Coleccionar el momento…



Cuando llegué a esta escuela, lo primero que pensé fue “Espero que me vaya bien aquí” Hoy, cerca del final, pienso “No solamente me fue bien aquí, aquí viví” Aquí, entre las bancas de un salón y las hojas de los árboles, entre los libros, los amigos y las risas, las lágrimas, los amores y las desilusiones.

¿Quién no encontró en éste lugar un amigo incondicional, un enemigo a muerte, al amor de su vida o a un profesor que le dio una lección de vida y que alentó sus ilusiones de terminar una carrera? Habría que hacer un inventario de todos los recuerdos y experiencias, creo, pero ¿Quién podría? Yo no. Son tantos. Son tantos y se nos van.

Se nos terminan los días soleados para correr por los pasillos. Se acaban las tardes de sentarse en una banca bajo un árbol a reírse de todo y de todos. Se agotan esas interminables horas de discusiones filosóficas sobre lo que tendría que ser de nuestra vida en diez, veinte o treinta años. Se van las noches de salir de fiesta y brindar todos juntos, de bailar hasta no poder más. De reír por reír y de llorar por llorar.

Hay que cerrar los ojos y coleccionar el momento. Este momento en que estamos todos juntos para reírnos de las mismas cosas y respirar el mismo aire, porque se terminan éstos días y mañana habrá que salir al mundo. Al mundo de verdad, al que está allá afuera, al que nos espera más allá de las puertas de esta prepa y de la seguridad del que, hasta ahora, fue nuestro mundo. Hay que decir adiós.

Por eso, hay que cerrar los ojos y coleccionar el momento.





L.R.G.
Lunes, 23 de abril de 2007