Se acabaron los besos en la ciudad y todo el mundo lo hecha de menos. Se quedaron tus manos en mi piel y tu barba rasmillando la cintura. Te desubicaste, hombre mortal y pensante, tipo puntual, cabelludo e insignificante. Te prefiero como te prefiero, vuelvo cuando quiera pero soy un postre.
Mírame como amigo, muérdeme, descascárame, prefiéreme, eme, M.
Me gustaron tus manos que hablan de ti como el a – típico baboso fértil, inocuo y fan. De mí o de todas. Te provoco. Me caen bien tus ojos verdes y tus dientes que no muerden, tus habladurías y peripecias.
No hay de mí para ti, me dejaste plantado y te dejo plantado -animal ardiente- inconciente pulsión de sentidos, amarga saliva, estoy prohibida para ti. Sí, podrida, ida, ¿da? ¿Ah?.
Son las 19 y tengo ganas de 19.
Se te acabó el agua y ahora te empapas de ganas. Disfrútame en mi ausencia o en mi presencia. Haz lo que quieras pero sigue haciéndolo. Está todo bien, no tienes por qué morderme. Retrátame, píntame o disfrázame. El problema es que me querías comer y tuve que huir -por ahora- hasta después de almuerzo.
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