Tu voz
otrora sueño enjaulado
en el alma sin márgenes
un mundo adentro del mundo
el esconderse en tu cabello húmedo
descansar mi respiración en la tuya
despertar mi voz en la tuya
sofocar tu boca de niña
Mis manos reconociendo tu rostro
dulce, pero casi desvanecido
Recordar al atardecer
mientras
tras las torres
el cielo se incendia implacable
y tu alma truena amplificada
en el silencio de la mía
El paseo por los parques
hundiéndose en la hojarasca
con el verso engrillado
pausado
sin apuros
sin trenes que esperar
pues no han de venir
pues aún no se han montado los rieles
no existe la estación
y el cielo se incendia
mientras los animales van a dormir
¿Cuándo ha de ser el día
que uno deje de encandilarse?
¿Cuándo ha de ser el día
que te deje naufragar en mi memoria?