Era una noche más, una fiesta en donde acudiría alguno que otro amigo, gente desconocida que poco atractivo tenía para mi, podría ver algún pije del barrio alto acompañado de una polilla de esas que tempranamente sale en la TV, quizás un productor de pacotilla de Vía X, un animador de los reality que cargan coca y éxtasis, tal vez un afamado comentarista u opinólogo de farándula que me despierta todos los días a las 08:00 am en punto, o un futbolista nacional abrazado a una modelo de papel, etc, pero más atractivo para mi era pasar una noche divertida, sapeando, cuchicheando incluyendo un exquisito buffet y bar abierto.
Felipe iría conmigo a la recepción, se aprontaba a lucir su última adquisición en Milán, un traje sastre hecho a medida por un diseñador sofisticado y gay, sus zapatos de cuero de cocodrilo que ni Mandraque el mago se osaría vestir, más estaba convertido en un top model, que va, un sex symbol, con la camisa entreabierta mostrando los mostachones que había logrado después de tanto rasurarse el pecho, unos bíceps que había moldeado en el gimnasio del pedófilo elegante Spiniak y un aroma a la esencia más fina comprada en el Alto las Condes, su reloj Cartier con brazalete de oro blanco, comprado eso si en la cuneta del Barrio Patronato.
Debo mencionar que iba vestida, muy bien vestida, con un traje de alta costura confeccionado por la costurera de la esquina, con mostacillas y rococós, brillantes y transparencias que hacían notar mi abultado esqueleto sabiendo disimular el rollo chocolatero que me negaba hacer desaparecer ni con Pilates ni Yoga ni con algún Baño Turco de la cuadra, no encontré el raso de color turquesa, mi color favorito, tuve que comprar raso amarillo, que para el que me conoce sabe bien que ese color me hace ver ojerosa y más pálida de lo que soy, bueno pero es lo que había, ni hablar, colorete en las mejillas, labios rojos carmesí, más bien parecía debutante que una chica inteligente y sofisticada, mis zapatos eran de gamuza, taco fino y alto con la punta bien afilada llana a dar un buen puntapié por la ra… sólo a quien se lo mereciera eso si...
Buenísima la música el DJ Sergio Lagos, pobre, su fama lo llevó a tocar fondo, conformándose con poner música en fiestas de alta alcurnia en donde existía la remota posibilidad que alguien le brindara un trago.
Habían dos salones uno con música de los años 80 y otra con Rock alternativo, más yo me quedé en la de las reminiscencias de los 80, Toto, Escorpión, Phill Collins, Led Zepellin, Pink Floyd, Chicago, etc. etc. sólo música de afuera ni siquiera algún rock latino como los Soda Stereo, Git, Los Enanitos Verdes, Virus, que se cho…
Entre brindis y bailes, conversaciones al oído, que no se trataba de otras cosas que copuchas y pelambres, un dedo toca mi descubierto hombro al que le quedaba un toque de bronceado adquirido en el famoso Resort Pingueral, octava región Chile, por si algún día quieren disfrutar de lo que sea….entonces me giro con aire de diva a lo Cecilia Bolocco, o Kenita Larrain y ohhhhh….. que ven mis ojos un cuentero de www.cuentos.net el afamado Wara, pero que hacía él en esta fashion party, mi asombro era caballo, estaba acompañado de Newen, Curiche, trotsski, Nikova, Arianna esta vez sola (ex placebo se quedó en casa cuidando a los niños) y la negra chilena, convertida en una verdadera charra, portaban sogas y pancartas querían montar un tendedero de letras para ilustrar a los estrechos de mente que sólo veían las páginas sociales de El Mercurio, ¿más que resultado podrían tener!!!!
El ché Wara saca de la funda (no una metralleta) una guitarra y comienza a entonar una canción de los Jacha wara grupo étnico famosísimo en los tiempos de la dictadura, silencio absoluto, rostros enardecidos, semblantes casi al delirio, la furia se veía venir, agentes de seguridad a los James Bond, gritos y pifias, opacaron el rasgueo de las cuerdas, los sacaron a todos de un ala, con viento fresco, empujones y tironeos, en el piso una cartera repleta de textos de todos los cuenteros,(la dueña era Nikova) más que podía hacer yo, ocultarme, llorar, reir, acompañarlos… recogí las hojas del piso, una por una y comencé a repartir historias, cuentos, relatos, poemas…. noches sin dormir, horas en el teclado, kms. de distancia….pero nada la suerte estaba echada ni un mínimo atisbo de curiosidad, ni pestañeo, cuicos de mierda me dije para mis adentros…. la noche seguía y al parecer yo ya no pertenecía a las letras….
Tragos iban y venían, creo que me entró agua al bote, a lo lejos vislumbro una silueta fantasmagórica, estaba soñando o los margaritas, drambuis me estaban haciendo efecto, me acerco tambaleando, mi copa cae, me restriego los ojos (ojos en tinta por la mascara de pestañas), y lo veo a él, el desgraciado que me hacía sufrir por largos 10 años, como tanto!!!!! esta noche no era la mía!!!!
Decidí marcharme, no podía enfrentar ese añoso ex amor, en las afueras mis amigos cuenteros esperaban algún medio de locomoción, no se daban a la idea que el Transantiago no pasaba por el barrio alto, los invité a subir a mi Tronco móvil y a pasar las penas en algún villorrio, bar o antro de la perdición, más el brillante Newen asiduo visitante de recuecos y bares del pueblo nos indica seguir camino a La Piojera.
Desatamos un gran Tendedero de Letras dentro de La Piojera, de punta a cabo, las trenzas de cebollas y ajos adornaban cada historia, el caldo humeante, los perniles de chancho a pedir de boca, los arrollados huaso, el vino navegado, las cebollas en escabeche y el gran cacho de cabra (ají no confundir), brindamos y disfrutamos cada segundo, los comensales agitados por tanta algarabía se deleitaban leyendo cada historia, amigos de todos los países latinos y europeos que nos enviaban sus creaciones, estaban con nosotros, con el pueblo chileno y la fantasía de Letras sin fronteras.
Con cariño. |