Hace muchos siglos, existió un reino cuyo rey, Gustavín III, daba a sus ciudadanos todo lo que necesitaban. Todos en el país lo querían por su amabilidad.
Pero no todo era felicidad en aquel lugar. La hija del rey, la princesa Siempreseria, tenía un gran problema. No reía jamás ni era capaz de expresar sentimiento alguno. Su padre le compró todas las colecciones de películas de dibujos animados, hizo actuar a los mejores payasos del mundo tan sólo para ella, e incluso contrató las mejores y más divertidas cadenas de TV,… pero no sirvió de nada.
Un día le hablaron de un reino que podría tener la solución: el País de los Cuentos, donde reinaban cuatro príncipes. El rey hizo llamar a cada uno de ellos, los cuales acudieron gustosos.
Después de una semana de viaje, los príncipes llegaron al palacio y se reunieron con el rey.
Más tarde, visitaron a la princesa, que les esperaba en el salón principal. Toda la gente del reino fue a presenciar aquel gran acontecimiento. ¿Serían capaces los príncipes de alegrar por una vez el rostro de Siempreseria?¿qué era aquello llamado cuento?
El primero en mostrar sus cuentos, el príncipe Luis Carroll, le regaló Alicia en el País de las Maravillas. El siguiente fue el príncipe Carlos Perrault, que le ofreció La Cenicienta. Por último, los hermanos Jacobo y Guillermo Grimm, que le obsequiaron con Caperucita Roja y Hansel y Gretel.
Todos creían que iba a ser imposible que la princesa cambiara de actitud. Pero, de repente, la niña comenzó a gesticular. Unas veces, sonreía al pensar en la casa de chocolate de Hansel y Gretel. Otras veces, su cara se entristecía, al descubrir lo malvadas que eran las hermanastras de Cenicienta,… Pero lo mejor de todo, la cara de sorpresa de la joven al descubrir la gran cantidad de tesoros que encierran los libros.
La noticia llegó a todos los reinos del mundo, y los príncipes del Reino de los Cuentos los visitaron uno a uno. De ese modo, todos los niños del mundo descubrieron los cuentos y ya no hubo ningún momento de aburrimiento.
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