A medida que pasan las horas, su respiración es más vigorosa, recupera el habla, reconoce a su gente.

Quisiera creer que las manos de todos ustedes y de todas ustedes, con sus palabras tejiendo hilos de fe, están logrado crear la delicada trama de un milagro.

Por todo ello, por el cariño demostrado y por la mística puesta al servicio de un llamado casi desesperado, gracias, muchísimas gracias.

Este informe abarca sólo unos cuantos latidos, espero que los próximos pongan en vereda la esperanza...