Me gusta volver cuando la aurora marchita
ahonda firme entre los vericuetos de tu alma.
Y volar y cantar! al son de los segundos del reloj
Ser libres y autónomas nuestras convicciones
nuestros deseos más profundos, sueños y esperanzas
descritos en la aurora boreal de un nuevo encuentro
en la iracunda soledad atestada de una vieja compañía
enferma del cáncer del olvido y los versos asesinos
implacables, oportunos... salvadores...

Me gusta sentir que la vida nuevamente es una sola
y que los pájaros inocentes por naturaleza
vuelan hacia mi ventana y no la dejan ir.
Me distraigo con mis ambiciones, y desde lejos
puedo oler la siguiente parada con el pecho
sentir la brisa con el alma, y mis ojos
videntes desde la cornisa de mi cama
se sumergen en aquellas aguas del destino
donde todo parece más real, más sencillo...

Me gusta a veces aproximar mis sensaciones
y solo a veces, invocando los versos más escondidos
puedo construir tal castillo de arena indestructible
tan grande como el aura que ahora mismo me mantiene de pie
tan imponente que es visible desde tu alcoba
donde quizás las aguas turbulentas se calman
y dejan espacio un momento para enloquecer.

Se hace tarde, viste?
los laberintos del tiempo han sido apresados
y sin darnos cuenta el reloj a girado
tanto como la historia que hoy nos contamos
lo necesario para entender que si nuestras almas se conectan
no habrá segundero que resista a tal dilatación del tiempo
y por fin, entre pausas y espasmos de la realidad
volvamos a nuestro origen,
y sin más preámbulos, con la frente en alto
despeguemos firmes, sinceros…
ahora si podemos volar.