Si te tengo entre manos,
es porque no quiero que te escurras en el tiempo,
te fugues como la arena con el viento,
que levites y te pierdas en la brisa,
partiendo en mil pedazos,
convirtiéndote en parte del ambiente,
y dejándome solo el olor de tu esencia.
¿A donde iras, si es que decides partir?
¿Acaso no basta con que este aquí perplejo,
observándote mientras se va esfumando la noche,
dibujas un paisaje en acrílico,
con tu luz,
tu convergencia con el mar y estableces el limite con el cielo?
Yo le protesto al tiempo,
para que haga de estos pequeños momentos eternos,
y que me permita guardarlos,
para cada mañana volverte a recordar.
Si es que sin ti,
el día es insulso,
tú marcas el principio y fin,
día a día,
Eres quien alegras,
revitalizas y sanas,
con cada aparición,
a quien se digne a observarte.
Ahora que te estas desvaneciendo,
te confieso que no caben más imágenes dentro mío,
que las que me has dado.
Si te marchas,
siempre volveré a este sitio,
para ver si te puedo volver a encontrar,
a ti,
mi amanecer predilecto.
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