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Cada vez que lo abro, cierro los ojos, en realidad esperando poder solucionar todo. Absoluta y completamente todo. Cuatro gotas, seis veces al día y si quiero más es porque lo necesito, entonces las tomo. Pero es que ya van dos años de estar bebiendo a gotas mi tranquilidad y la única tranquilidad que siento es la de estar haciendo algo para alcanzarla y aún así no hago nada. Si, aunque no creas, la paz no me va a llegar con estar sosegada. La quietud mental va trayendo impetuosamente una ola majestuosa de barullo. Silencioso, pero a su vez recio como una legión de ideas y sucesos locos, tan disparatados que ya no importan. Ya no logran despabilar este reposo no deseado, pero tampoco repudiado.

Es proporcional, por cada gota que pasa, mas fuerte y mas persistente es mi cuestionamiento, e igualmente insoportable mi desbarajuste. La fe en el liquido comienza a disiparse y pienso que si hubiera tenido la fuente de la juventud frente a mi me hubiera bañado con la tranquilidad como me bañaría en la ducha de mi casa, sin esperar nada, como ahora me tomo estas gotas que me mantienen igual de abrumada ante lo evidente.

Ya me pidió que dejara de temblar la pierna con aquel nerviosismo que me esta haciendo doler el pecho y esta llegando a modificar el piso por no decir desbaratar la mesa. Alcanzo el gotero, abro la boca desde antes de destaparlo, para creer que el aire también me regalará su esencia que no se aún para que quiero, lo destapo y comienzo a beber ese brandy con imaginación que viene con una musiquita irónica que me pone en plan de idiota durante cuatro segundos, cuatro gotas. Sigo siendo yo, sigo sosegada. Lo cierro lo guardo y me pregunto lo que pasará luego.

Desde la décimo cuarta madrugada del año que comencé a tergiversar mi vida, bueno talvez no mi vida, sino mi voluntad. Además que cuando lo pienso, esto comenzó desde antes. Es decir, todo lo que he hecho hasta el momento, lo he hecho porque lo deseo, porque lo quiero, porque sino no hay otra cosa que hacer. Quiero poder juzgarlo yo misma, no puedo negarlo yo misma. Eso es lo que pasa; tomo esta postura para todo lo irrelevante, solo para lo irrelevante. Estoy convencida, más que convencida de que quiero hacer las cosas, pero no lo estoy. Lo que no es importante, se fortalece al multiplicarse todas las pendejadas y comenzar a plantarse ante mi paso como una serie de túmulos que me entretienen, desvían, divierten hasta en un momento torturarme. La verdad es que no se que es lo que es.

Diez gotas. De repente se me van seis de más, pero es que las necesito, no fue un accidente. La naturaleza sabe porque hace las cosas, pero no estoy segura de si sabe porque estoy yo acá. ¡Qué rápido ha pasado todo! Pero aún así no puedo pensar en la eternidad que sería si continúa pasando, a pasos tan lentos que una procesión se reiría a carcajadas de aquellos momentos.

Lo sé. Ya lo he oído mil quinientas veces, sino es que más. Lo tengo claro, más claro que el vidrio de mi ventana que acaban de limpiar con afán y obsesión. Por dios, que lo entiendo, pero es que simplemente no lo sé. Otras dos gotas, solo para quitar la ansiedad, prometo que mañana dejo de sentir esto. Mañana dejo de: comer chocolate, tomar compulsivamente agua mineral, hablar por teléfono, salir por las noches entre semana, dormirme de madrugada, sentir esta desgana y finalmente hacer un gesto de amor por mí, tanto que lo exigí de él y yo no puedo tenerlo por mi misma.

¡Qué cómico! Mujer con voz fuerte y energía desbordante. No es posible que lo siga sintiendo tan apaciblemente con el paso del día de cada sol. Nunca, nunca, nunca en mi vida entera he temido pararme y expresar mi sentir. Tan natural brota de mí gritar a los cuatro vientos mi credo, que ahora que resguardo en el silencio no puedo hacer otra cosa más que tiritar, no tiemblo porque la energía se muere. Es como una montaña rusa, en un momento siento que puedo cambiar el mundo, todos menos yo, y al otro instante estoy tirada en mi cama tiritando, no tiemblo porque la energía es escasa. Me cargo y me recargo, me muero y revivo sin poder dar un paso para vivir sin desasosiego.

Texto agregado el 02-05-2007, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


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