SU SUEÑO ERA TENER UN BARCO Y NAVEGAR
Carmelo vivía en un pequeño pueblo de montaña donde la pobreza reinaba en la mayoría de las familias del lugar.
Su mejor amigo, además de vecino, era Salvador. Compartían la misma edad. Salvador sabía que el sueño de su amigo era tener un barco, y también sabía que era muy tozudo y estaba convencido de que conseguiría tener lo que quisiera.
A diferencia de él, lo que más deseaba Salvador era tener riqueza.
Pasó el tiempo. Con su paso la amistad se hizo cada vez más fuerte a pesar que pasaban menos tiempo juntos por sus obligaciones cotidianas pero se sabían como hermanos.
Los caminos de la vida les llevaron por suertes diferentes.
Salvador consiguió lo que siempre había querido, pero su inteligencia siempre la tenía ocupada en conseguir más y más riqueza. Había perdido la perspectiva que de joven le dio el ser pobre, cuando veía de lejos el bosque. Ahora estando en él, no se acordaba tanto de sus humildes orígenes. Cuando Carmelo cumplió los cuarenta años, su amigo quiso regalarle un magnifico barco. Éste no lo aceptó, quería ganárselo por méritos propios.
Siguieron pasando los años dando consistencia a su amistad que tenía la base de un grueso árbol curtido en miles de tormentas, en infinidad de soplos de vientos, en cantidad de cambios de estaciones.
Un día, al cumplir Carmelo los cincuenta hizo llegar a su amigo una invitación en la que le ofrecía una cena acompañado de toda la familia. Salvador al llegar a casa de Carmelo quedó fascinado por el magnífico barco que estaba junto a la casa. Lo felicitó efusivamente incluso bañaron pequeñas lágrimas en los rostros de los dos amigos al verse uno al otro tan felices.
La cena fue todo un éxito, luego el anfitrión enseñó el barco y por último los dos amigos se quedaron en él mientras el resto de las familias entraban de nuevo en la casa.
- Carmelo, ¿Cómo viviendo en un pueblo de montaña has hecho que te traigan hasta aquí este increíble barco? No lo entiendo.
- Querido amigo, hoy por fin voy a hacer realidad mi sueño.
- Pero si el mar esta muy lejos y tú siempre decías que tu mayor ilusión era tener un barco propio para navegar en él.
- ¿Y quien ha dicho que esta noche no pueda hacerlo?
- ¿Quieres explicarme cómo?
- Te invito. Túmbate aquí conmigo, vamos a navegar por el mar de la noche, con la luz de la Luna y la sonrisa de las estrellas.
- Me parece muy bien, pero un barco es para navegar por el mar.
- No has entendido nada amigo. Hoy disfrutaré de mi barco, de mi logro. Mañana, si quiero navegar por el mar, continuará allí abajo, pero seré yo el que elija si quiero o no.
Aquella conversación hizo que Salvador cambiase su perspectiva. En cuanto pudo delegó la mayor parte de su trabajo y empezó a disfrutar de su tiempo libre y de sus seres queridos.
Comprendió que los grandes logros no tienen por qué imitarse sino inventarse para uno mismo, para su crecimiento y satisfacción personal. Como hombre inteligente entendió que aquella última lección había sido la más importante.
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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ
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