La calle 24 estaba demasiado oscura aquella noche.
La casa de Mani estaba a unas manzanas solamente.
Mani quería pasear, dijo a Gabriel que ella iría andando hasta su casa.
El caso era, que Mani creía saber donde estaba, era la calle 24, la calle de siempre, pero en verdad, estaba más oscura de lo habitual.
El cubo de basura bajo la farola, eso no estaba siempre en la calle 24. Y esa cabina de teléfonos tampoco.
¿ Es posible que no estuviera en dicha calle ?
Mani se aproximó al inicio de la misma, en una de las fachadas que la componían, se veía claramente el cartel con el número 24.
El barrio era el suyo ó al menos eso creía Mani, ¿ Y si no lo fuera ?, ¿ Y si Gabriel se equivocó y la dejó en otro lugar creyendo que era su barrio ?
¿ dónde la dejó en verdad Gabriel, cuándo dijo que quería dar un paseo y llegar a casa andando ?
Mani se había dormido en el coche, Gabriel la despertó casi entrando en el barrio, Mani puntualizó que deseaba seguir a pie, la noche invitaba a ese paseo.
Ahora, se encontraba en una situación un poco apurada, si era la calle 24, su casa estaba unas manzanas más allá realmente.
Sólo tenía que continuar y llegaría hasta la misma.
Pero ¿ Y si no lo era ?
Aquello no sonaba muy bien, eran las tantas de la madrugada y en verdad, Mani se encontraba sola, vagando por lo que parecía su barrio y una calle que creía conocer muy parecida a la calle 24.
Pero ¿ Por qué entonces, se le hacía tan dificil, el ver aquella calle, cómo la calle que debería de ser en verdad ?.
Mani empezó a tener miedo, ese lógico miedo que se apodera de una persona, cuando cree verse perdida en un lugar, que no es el que en verdad creía que podría ser.
"Dios mio, estoy empezando a divagar yó sola, continuaré esas manzanas y estaré en casa pronto.
No sé el por qué narices estoy tan asustada.
He hecho este recorrido cientos de veces, aunque eso sí, siempre de día, ¿ Por qué se me ocurriría la estúpida idea de ir andando sola a casa ?
¿ Y qué hago si no estoy en mi barrio ?
No tengo más solución que continuar hasta llegar dónde pienso que está el edificio de mi casa.
Que estúpida parezco, cómo si fuera una recién llegada a la ciudad y a este barrio. Si me vieran Gabriel y los otros, ¿ qué pensarían de mí en verdad ?".
Mani cruzó otra calle, debería de ser la número 25, observó el letrero, no era la número 25, era la 28.
"¿ La 28 ?, pero ¿ en qué maldito barrio me has dejado Gabriel ?".
Ahora si que se encontraba perdida de verdad, la siguiente calle a la 24 era siempre la calle 25, pero aquí era la 28, la pregúnta era, ¿ dónde estaban las calles número 25, 26 y 27 ?.
Mani debía de continuar hacía delante, seguir como si aquella calle dónde se escontraba ahora mismo, fuera la 25 en verdad.
"Eso es, debo de guiarme cómo si fuera una brújula. Qué bien me vendría ahora una de ellas. Sabría de sobra si estoy ó no en la dirección correcta. Bien, continuaré en lo que créo que es mi dirección realmente.", dijo.
Según iba avanzando lo que la rodeaba se le iba haciendo más y más desconocido, llegó un momento de no saber en verdad dónde estaba.
Lo que si era cierto, es que no era su barrio, aquello no podía ser su barrio, ni siquiera de noche, su barrio era diferente.
No había un alma a la redonda. Pensó: "Si al menos hubiera un coche de policia, ó algún agente cerca. Pero no había nadie. Estaba completamente sola y lo peor de todo, completamente perdida en la noche.
De pronto, delante de ella apareció alguien, estaba sentado en la acera, su cabeza miraba hacia abajo, Mani, no sabía que hacer.
Por una lado quería acercarse y preguntar dónde se encontraba en verdad. Por otro lado, no se fiaba de aquella sombra sentada allí.
La cabeza se elevó y la miró. Sus ojos relucían bajo la farola. Sí, estaba bajo una farola y sus ojos brillaban como los de un felino en la oscuridad.
Era un hombre con pinta de mendigo, su arapienta vestimenta así se lo hacía ver a Mani.
El hombre sonrió, sus dientes también brillaban, no eran unos dientes de mendigo, estaban cuidados y relucían entre medias de la oscuridad y la luz de aquella farola.
Mani, estaba aterrorizada, no se podía mover del lugar dónde se encontraba, no era capaz de dar un paso hacía ningún sitio.
Quería hablar, preguntar, pero sus palabras parecían cómo si se helaran en su boca, no era capaz de hacerlas salir.
El hombre, dijo: "Hola, pequeña".
Mani, seguía intentando articular alguna palabra, parecía como si su garganta estuviera vacía, al igual que el vacío que sentía en sus fuerzas para abrir la boca y decir alguna palabra.
Por fin, las palabras empezaron a fluir, "Yo, yo creí ... creí que estaba en mi barrio, pero no es mi barrio, estoy perdida ..."
El hombre la miró con sus ojos brillantes, pareciera que la estuviera penetrando con su mirada, analizando desde esos lumínicos globos que relucían de esa manera tan especial.
" ¿ Perdida ?, no, en verdad no estás perdida Mani". La dijo.
"¿ Cómo ha dicho ?, ¿ que nombre a dicho usted ?, ¿ Cómo, cómo sabe mi nombre ?".
EL hombre la respondíó: "Porque no estás aquí, porque te hayas perdido pequeña, estás aquí porque te debías de encontrar conmigo esta noche".
Mani empezó a sentir un terror en su interior, ahora si que tenía miedo de verdad, el miedo inicial al desconocimiento de una persona, no tenía nada que ver con este miedo que sentía ahora y que iba empezando a ahogar lo más profundo de su propio Yó.
"¿ Cómo que tenía que encontrarme con usted esta noche ?, Yo no he quedado con nadie, sólo necesito llegar a mi casa. ¿ Puede usted ayudarme, por favor ?".
"Mani, en verdad, ya estás en casa, pequeña", a partir de ahora, deberás hacerte a la idea de que vas a vivir en un nuevo lugar".
"¿ Qué? ¿ Pero que esta diciendo?, ¿ Oiga, usted está bien?, No parece que haya bebido, pero desde luego lo que está diciendo no tiene mucha lógica".
"No estoy bebido, estoy perfectamente y tiene mucha lógica Mani. ¿ Sabes por qué te digo todo esto ?, creó que aún no te has dado cuenta de ello. En el fondo en muy lógico que creas que estás perdida. Este lugar es una recreación de tu barrio, del sitio que te es familiar. No quisimos que te sintieras en un ambiente extraño y desconocido."
"¿ No quisimos ?, ¿ quién ademas de usted, está detrás de todo esto ?, ¿ Qué quieren de mí ?".
"Mani, has muerto en la vida terreste. Yó soy un enviado, que te ayudaré a encontrar la luz que te falta para llegar a tu nuevo hogar".
"¿ Muerto ?, ¿ Pero que está diciendo ?, usted, está loco de verdad, necesita un médico realmente. En fin, ¿ Sabe como puedo llegar a mi casa?, porque si no lo sabe , seguiré el camino hacía abajo, en esta misma dirección".
"No irás a tu casa por ahí, pero si deseas probarlo, ve. Yo te esperaré aquí. Volverás a mí. Soy tu única luz. Te perderás en esa soledad, pero volverás atrás hasta llegar a mi de nuevo".
"Hmmm, eso lo veremos, no volveré para hablar con un loco vestido con arapientos, ni loca vamos. Adios, señor misterioso".
"Tú misma, hasta dentro de un rato, Mani".
Mani comenzó a moverse en la dirección que le había dicho a aquél hombre, de vez en cuando volvía la mirada, no estaba segura de las intenciones de el mismo.
La parecía tan extraño lo que la dijo, "¿ muerta ?, ese hombre está loco", pensaba en su interior al tiempo que movía su cabeza de un lado al otro.
Mani llegó a una nueva calle, miró el cartel de la misma, no había numero.
Continuó calle abajo, tratando de alcanzar la manzana que la faltaba para llegar al edificio donde se encontraba su casa.
Iba emocionada y decidida a encontrarse con éste. Estaría en su hogar muy pronto, lejos de esa soledad que la acompañaba y de aquél hombre.
Por fin llegó, la calle que debía de estar a esa altura que Mani calculó, no estaba. En su lugar, se encontraba de nuevo en la calle 24.
Mani, miró varias veces el cartel, alucinaba mirando ese número, un número de calle que había pasado al menos hacía treinta minutos.
Comenzó a andar, hasta que se encontró de nuevo con aquél hombre sentado en la acera.
"¿ Usted de nuevo ?, no, no puede ser, yo le dejé a usted atrás hace un buen rato, al igual que la calle 24."
"Mani, no le des más vueltas, tu destino está al lado mio, quieras ó no, estás muerta fisicamente, esto es un preámbulo a tu nueva dimensión."
"¡ Nooo, no yo no estoy muerta, no estoy muerta, estoy viva, me siento viva !, ¿ pero que locura es ésta ?, ¿ Por qué están haciendo ésto conmigo ?, soy muy joven para morir".
"Mani, la muerte no conoce edades, sólo llega cuando tiene que llegar".
"Y, ¿ cómo se supone que he muerto ?, ¿ a ver ?.
"Tu amigo Gabriel, se salió de la carretera en una curva, estaba cansado, no le eches la culpa. Tú ibas dormida, has muerto en el acto".
"Y ¿ cómo se encuentra Gabriel ?, no está muerto, ¿ verdad ?, sino estaría aqui con nosotros, ¿ no es cierto ?.
"Si, asi es, pero no tardará mucho en venir, está en la UCI de un hospital, le queda poco tiempo para reunirse con nosotros. Le estoy esperando también a él."
"¿ Gabriel también ?, Dios mio, y empezó a llorar ....
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Las horas empezaron a pasar, Mani se empezaba a aburrir, aquél hombre había bajado la cabeza de nuevo, se diría que es cómo si estuviera durmiendo, ó tal véz, estuviera en trance con el otro lado ....
De pronto a lo lejos, Mani vió una figura que avanzaba desde la calle 24 hacía ellos.
El hombre levantó la cabeza y dijo: "Tú amigo Gabriel llega a la cita puntual".
Mani se le quedó mirando, ni siquiera había hecho acto de observar más, para saber que era Gabriel el que se estaba acercando. A ella le costaba trabajo entre aquella oscuridad, el poder apreciar quién era en verdad.
Cuando Gabriel estaba a la altura de ambos, el hombre se dirigió a éste: "Hola Gabriel, ¿ preparado para afrontar tu nuevo destino ?."
Gabriel dijo: "Mani, ¿ qué estás haciendo aquí, también tú ?", y dirigiendose a quién le hizo la pregunta contestó: "Si, estoy preparado ...".
"Gabriel, Yó estoy muerta, como tú. El accidente, ¿ recuerdas ?".
"Si Mani, lo siento mucho, esto no debería de haber pasado, bebí un poco más de la cuenta, me dormí en aquella maldita curva, el coche, el coche ...".
"No pasa nada, tranquilo, ahora estamos juntos para siempre, ¿ no es así ?", alegó Mani, cómo en una pregunta, mirando al hombre.
"El hombre dijo: "Eso sólo lo vereis cuando llegueis a dónde se juzga a los recién llegados ... bien se hace tarde, debemos partir ... seguidme ...".
Ambos empezaron a caminar detrás del hombre, perdiéndose en la noche, sus cuerpos fueron desapareciendo de aquél barrio ficticio, un barrio que se fué evaporando, según ellos lo iban dejando atrás ...
Escrito por Carlos Them
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