Ayer le vi.
Le vi, te vi y me vi.
Me vi en su reflejo,
la calle se transformó en un espejo.
Él, el presente,
yo, el pasado
y tú enfrente.
No voy a negar
que sentí una punzada,
una lágrima atrapada,
algún celo rebrotar.
Pero él me dio lástima,
le vi y me vi.
La mirada perdida en la rutina,
las pocas ganas
del que ha perdido la autoestima
y no encuentra la manera,
ni el modo, de quererte
sin perder lo que era.
Le vi y te vi,
con tus pasos cortos
de saber donde van,
y sus pasos largos
de dejarse llevar.
Os vi y no me visteis,
con mis besos almacenados,
mis caricias amputadas,
las ganas enlatadas
y el semen caducado.
Pero con la libertad
de regalarlo a quien
quisiera querer
que le quiera. |