo de nuevo, luchando por un futuro junto a ti, sin un rincón para mí más que este departamento arrendado, en que lo único mío es mi ropa y mis libros y mis sábanas y mi soledad, pero también nuestros días de secuestro, alguna noche que te has quedado conmigo, el recuerdo dulce y doloroso de tu piel y tus besos, la esperanza de otros días y otras noches junto a ti, el sueño de otros días, todos los que nos queden de vida, en un lugar que sea nuestro, en una vida que sea por fin la vida nuestra, nuestros días y nuestras noches, ya no más devolverte, ya no más el “ya, llévame”, ya no más empezar a contar las horas en reversa hasta de nuevo separarnos, he ahí el regalo que le pediré al viejo pascuero esta navidad, el regalo que te pediré a ti para el resto de la vida, no pido más que eso, no se te ocurra traerme ningún regalo, sólo una promesa, que me puedes entregar esa noche, decirme “yo también quiero estar junto a ti por el resto de mi vida, y voy a luchar con todas mis fuerzas para que eso sea posible”, no te pido que me digas que eres mi novia, ya me quedó claro, no sé que es lo que me quedó claro, pero ya sé que no debo pedirte que seas mi novia, sólo te convertiré en mi novia, simplemente, tú no te darás cuenta, serás mi novia, eres mi novia, Antonia, ahora que ya ha pasado un mes, o más, desde la última vez que te escribí algo en este diario, y ahora estoy, estamos, pero en estos momentos tú no estás, en el hotel “La Casona”, en Copiapó, estamos a 1 de febrero de 2005, viajamos el domingo, nos quedamos esa noche en La Serena y continuamos viaje ayer lunes en la mañana, paramos a comernos una paila de huevos en un sucucho caminero en Vallenar ¡la princesa comiéndose una paila de huevos, dónde se ha visto!, y luego seguimos viaje, llegamos a Copiapó como a la una y media de la tarde. Ésta es tu semana de trabajo y mi semana de vacaciones. Tú estarás hasta el jueves haciendo entrevistas en Copiapó y Caldera y yo te esperaré para traerte y llevarte, y después del jueves haremos algún tour regional y luego volveremos a Viña, y la próxima semana saldremos hacia el sur: Penco, Lebu, Valdivia, donde tengo que revisar algunas capillas que voy a ampliar o remodelar, y luego seguiremos hacia el sur, ya de paseo, a lo mejor llegaremos a Chiloé, a lo mejor nos quedaremos por la zona de Frutillar y Puerto Varas, y después volvemos a Viña, y estas dos semanas serán nuestra primera luna de miel 2005, después que no viajábamos juntos desde octubre, cuando fuimos a la inauguración del lodge en el Paine, ya estábamos perdiendo la costumbre, tomando en cuenta que habíamos logrado marcar un promedio de un viaje cada dos meses, y ahora llevábamos casi cuatro meses sin salir juntos, sin dormir juntos una noche entera, sin despertar junto a ti, mi amor. Pero este año ha de ser un año especial para nosotros, el año de nuestros dos años juntos, el año de mis cincuenta años, el año en que daremos pasos ciertos para poder estar más cerca, para sentir que nuestra vida juntos es posible, aún quedan tantas vallas que superar, pero las superaremos, no todas aún este año, no podemos ser tan ilusos, pero avanzaremos, princesa, avanzaremos cuanto podamos ¿verdad?, como de repente avanzó el año y me vino una prolongada sequía de escribir, y ya estamos a mediados de junio, cómo pasa el tiempo, y leyendo para atrás lo que hasta ahora he escrito (no todo, claro, sólo las últimas páginas) me encuentro con tanta sensación, con tanto sentimiento, con tanta promesa que siguen ahí, como la soledad de este departamento, nuestros días, nuestros avances y nuestros estancamientos, Alfonso y sus apariciones, lo que ellas me causan, pero también nuestras alegrías, nuestros viajes, en febrero, efectivamente, luego del viaje al norte nos fuimos al sur, no sin antes hacer un tour espectacular al salar de Maricunga, al cerro Tres Cruces y casi al Ojos del Salado, anduvimos a más de 4000 metros de altura y yo casi me morí de la puna, tuviste que manejar tú y bajarme hasta el control fronterizo, donde me pusieron oxígeno para devolverme un poco a la vida, las pasé negras, vomité hasta el alma y me sentí morir, pero lo pasamos bien ¿verdad?, y después volvimos a Viña en un viaje previsto para dos jornadas, con escala en La Serena, que se transformó en un viaje maratónico sin escalas directo a Viña, porque tuvimos que seguir viaje a medianoche, luego de recorrer inútilmente La Serena y Coquimbo en busca de hotel, al final llegamos a Viña cerca de las cinco de la mañana, directo a Reñaca, pero al final fue rico llegar a dormir al departamento, y la semana siguiente nos fuimos al sur, y llegamos hasta Chiloé, y ese fue nuestro verano, y después iniciar el año, igual a todos los otros años, sin grandes cambios, seguir viéndote los martes en Santiago, seguir intentando secuestrarte todos los Viernes para traerte a Viña, no siempre se puede, seguir viviendo la soledad de este departamento, y así otro año más.


Texto agregado el 07-05-2007, y leído por 198 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
26-06-2007 En un momento determinado dejé de leer este texto, así te lo confieso, Kucho. Aprende a estar solo, es muy bueno, vivirás acompañado siempre. Así es la vida de contradictoria, y no se equivoca nunca, la vida. Que no te enreden, que no te enreden, compañero, Kucho, que no te enreden... ¡Buena suerte! maravillas
31-05-2007 Yo no me sentiría tan solo teniendo este diario como refugio (al fin y al cabo), ni esos viajes para el Norte para el Sur, para los lindos recuerdos; a lo mejor no lo notas pero tu vida tiene intensidad (que le llaman), pero claro, ¡el amor! quilapan
12-05-2007 A medida que voy leyéndote, me detengo en los detalles. Sé que pasó tiempo... Cuanto más pase y la memoria logre ciertos olvidos, aquí estarán tus escritos, como diarios de viaje del amor de ustedes lilianazwe
11-05-2007 Me conmueve tanta ternura con esa sensación del lejano prófugo y de la leve certidumbre de un amor en roce, de un amor que toma sutilmente los pocas espacios que habitan entre desamparo y desamparo allí donde la miel prospera. baronrojo
 
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