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Inicio / Cuenteros Locales / Talion / El lobo, el alacrán, la ardilla y la salamandra

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Hace algunos años, en una tierra llamada “síganme” existía una sociedad de animales. Cada animal tenía sus funciones propias dentro de esta sociedad en donde la combinación de las diversas habilidades eran sus fortalezas, vivían bien, tenían seguridad, familias, trabajos y muchas otras cosas que animal alguno jamás pudo soñar tener de forma individual. Así pues existían los animales políticos, los animales estudiantes, los animales militares, los animales periodistas y tantos otros.

Pero como siempre sucede existen los “casos raros” y el pueblo de “síganme” no era la excepción.

El lobo era un animal solitario, rara vez se le veía en el pueblo de “síganme”, era, según otros animales decían, un animal a medias, un flojo que no se interesaba en el trabajo ni en el progreso del pueblo, un loco que solo miraba la luna por las noches y se ocultaba durante el día. El alacrán no era muy diferente, y así mismo la gente de “síganme” no tenía una opinión muy distinta ni más alentadora de la que se hacían del lobo. El alacrán era el único amigo del lobo y este a su vez del alacrán, se puede decir que se entendían bastante bien, el lobo solo aceptaba la compañía del alacrán, y a este último solo el lobo se acercaba. Un aspecto del lobo y el alacrán que los hacia similares y que a su vez les valió el odio generalizado de los animales de “síganme” fue su “espíritu asesino”, los animales del pueblo aprendieron a convivir, ya fuesen depredadores o presas, los herbívoros se alimentaban con plantas y los depredadores no se los comían, ¿entonces como sobrevivían los carnívoros en “síganme”?, la respuesta es simple, solo devoraban los cadáveres y, como todos sabemos, en una ciudad resultan ser muchos por día, en cambio estos 2 amigos no, ellos vivían fuera de “síganme” y cazaban a cualquiera que se atreviese a salir de la ciudad.

Se puede decir que ambos tenían una extraña amistad, una amistad libre de palabras y de silencios, otros creían, y en cierta manera el lobo y el alacrán también, que era una amistad peligrosa, el alacrán sabia que el lobo siendo un depredador y un animal más grande podría matarlo en un mordisco furtivo antes de que el pudiese hacer algo, a su vez el lobo sabia que el alacrán siendo también un depredador y un asesino nato podría clavar su aguijón algún día e inyectar todo su veneno en el, pero esto es solo una de las tantas cosas que la gente de “síganme” jamás entendería, porque después de todo la relación entre ambos era mucho más que solo eso.

Mientras más se conocían más se parecían, eran tan parecidos, tan similares, tan solitarios.

Un día el lobo no quiso levantarse, el alacrán, nervioso como siempre, le pregunto que le sucedía, pero el lobo dijo no saber, por lo que ambos podían ver era algo jamás visto en animal alguno, sin embargo el alacrán entendía, pues el podía sentir lo mismo. El lobo dijo: “te quiero alacrán y eres mi único amigo, pero ya no quiero ser como tú ni ser quien soy…”, el alacrán lo dejó terminar y respondió “te entiendo lobo, si bien yo desearía ser como tu, ya no deseo ser quien soy, y en cualquier caso cada vez somos más parecidos al punto de sentir lo mismo…”. El lobo miro al alacrán con su expresión de costumbre, o así lo hubiese creído cualquiera, sin embargo el alacrán sabía que esta vez era diferente, los dientes del lobo y su expresión de furia lo mostraban amenazante, sin embargo sus ojos eran los del amigo a quien tanto conocía, los ojos de tristeza que solo el alacrán podía entender. El alacrán se volteó completamente hacia el lobo quien ya estaba en cuatro patas, el alacrán levanto su aguijón en una postura de ataque y con la misma sonrisa nerviosa que tanto gustaba al lobo, ambos se detuvieron en esa posición unos momentos mientras un intruso cuervo los espiaba desde lo más alto de un árbol.

El lobo y el alacrán, con la precaución de que el espía del árbol no los oyera, susurraron al unísono “hasta otra vida amigo” y en un movimiento centellante y casi invisible para el cuervo el lobo mordió al alacrán mientras este curvaba su cola e inyectaba su veneno en el hocico de su amigo, casi tan rápido como sus movimientos ambos cayeron al suelo, el cuervo no tenia duda alguna y emprendió vuelo a la ciudad de “síganme”. Los animales no parecieron interesarse o sorprenderse mucho por la noticia del cuervo, pues siempre vieron a estos amigos de esa manera, como asesinos. La opinión de la salamandra y la ardilla fue distinta, ellas pensaron y así lo hicieron ver, que el alacrán y el lobo bien merecían una tumba, más que mal aunque no fuesen del pueblo eran animales como ellos. El alcalde de “síganme” sabía que vendrían pronto las elecciones, y con objeto de asegurar votos accedió a las peticiones de la ardilla y la salamandra. Un grupo del pueblo, con el cuervo como guía, partió a la búsqueda de ambos cuerpos, sin embargo y para sorpresa de muchos, al llegar encontraron algo diferente, algo jamás visto, era el cuerpo de un animal completamente desconocido, si bien se parecía un poco al mono era indudable que no lo era de forma alguna. Los animales se encontraban cansados y desconcertados, pensaban en que el cuervo les había mentido y el lobo o el alacrán solo habían tomado la vida de otro de tantos, de un animal que no conocían ni les importaba. La ardilla se acerco al cuerpo y pudo ver en este extraño animal lo que eran los ojos del lobo, sin decir palabra alguna miró a la salamandra quien podía oler el veneno del alacrán en la piel de este animal, entonces dijeron, no importa que sucediese con el lobo y el alacrán, este es un animal que no conocemos, pero sigue siendo un animal como nosotros y debemos enterrarlo. Los otros animales se mostraron confusos, pero no presentaron objeción alguna. Luego de que la tumba fue cavada, el animal puesto en ella y su cuerpo estuviese tapado por la tierra, uno de los animales preguntó “¿qué nombre le pondremos a su lápida?, no sabemos que animal es”, todos pensaron por unos minutos hasta que la ardilla dijo “la salamandra y yo podemos darle la única letra distinta y común de nuestros nombres, le llamaremos D”, los otros animales pensaron unos momentos, luego el cuervo dijo “puesto que veníamos a buscar al lobo y al alacrán cuando encontramos a este animal, quizás debiésemos utilizar los nombres de ellos también”, los otros animales estuvieron de acuerdo, fue así como bautizaron por primera y ultima vez, en una lapida de madera, a este extraño animal como “Aldo”, con la promesa muda de que ninguno volvería a mencionarlo ni contar a nadie en “síganme” el hallazgo del que fueron objeto ese día Jueves de Octubre...

Texto agregado el 04-05-2007, y leído por 845 visitantes. (0 votos)


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