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Inicio / Cuenteros Locales / LUeIZA302 / TIEMPO i FUERA

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Por avenida Alameda camino palpando el minuto húmedo para poder limpiar las manchas del rostro. Es que se ha perpetuado en él una pena inmensa, sin presedentes en el registro lagrimal de mi estructura. Me es difícil mirar el espejo puesto que es ese mismo rostro que sonrió tanto, y a tu lado, las tardes de diciembre (abril, julio, agosto, octubre, junio, mayo, febrero, septiembre, enero, octubre...).
Ando vagabunda sobre el asfalto de la ciudad. Los pies no tocan el suelo que tanto te exige, que tanto te suplica sin miedos a que no le des de tí. No es que me asuste, no es que me agrade, pero qué más da. El andar se ha convertido en algo insípido, sin razón de ser, como que el tiempo lo arrastra y transforma en tranquilidad moribunda.

...Cómo escondo este par de alas rotas y las suelas de mis botas cansadas de caminar... dime acaso a dónde vas ahora que no estoy, dime acaso a dónde voy ahora que no estás.

La lluvia suena sin vergüenza por todos lados y por sobre el asfalto se resvala queriendo memorizar cada poro del gélido gris... tan frío como la nostalgia que me bebe, que me mastica.
Te extraño. Tanto que el alma no respira, tanto que los ojos arden. Me haces falta. Tanta que me embriago cada día con la pena que tengo, con la sangre que de los brazos brota, con la ediondez que mi pieza emana, con lo sosa de mi ropa. Me secaste el corazón, de a poco, lentito, asi como el tic tac de tu reloj, asi como la gotera de mi baño roído por el sarro, asi como.... como sólo el tiempo sabe que fue.


Pareciera que la gente me conoce, me observa y se dedica, pero no temo, ya no. No preguntes dónde voy, no cuestiones la forma de caminar ni la cara que me puse. Todo es por el hecho de haber sido yo. Todo es a causa del adiós.
No bebo, no me rajo – tanto – los brazos, no como por comer, no me corto el pelo con rabia, ya no hablo... sólo fumo. Esa es mi droga: la nicotina, los libros y el inglés, el estres que me invade, las desmedidas horas trabajólicas bajo mi lámpara; el agua vencida de la botella, de esa botella, la de litro, la que compraste, la de agua mineral sin gas.
Mis pies. Ahora moribundos y fríos por la escasez de tu calor , siguen el compás de la improvisación irracional canonisada por la costumbre y la rutina. Ya no tienen ganas de andar. Se encuentran ajados y se pierden entre las calles de por acá. Entre las callejuelas de por allá se han de extraviar. En las veredas de acullá se van a rajar.

Este amor no me permite estar en pié porque ya hasta me ha quebrado los talones...

El semáforo está en rojo, me detengo empero sólo porque de no hacerlo la gente se escandalizaría, los autos pitarían, la ambulancia llegaría y vería a mi madre llorar... Y no quiero, asi que obligo a mi cuerpo a frenar: hay mejores formas de morir. Bessere Weisen bestehen, um zu sterben.
Escucho una y otra vez el sonido de los motores, montones de latas cubiertas de números negros, piel amarilla y choferes que no te miran, no te hablan, no te tocan. También están las blancas, esas que tienen la línea verde y donde te atiende una máquina que pita cuando pasas y otras color mora con letrero electrónico indicando la dirección de tu perdición, asi como tantas más.
Montones, cientos de círculos negros girando y espantando el agua del cemento. Luces, luminosidades que muestran las gotitas salpicar y los techos que suenan, esos techos de zinc extintos y apagados por los monumentales rectángulos inscritos sobre el cielo gris.
“i love you for many reasons“ suena en mis oídos, en mis archivos tronando una y otra vez. Lo bailé contigo, abrazada como se aferra el náufrago a su balsa, como la guagua se cuelga a la teta, como el pulmón a su oxígeno, tal viejo con su bastón... quería que lo notaras, que me sintieras, que me miraras, me susurraras. Encendí velas y te pedí me acompañaras a seguir el compás de Denver, sentía el deseo de respirarte y tragarte por la sangre y no sólo aquéllas veces, sino que siempre.

...y retumba en mis oidos el tic-tac de los relojes y sigo pensando en ti y sigo pensando...

Verde.
Todo se activa de nuevo. El tráfico humano golpea mi cuerpo de reacción tardía, de pena llena, de dolor clavado y atino de pronto como encendiendo el no se qué que hay dentro para volver a andar. Empiezo una vez más.
Del pelo cae agua, húmeda sensación cubre la frente y los hombros. Es que empesó a llover así derrepente, de improviso – como cuando de pronto me pongo a llorar – y no tenía paraguas, esa cosa que te pones sobre la cabeza para evitar que la lluvia te toque.
Nunca antes estuvimos juntos en navidad, pero esa vez sí. No me había sentido tan feliz en ninguna navidad anterior, no había sentido aquella razón por la que celebramos junto a quienes amamos. Me encantó verte ahí a mi lado, abrazandome tan dulce como lo hacías, hablandome al oído, riendo conmigo, mi tierno amante... llévame de aquí a un mundo lleno de colores y corazones, a un lugar, en el que podamos regalonear y darte la luna, el sol, y las estrellas... “I took your words and I believed in everythng you said to me...“
Y tengo pena, pena de que me pierdes, pena de que me matas, pena de que me aplastas. Lloro como niña y esta lluvia que me empapa el cuerpo y esta pena que inunda el alma.
De mis ojos cae la misma lluvia, la misma pena que me sigue noche y día, llenando los silencios, inundando mis libros, rasgando, torturando lo que queda de vida. Me persiguen, atestan cada lugar tus recuerdos, todo absolutamente todo me lleva a tu imagen, a tu voz, a tu olor, a todo lo que te rodeaba y no puedo hacer nada. Quiero escapar, huír de mí, parar el tiempo, borrar la memoria para no sentirte mas...
Tic... tac... suena tu reloj
Me vi en el centro escarbando tiendas e interrogando una y otra vez a quien pronunciara “¿La atienden?“. Nunca entendí por qué, pero los relojes (sobretodo los de cuero café) me recordaban a tí, por eso junté plata varios meses antes de navidad y envolví ese que ahora llevas puesto. Fue toda una odisea encontrar el que se ajustara a mi bolsillo y a tu gusto. Gracias a “dios“ te encantó tu reloj y desde que te lo pusiste, de tu muñeca, nunca más se soltó.
No se de dónde vengo ni por qué voy. Supongo que haré detener algún cuadrúpedo metálico y amarillo para irme a la casa. De seguro llego y me boto al colchón, volteo el rostro a la pared, lloro y acabo por dormirme.
Me detube para encender un cigarro, el viento apaga la llama, por eso cubro con la mano.
Succiono.
Siento la nicotina dentro.
Exhalo y avanzo a esperar
Esperar que el tiempo pase es poco a comnparación de lo que seguir esperándote cada tarde significa. Sí, como tierna e ingenua niña aún te espero o al menos creo estar haciéndolo. Te veo entrar por cada puerta, te siento llegar en cada paso que siento a mis espaldas, creo verte en las calles, escucharte hablarme en las noches, siento sonar un celular que ya no existe, que ha dejado de funcionar; siento que el portón de mi puerta se abre y que entras tú con ese caminar único en miles, con tus ojos razgados – tus hermosos ojitos razgados – con tu boquita dulce que tantas tardes - mañanas, noches y días completos – me besó, me susurró, cantó, habló...; miro en las micros por si en ellas andas tú; leo y releo tus cartas como tratando de invocarte, como queriendo conjurar algo que retroceda el tiempo o que te traiga a mí o que me lleve a tí o que me haga olvidarte o que me haga recordarte o que me quite este maldito llanto que me crucifica sin piedad, que me mancha el rostro, que me ahoga, que me hunde y no me suelta.
Más de veinte minutos aquí parada viendo cómo todo sigue humedeciéndose y mi tercer cigarro se extingue. Hace más de un mes que mi teléfono móvil no funciona. No porque la compañía lo haya cancelado o porque yo lo haya querido dejar de usar. Fue la rabia, la pena que me hizo tirarlo a la pared con tanto coraje que se hizo mierda. Hace una semana que no sonaba y el corazón se me hizo picadillos, más de lo que ya se había hecho. No pude aguantar y con la estampida del alma en hielo, el brazo, se convirtió en un lazo desdibujado, borroso, furioso que arrojó el artefacto al sólido y de paso desató la tormenta huracanada en mi rostro.

Pareciera que se me seca la boca...
y pareciera se me quemara la boca...
y se me raja la boca...
se me quebra la boca...
asquerosa la boca...
Me quedé tiesa mirándote... las manos ya no se tocaban... los ojos a rebentar tormenta, el pecho impaba sin cesar ¡cállate! ¡No lo digas más por favor! ¡no! ¡¡no!! ¡¡NO!!, te amo, te amo.... me ahogo, me falta el aire, el mundo se acaba, todo gira, todo rueda sin sentido... ¡me pierdo!.
El corazón empesaba a quebrarse, despedasarce con un condenado dolor que afectó las piernas, las manos, los pechos, la razón, el pelo... toda entera me desmoronaba y el tic tac que no se detenía y nada que dijera, nada que me dejara, nada que abofeteara, nada.
Rompí en llanto, nunca supe si el mundo entero me escuchó, pero en ese minuto me importó bien poco. Tenía el corazón hecho mierda, la herida había sido a quemarropa y nunca me dijeron que no existían analgésicos para eso. Lloraba descontrolada, hipaba sin cesar y mi boca tiesa sin nada que pudiera declarar trataba de mostrar el amor que quedaba, repetía una y otra vez No ; la carmínica e indomable desición de los ojos a seguirte cautelosa y diminuta... herida y desolada... sin fuerza para corretear el amor... puto amor.
Ya no pienso. Sería espanto y no verdad que me atreviera a sonreír. Cada noche volteo el rostro a la pared creyendo haberte olvidado, sin embargo con la luz del sol se me olvida que te olvidé –...“Se me olvidó que te olvidé“... – y las micros que me traen y llevan cual errante, y el mundo que ya no es mundo ni espacio.
No me pregunte dónde he dejado la vida... la he perdido por ahí entre edificios y calles sin saber cuándo, sin saber por qué.
...“cómo gasto papeles recordándote, cómo me haces hablar en el silencio, cómo no te me quitas de las ganas“...
Me mataste, quebraste mi mundo, eliminaste mi primera ilusión, mi primer amor, mi primer sueño; borraste todo para colocar en su lugar la penumbra
Y se llena de sombras, todo se oscurece y creo entumirme de melancolía. Congelarme de manchas escarbadas. Me escarcho de imágenes. Me mata el tic tac.
El sonido del motor me trae a la “vida“, llego como no queriendo llegar. He pensado en desaparecer... las cosas se pierden en medio del viaje... sería una más... perdida yo en medio de un recorrido.
Hablo con el silencio haber si encuentro respuestas. En la casa ya no hay nadie, la gente que aquí vive se pierde en el tiempo. Sólo reconosco el rastro de cada cual, es por eso que ya no me sienten, no me reconocen, no han visto el rostro que me he puesto al espejo. Ya no dejo rastros ni migas, no ensucio, no duermo, no vivo...

...cada vez se hace mas duro ser feliz... me sigue rodeando la sombra de tí, me siguen rodando por ahí, todas las palabras que dijimos y los besos que nos dimos, como siempre hoy estoy pensando en tí...

Fijo a la pared los ojos, asimilo las porosidades que en su color crema hay. Nunca me había dedicado tanto a observar las paredes de mi pieza. No están pintadas, están forradas por un seudo papel y recubiertas con las fotos que en ellas pegué... recorro las imágenes y me topo con las tuyas, en las tuyas donde me tines a mí, embobada, enamorada, ilusionada, sin idea de lo que hoy pasó, lo que hoy me atreví a hacer.
Golpié tu puerta, embuelta en nervios, ansiosa de lo fatal. No estabas, habías ido “a la esquina, por que no había pan, pero pasa“. Siempre me recibieron bien.
Esa era mi oportunidad, la cobardía me llamaba con una propuesta apetecible: huir y hacerlo todo en silencio, escaparme, ya no era necesario, lo dicho dicho estaba y ahí quedaba, nada que hacer, nada que aclarar, pero no podía, ya no.
Vi espanto en tu rostro, sorpresa, dudas, chocante mirada extraña... rara. No dije mucho. Hola... disculpa que no te haya avisado, pero me voy... me voy y quería despedirme. Decirte que... bueno, tu sabes que en realidad... Cuidate. No vuelvo, ya no. Asi que eso. Toma, te traje esto... no lo veas si no quieres... porfa no me olvides. Y me fui. No quise que me acompañaras porque me sentiría peor de lo que ya me siento.
Miro tus ojitos. Me conquistaron de apoco hasta que ya no pude contra ellos. No puedo acercarme a mirar, ya no. Ahí están los muñequitos, esos que me hiciste, que me regalaste, tus pepeles escritos y pegados a mi pared, el dibujo de tí que tanto me gustaba, que tanto me gusta mirar.
Sí, una nota en blanco no diche mucho, tampoco una llena de explicaciones asi que opté por ir a buscar hierbas... sí, boldo, matico, menta, congona y canela... las envolví y te las heché en un sobre por si en la vida te faltaba anestecia... compañía... ahí estaría la “plantita“...


...Mis días sin tí son tan oscuros, tan largos tan grises mis dias sin ti...
mis dias sin ti no tienen noches si alguna aparece es inútil dormir, mis días sin ti son un derroche las horas no tienen principio ni fin... tan faltos de aire, tan llenos de nada...
pateando las piedras aun sigo esperando que vuelvas conmigo, aun sigo buscando en las caras de ancianos pedazos de niños, cazando motivos que me hagan creer que aún me encuentro con vida, mordiendo mis uñas, ahogandome en llanto, extrañandote tanto...

Archivos... sonidos... música...“It’s only a kiss“... miradas... besos.... susurros.... ilusiones... sueños... silencios... noches... las olas... tus abrazos... tu mano pintada junto a la mía... tu risa...
...Mi canelita Mi azucarita Mi linda Sara Mi tormentita huracanada Mi santa clara No vo'a dejar que te pise ninguna cosa rara Vo'a prender las velas pa' que no te pase nada...
... todo se oía en mi mente... todo recorria mis venas infectadas.


No pude más. Fueron tres meses de tortura, castigo innecesario para el cuerpo anoréxico, para los pulmones intoxicados, para los brazos rajados, para los ojos secos y el alma despedazada. Tomé mi veneno favorito y se lo dí a beber a las venas, me recosté aquí en mi pieza, en el lugar de nuestros momentos y de mi infinita soledad. Me quedé mirando las paredes mientras la noche se tragaba la luz, mientras la gente que aquí vive dejaba su huella por las calles y mientras tú venías en busca de la receta para mis plantas...


Los perros ya no ladran... tus ojos no me hablan...

Texto agregado el 30-04-2007, y leído por 169 visitantes. (1 voto)


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