Lo persigue algo o alguien. Se le está desfigurando el rostro. Bota espuma amarillenta por la boca. Camina a tientas, parece que no ve, los ojos azules huyen de las cuencas, una pelota blanca reemplaza a cada uno. Está sufriendo un ataque de histeria, de paranoia, de psicosis, o de las tres juntas. Le vino una taquicardia en cada uno de los cinco corazones. Viene desesperado, fuera de si, busca ayuda, de seguro. ¿Cómo ayudarle?, su jerga es incomprensible. Se encontró con alguien igual a él, si se puede decir igual. A este ya lo habían coronado con espinas, y no le pudo alivianar la carga, ya cargaba con su propia cruz. Como ellos dos existían muchos mas, hijos todos de un padre científico, o maniático. Daba pasos con pies de plomo, cada vez más lento hasta que su propio peso le ganó. Cuando cayó al piso, fue visible la gangrena que le carcomía el brazo izquierdo. Una sección de la cabeza se apartó voluntariamente, de allí salieron diminutas figuras, parecidas a él aunque no tan horribles. Otros muñecos nacieron en diferentes partes de su cuerpo. Se llevaban las manos a la cabeza y gritaban, mientras corrían en círculo. De lo poco que quedó se oyeron suplicas, era notable el sufrimiento, parecía que lo único que deseaba era algo de tranquilidad. Las siluetas reaccionaron, violentamente pasaron sus rostros cómicos a rasgos maquiavélicos. Tomaron palos y piedras, atacándolo con vehemencia. Lo destruyeron por completo. Se subieron y siguieron gritando, y dando vueltas, aunque esta vez parecían alegres. Pisotearon hasta dar forma a sus restos, y les dieron por nombre, universo. |