Me desperté queriendo explicar mi inspiración,
el amor y la vida.
Me desperté y pensé,
si estoy escribiendo y estoy pensando,
debe ser por algo.
No quiero pensar en una iluminación
ni mucho menos en un destino,
me gusta pensar en una catársis e inspiración,
en una liberación.
Pero si no pensara, no necesitaría desahogarme.
Aunque eso es inevitable para un ser humano,
para un ser sensible y lleno de escencia.
Ya pensando el desahogo es necesario,
es como el agua, es vital.
La poesía es mi desahogo,
el escribir es mi pasión.
Al escribir pienso. ¿Cuál es la inspiración?
Y veo que es el sufrimiento.
Muchos poetas hablan de amor y corazones destrozados.
Muchos sufriendo se inspiran,
pero yo quiero escribir felicidad.
Me pongo a pensar.
Talvéz si estoy feliz
no siento la necesidad de expresar,
me da una pereza increible esforzarme ya que no brota sola.
Aunque luego pienso en el extremo,
en una exultante alegría que me de inspiración.
Llego a pensar si dejo de expresar,
rapidamente piedo la emoción,
escondo mi felicidad y la dejo de disfrutar.
Me pongo a pensar en tantas cosas al despertar
que prefiero simplemente continuar con mis escritos,
amar, cantar y vivir.
Si no hay miedo hay amor
y si no hay amor hay miedo,
violencia e inseguridad.
Que perfecto sería todo si no hubiera miedo
y con el envidia, codicia y demás obstaculos a la felicidad
que crea la humanidad a la humanidad misma.
La naturaleza es felicidad, compasión, justicia.
Una posición de amor, revela mi sueño al despertar,
amor y compasión,
nos haría disfrutar la felicidad
de nuestra escencia
y disfrutar todo ser que se cruza en nuestras vidas.
Entendimiento, compartir y comunicar,
pero ¡nunca!
dejadez y conformidad
¡Justicia!
¡Justicia!
¡Justicia!
La lograremos entendiendo el amor y la compasión.
¡Quiero vivir en una utopía!
¡Quiero despertar ya!