Pedro, un joven con grandes sueños pero ninguno realizado, se vio afectado por la enfermedad del amor, lloraba noche sí, noche también, y en cuanto a sus mañanas; las solía pasar sólo con su desayuno; el medio día sentado en una mesa para uno; y las noches las pasaba jugando al solitario durante todas las horas que su enfermedad quería. Pues Pedro fue una persona muy social, pero el amor, le volvió una persona huraña, el amor, solía comentar, “Debería de servirse en una pastilla y con sus respectivos prospectos, pues tiene muchos efectos secundarios, que yo sepa; insomnio; depresión; melancolía; rabia; odio y un largo etcétera.”
Pedro pensaba que podría curar su enfermedad crónica, buscando esa cosa que siempre le había dicho su padre que buscase, Pedro sabía que su enfermedad era hereditaria, pues su padre la sufrió, su abuelo también, y así sucesivamente, hasta llegar a la Edad Medieval, donde su ante pasado el Caballero de la Nube Dorada, Fernando el Corto, fue maldecido por un malvado trilero. El maleficio fue lanzado porqué Fernando el Corto hizo un injurioso comentario del trilero, llamado Odio, pues Odio con toda su maldad lanzo su malvado conjuro, dejando a Fernando y a todo su descendencia con el mal de amores.
Fernando consiguió romper ese maleficio, pero sin embargo fue pasando de generación en generación, Fernando el Corto se liberó de aquel mal, con una puerta mágica, aquella puerta era dorada como el pelo de su amada, hermosa como la tersa piel de su amada, y jolgoriosa como su amada, al pasar por la puerta, Fernando comprendió como vencer su mal de amores, guardo la puerta mágica en su casa y fue pasando de manos en manos, así rompiendo lo que Odio dejo en sus vidas.
Pedro buscó por todos sus recuerdos, pero jamás pudo encontrar esa puerta, pues sabía lo que era, pero no como, comprendió que viviría eternamente solo, su obsesión por curarse le hacía cada día más loco, se asustaba cuando una mujer se le acercaba para pedirle la hora, comenzaba a sudar cuando alguna amiga suya le pedía bailar con él, Pedro acabó cerrándose en su mundo y evadió todo sentido de vida ajeno al suyo.
Pedro, cada noche subía a la terraza. Y comenzaba a llorar, lloraba con la Luna, pues ella sabía lo que era la soledad, aunque pensaba que la Luna tenía millones de amantes, pero no era así, la Luna vivía para el Sol, esclava de la humanidad, Luna a veces hablaba con Pedro, ahogaban sus penas a la luz de millones de cotillas azulados, Luna una vez le quiso invitar a salir, pero Pedro siempre se mostraba reacio, pues sabía que Luna sólo tenía un amor y que también estaba enferma como él. Pedro, se hizo muy amigo de Luna. Un noche inesperada, Luna invitó a Santa Pena, Pena era un ángel, un ángel con mal de amor, Pedro nada más verla se enamoró locamente, Pena también se sentía atraída por Pedro.
Las noches pasaban, Pedro y Pena no sabían como amarse, Luna les quiso ayudar, pero Pedro sentía que Santa Pena no estaba totalmente enamorada de él, Pues una noche a escondidas, Pedro escuchó hablar a Pena con Luna, Pena hablaba de su novio San Alegría, Alegría era el ángel más bello y gracioso de todo los cielos, Pena iba a dejar la relación con Pedro e iba a irse con su novio, para siempre, Pedro al enterarse de aquello, decidió volar al cielo y llorar por toda una eternidad.
Pedro al subir al cielo, comenzó a sangrar lágrimas de tristeza.
Ahora cuando pones oído, puedes escuchar su lamento en tu cabeza.
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