No creo que te acuerdes de mi, seis meses llevo siguiéndote los pasos y todavía no sé tu nombre. Hace exactamente seis meses, desde mi ventana del hostal cercano a la plaza Cataluña, te vi subir las escaleras del metro. Era una tarde sombría de invierno, me encontraba apoyada en el balcón desnuda, como una recién nacida, cubierta sólo por una manta apolillada. pretendía prender un cigarrillo, tomar algo fuerte para recobrar el calor del cuerpo, mas cuando te vi, nada de lo anterior fue necesario, tus azules ojos penetraron los míos cafes, estremecí como nunca antes lo había hecho. Me vestí con lo primero que encontré, corrí tras tuyo por callejuelas que en mi vida había visto y aunque moría de ganas de detenerme y observar, no podía despegar la mirada de tu morena cabellera, necesitaba que me miraras una vez más a los ojos, empaparte con un beso y luego soltarte, dejarte ir. Pero saber que por lo menos por un minuto fuiste mío.

Te detuviste de pronto frente a la vitrina de un café. estaba desierto, salvo por una rubia con aires de superioridad, quien creía ser la más bella del mundo, o al menos eso aparentaba; fumaba mientras se rascaba la cabeza y miraba atenta al reloj. Entraste. Te sentaste junto a ella, por un tiempo, que me pareció eterno, se miraron pero no pronunciaron ni una palabra. Ella te besó, sentí que me quemaba por dentro, pero se podía ver que su beso no era con amor. Mal apagó el cgarrillo en el cenicero por lo que emanaba del mismo un recorrido de débil humo hasta estrellarse en el techo. Dejó un billete sobre la mesa y se fue sin decir ni una palabra. Tenías los ojitos cansados y tristes. Más que nunca te quería tener entre mis brazos, sentir tu cuerpo junto al mio y escuchar a nuestros corazones apresurados latiendo al unísono. Iba a entrar en ese momento, dispuesta a presentarme. Te perdí de vista mientras caminada hacia la puerta, la abrí, sólo para encontrarme de frente contigo, verte saliendo del local, hablando por teléfono, me miraste como si me conocieras de algún lugar remoto, me paralicé y tu seguiste tu camino, perdiéndote entre la multitud hasta que te dejé de ver por completo.