Inicio / Cuenteros Locales / drakul / LA CUARTA CAMILLA
Que mala puntería la de ese sujeto, pensó. Le parecía imposible que hubiera errado el tiro a esa distancia.
No pudo abrir los ojos y trató de incorporarse a pesar del peso infinito que sentía sobre su cuerpo.
Recordó como aquel sujeto, mirándole fijamente a la frente había puesto el cañón del revólver a dos o tres centímetros justo entre sus cejas. No entendía como pudo haber fallado si él escuchó, de eso estaba seguro, la detonación del arma. Ya resolvería eso más adelante, se dijo sin escuchar su voz.
Supo que era imposible levantar el peso de su propio cuerpo y haciendo un esfuerzo más que sobrehumano, sólo pudo abrir los ojos.
Como si su espalda estuviera adherida al techo con algún pegamento, podía ver desde arriba una amplia sala de paredes forradas con baldosín blanco y hacia la izquierda tres camillas en acero inoxidable. Intentó sonreír al recordar esas historias que sus amigos, sicarios también, relataban sobre alguien que estando al borde de la muerte se veía a si mismo sobre la mesa de un quirófano.
Movió lentamente los ojos en dirección opuesta y cual no sería su asombro y terror al descubrir sobre la cuarta camilla su propio cuerpo con un perfecto agujero de bala entre las cejas.
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Texto agregado el 28-04-2007, y leído por 112
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Lectores Opinan |
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22-01-2009 |
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Un texto, una idea recurrente, se intenta sorprender al final, pero esas ideas recordadas (topos uranus) se presenta inexorable. Creo que le falta un ingrediente extra para que no se pierda en el mundo de los textos ya conocidos y comunes. cachuli |
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