Hace ya unos siglos, había una tribu que vivía en un árbol gigantesco que les daba de todo: comida, agua de lluvia, hojas para hacerse ropa,… Así que se olvidaron de bajar y, mientras todo el mundo evolucionaba, siguieron vistiendo igual y con las mismas costumbres.
Un día, subió una columna de humo gigantesca que no les dejaba respirar. Cuando desapareció, muchos animales estaban enfermos. Los jefes de la tribu, asustados, se reunieron para acabar con el problema, pero no sabían de que forma.
Dos días más tarde, apareció de nuevo el humo, pero con un color más oscuro. El árbol y los animales enfermaron. Incluso algunos de ellos murieron. Los jefes mandaron bajar a los guerreros más guerreros, a los sabios más sabios y al hechicero para que averiguaran la procedencia del humo.
Al bajar, encontraron un mundo muy extraño, con gente que se desplazaba dentro de cajas de hierro. Además llevaban unas ropas extrañas que no parecían hojas. Era una tierra muy extraña con una gente muy diferente a ellos, pero decidieron hablar con ellos para solucionar el problema.
Les dijeron que el humo provenía de las fábricas de la ciudad y la única manera de que se acabara con él sería tirar la fábrica. Pero eso era malo para la gente de debajo del árbol, que trabajaba de ellas.
Pero cuando todos creían que no había solución posible, el hechicero mandó bajar su libro mágico de hechizos. En él había un hechizo que convertía el humo y la contaminación en caramelos, chocolate, chicles, y todas las cosas ricas que podáis imaginar.
Así, las fábricas siguieron funcionando, desapareció la contaminación, se curaron el árbol y los animales, y todos los niños del lugar se hartaron de caramelos.
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