Alfredo atraviesa del brazo con Paul la calle Providencia. A pesar de tener edades similares, Paul se ve un poco más roñoso y desarreglado.
Al otro lado de la calle, Paul guía a Alfredo para entrar en el segundo local de la esquina.

Alfredo
Señor, ¿Le gustaría…?

Paul
(Interrumpe) negro, muy negro. Dulce, pero no tanto; y dos cigarros.

Alfredo
¿Me dijo dos cigarros, señor?

Paul
Sí, dos cigarros.

Alfredo
¿Alguno que prefiera?

Paul
(Lo piensa) Sí, el primero bien suave y profundo; y el segundo más fuerte y que raspe.

Paul no se había dado cuenta, pero sus manos parecían confundírsele entre el cigarro y la oreja de la taza. Tomaba el cigarro con la mano derecha y no tenía problemas; pero su mano izquierda carecía de habilidad para sostener el café.

Paul
¿Señor, acaso no notó que soy diestro?

Alfredo
No señor, no lo noté.

Paul
A, pues bien.

Paul no mira a Alfredo, pero lo siente –incómodamente- al lado suyo. Éste no sabe qué hacer.

Paul
(Intentando hacer entrar en razón a Alfredo) Me traerá otra taza entonces…

Alfredo
¿A qué se refiere señor?

Paul
A que necesito una taza para diestros y un cigarro para zurdos.

Alfredo
(Confundido) Voy a ver qué puedo hacer señor.

Pasan dos segundos donde Alfredo mira atentamente la mesa, hasta que se le ocurre cómo ayudar a Paul. La taza que está a la izquierda la pasa a la derecha, y el cenicero que sostiene el cigarro, lo pasa a la izquierda.

Alfredo
Señor, su cigarro para zurdos y taza para diestros. ¿Algo más en lo que le pueda ayudar?

Paul
Sí, ¿tendría usted el diario de hoy?

Paul está desesperado, no sabe cómo ingeniárselas para sostener tantas cosas entre sus manos. Se le caen los suplementos del diario, da vuelta café en la mesa, e incluso, apreta el cigarro con sus labios para alivianar una mano, pero se quema.

Paul
Es inconcebible el servicio que tienen ustedes en esta cafetería. No sólo prejuician las habilidades motoras de cada cliente, sino que también se ríen de sus discapacidades.

Alfredo
No le entiendo señor.

Paul
Me faltan manos para sostener el diaro, o no se da cuenta que tan sólo tengo dos.

Alfredo
(Reflexivo) La culpa de eso la tiene el diario. Deberían pasar las noticias por la radio también.

Paul
El diario no tiene nada que ver con la radio.

Alfredo
(Irónico) ¿Y el café con su cantidad de manos? (Pausa) No se ofenda, pero sepa usted que acá se vende café. Ahora bien, si usted lo prefiere con cigarros y diario, pues debe ser lo suficientemente hábil como para arreglárselas.

Paul
(Irónico y desafiante) ¿Cuánto cree usted que le voy a dejar de propina ahora?

Alfredo
No tiene por qué dejarme señor, yo no trabajo acá.

Paul
¿Y quién es usted?

Alfredo
El tipo que le ayudó a cruzar la calle y lo sentó en este lugar.