Los días solitarios pasan y mi interior sigue encendido con ese fuego,
ese fuego que no se apaga ni pasa desapercibido entre las débiles llamas comunes,
lo enciende la quimérica nostalgia de lo que no ha partido de la vida mia.
Las voces de mis días recién pasados me gritan a todo volumen con música de locura,
me jalan fuertemente, violentamente a la pasion vehemente que vivo a diario,
junto a esta ilusión distanciada en la realidad del espacio,
pero no de mi mente ni del tiempo absurdo que me tenta aveces, asustando y cambiando bruscamente pasiones por pavores.
Sea la realidad cual sea, el instante, sea presente o pasado es lleno de un frenesí y una entelequia fuera de este mundo, universal, total por el simple hecho de tener la vida en manos de este duelo indefenso en el que mi corazón segrega agua en vez de sangre y mi cuerpo caricias, besos y nerviosismo ante tal divinidad que me vuelve parte del todo con increible sutileza que puede ser amor, como puede ser también obsesión.
Pero si me ahogo en un mar obsesionado mi peso me atrae insesantementeal suelo de esta locura, dejandome ver que no hago mas que adorar esta oleada de tí que espero que nunca me dejen de ahogar o que si me deja no vuelva mas.