Pasé la noche entera
pelando el diente.
Blancanieves encocada,
atada de pies y manos,
balbucía a mis espaldas:
Culo menos, culo menos...
Ni el escape de gas,
ni la visita al museo etnológico,
ni la monja que vino a mear,
ni todas las historias perdidas,
consiguieron sonsacarte
aquello
que nunca me contaste.
No hagas eso en mi sillón,
supersocorro.
Te odio cercanamente tanto
como odio a los hipermétropes
y ahora toca el estribillo:
«Culo menos, culo menos»
Supersocorro, chim pom.
El año que viene
prometo quererte de veras,
aunque seas ecologista,
va en serio, supersocorro.
En la cama de mi nuevo piso,
sacabas la lengua
como una modelo de tendencias suplente,
te creías tan sexy,
pero a mí me parecías un poco esnob.
Culo menos, culo menos.
Supersocorro, chim pom.
La gente se despliega,
sí los puedo ver,
desperdigan millones de semillas,
bajo los árboles.
Culo más, piensa en Pepe...
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