Siento el cuerpo pesado en su totalidad, tengo el aliento sucio, desagradable por el cigarro y el fernet, en mi garganta traigo un lince que rasguña las paredes de mi traquea al tragar un poco de leche, que espero ayude a rehacerme. (Veo sin apetito al interior de la nevera, como buscando una cura y es que es un acto involuntario, desde pequeño por mas que ya hubiese comido siempre abría el refrigerador, inspeccionándolo como si se tratase de uno nuevo y que además este contuviese algo que debo encontrar aunque hasta ahora no se muy bien que es).
Vuelvo a la cama, apoyo las rodillas cautelosamente al subirme, ella sigue durmiendo, las sabanas remarcan su silueta, solo ver su espalda desnuda, me provoca tanto placer, deslizo suavemente mi mano sobre su ombligo, voy acercando mi cuerpo como tratando de amoldarme a su postura, esa que no cambio desde el vientre de nuestras madres, delicadamente beso su hombro, aun casi sin luz se denotan los pequeños trazos de una mariposa tatuada, permanezco quieto solo observándola, recordando cada instante anterior a ese mismo y al anterior a aquel, desde que ese ángel me rapto del mundo esa noche para convertirme solo en placer.
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