Hace dos años que no la he visto. Lo que en realidad es un decir, pues una que otra vez me he topado con ella, pero he preferido ocultarme de un modo torpe y un poquito ridículo por algún temor arrastrado del pasado (creo que ella ha hecho lo mismo al verme).
Un día de tantos otros, mientras me dirigía a casa,
pensando en quizás quien sabe que cosa, en el vagón del metro y apoyada del mismo pasamanos estaba la Maria, esta vez no pude ocultarme. Estábamos demasiado cerca. Sin hablar ni media palabra bajamos en la misma estación donde bajábamos siempre y caminamos directamente a mi casa. Dormimos juntos, creo que esa noche ella lloro, o al menos eso me parecio . A la mañana siguiente y sin aun esbozar ni media palabra, habiendo pasado la noche como otras veces y después de tanto tiempo, al fin pude hablar y preguntarle como había estado, si recordaba lo ocurrido, no respondió. Al rato se marcho, yo preferí comer una sopaipilla en el carrito de la esquina, creo que esta vez quien necesita huir soy yo...