Rene, Michel, Daniel, Azul, Ámbar, Eli...
Mi sol, mi luna, mi noche... porque no tengo la certeza de que estás bien, no quiero que estés aquí. ¡Pero no es por ti! Es que yo no puedo con esto. Y no es falta de amor, es todo lo contrario: no quiero que sufras, no quiero que llores, no quiero que padezcas dolor, no quiero que nadie te critique, ni te hiera, ni te toque para hacerte daño. Y decidirlo me asfixia y me destroza, me tortura, me sume en el desprecio, el dolor (porque duele) y la desesperación...
A veces se necesita más amor para renunciar que para estar juntos.
El mundo es agrio, triste, difícil. Hay guerra, hambre, injusticia... existe la fealdad, la humillación, la avaricia. Existe el pecado y la desolación. Existe el mal y la amargura. Hay cosas buenas, pero yo no te merezco. Donde vas a estar es mucho mejor (estás sin mi). Tengo el dolor apretado en el pecho y en las entrañas. Y aún me falta sufrirlo más, sufrirlo hasta quedar ahogada en llanto, en culpa, en miseria.
Yo no me arriesgaría a no saber cuidarte, a no poder o saber quererte, a no darte todo lo que te pudiera hacer feliz, tampoco podría soportar el dolor de verte mal, incompleto, débil, enfermo, diferente, triste, raro. Tú no mereces esto.
¡No vengas porque dentro de mí no habita el bien! Yo sé que después de esto podré sacarlo para siempre y lo haré por tí y por los otros que tampoco llegaron. Confía en mi. No es maldad, es amor, una forma muy rara de amor pero yo apenas empiezo a entender del amor. Yo no tengo nada que pueda ofrecerte, tampocio tengo nada que pueda salvarte, no hay esperanza, mi amor, no la hay. No vengas porque me puedo quedar sin ojos, sin sangre, sin aliento, sin vida. No me da miedo perder todo eso, me da miedo perderte a ti o perderme y no estar contigo. Sin ti tampoco me sirve de nada todo eso, porque quisiera ser alguien mejor y merecerte.
No vengas porque mi cordura no alcanza para merecerte. Porque mi cuerpo y mi salud tampoco te merecen. Ni mi vida triste y desolada te merece. Ni las largas horas de soledad por las noches te merecen. Ni el descuido con que proveo a mi vida y a mi cuerpo CADA momento te merecen. Yo no puedo controlarme, yo me desgarro, yo me estoy muriendo, yo me estoy matando...
Por eso no soy digna de tenerte, mucho menos de cuidarte. Mi propia vida en mis manos no vale. No puedo arriesgar la tuya a estar en el mismo lugar. Y mi castigo es el silencio y la culpa, la tortura y la muerte.
Mi sol, mi luna, mi noche... Mi pequeño ser, mi pequeño fantasma, mi burbuja, mi pequeño duende, siempre te tendré en mi corazón y nunca te voy a olvidar. Perdóname por no merecerte, por no haber hecho nada para merecerte, por no poder hacer ahora mismo nada para ser digna de tenerte. No pude. No supe. No puedo. No te voy a arriesgar.
Perdóname...
Perdóname...
Perdóname...
Perdóname...
Perdóname...
¡Perdóname! |