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Y quién diría que el otro día cuando ví aquella perrita… Ella estaba sentada en la acera del parque mirando a la gente pasar. Parecía desorientada, pero estaba limpia; tendría un año, no tenía pinta de perro abandonado…
Cuando pasé a su lado me olisqueó y se levantó como si me conociera. Yo no le hice mucho caso, para no llamar más su atención. Pero ella empezó a seguirme.
Cuando entré a la tienda a la que iba, se quedó sentada en la puerta, al lado del cochecito para niños. Tardé un poco en salir pero aún así ella seguía allí. Me fui por el lado contrario para intentar evitarla, pero al girarme la volví a ver corriendo, abriéndose hueco entre la gente. Me siguió todo el camino de vuelta. Cuando llegamos a casa, intentó entrar conmigo, aunque no la dejé. Antes de cerrar la puerta, como me daba mucha pena, me quedé mirándola un rato en el que me rogó, dándome la patita, tumbándose y haciendo ruiditos. Finalmente tuve que irme dejándola en la calle, pues mi madre no me deja tener animales en casa.
Una hora mas tarde, cuando mi madre llego a casa comentó que dentro del portal había una perrita pequeña, que ella pensaba que se abría perdido. Y era lo mas lógico. A la mañana siguiente cuando salí de mi casa para ir al instituto la perrita estaba allí dormida. Al cerrar la puerta de mi casa se despertó y saludó nada mas verme. Yo no le hice caso, pero al irme, ella me volvió a seguir. Como no quería que viniera con migo al instituto, la encerré en el portal y me fui. Al salir del instituto, me dirigía a casa con Alberto, cuando vi en la acera de enfrente a una perra que se parecía a la que me estuvo siguiendo, a medida que nos acercábamos se me parecía más, hasta que supe que era ella cuando se me quedó mirando y moviendo la colita. Vino todo el camino a casa con nosotros. Cuando llegamos a mi portal, le pedí a Alberto que la llamara para que no entrase conmigo en el portal, pero por mas que Alberto lo hacía, ella solo me miraba a mi con carita de pena para que la dejara entrar. Pero no la dejé.
Esa misma tarde había quedado con Alicia en un parque cerca de mi casa. Pero antes de salir, miré por la mirilla para ver si la perrita aun seguía en la puerta, pero no estaba. Así que salí. Sin embargo al abrir la puerta, allí estaba ella, tumbada junto a los telefonillos. Cuando salí, se levantó y como siempre, me saludó. Como sabía que me iba a seguir, yo misma le dije “vamos a buscar a Alicia”.Cuando ya llegamos al parque donde había quedado con ella, la perrita empezó a correr. En principio pensé que habría visto a su dueño, pero entonces vi que a quien había visto era a Alicia. Y la saludó con más cariño que a mí en estos días. Nos sentamos en la terraza de un bar a tomarnos una “coca cola” y la perrita se quedó con nosotras, sentada junto a mi amiga. De vez en cuando Alicia le acariciaba la cabecita, y cuando lo dejaba de hacer, la perrita se ponía de pie apoyando las patas sobre sus piernas, para llegar asta su mano y empujarla como pidiéndole que siguiera. De esta manera hizo unas cuantas cosas más, las cuales a Alicia le recordaron a su perra, a la que tuvieron que sacrificar hace un año. Después, nos despedimos y nos fuimos cada una a su casa. Cuando me di cuenta, vi que la perrita no estaba a mi lado. Así que pensé que se abría ido con Alicia, pues parecía que le caía muy bien. Cuando llegué a casa la llamé, pues tenía curiosidad por saber que había sido de aquella perrita. Pero me dijo que no sabía donde estaba, que con ella no se había ido. Me pareció muy raro, que de repente se fuera después de haberme seguido durante dos días, supongo que habría encontrado a su dueño. Pero qué cuento más bonito sería si la perrita fuese el recuerdo de la perra de Alicia, que después de un año viniera a despedirse de ella; pues cuando se estaban despidiendo, la perrita no tenía fuerzas ni para mirarla. Imagínate, que gracias a mi, el recuerdo de la perrita de Alicia se hubiese reencontrado de nuevo con ella y así logró despedirse para siempre.

Texto agregado el 04-05-2007, y leído por 85 visitantes. (1 voto)


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