EL CÍRCULO DE LAS HABILIDADES

Camino del trabajo vio de nuevo uno de esos papeles de color pastel enganchado con celo en un semáforo. Estaban por toda la ciudad, los había de color rosa, amarillo, azul.
Como le tocaba esperar que la lucecita de los peatones se pusiese en verde, le dio por leer su contenido. Le sorprendió saber que el sábado habría una reunión de personas que verían juntas la puesta de Sol y que mientras llegara la hora, mostrarían sus habilidades al resto. Pensó: ¿En qué soy buena realmente? Sin haber encontrado la solución se puso a cruzar la calle sin darse cuenta que de nuevo la luz estaba roja. El pitido de un coche le hizo volver a la realidad y de nuevo tuvo que esperar para cruzar la calle ¿En qué soy buena? Se preguntaba una y otra vez.

El sábado, a la hora y en el lugar que indicaba el papel, estaba ella con su mejor sonrisa. Un hombre de mediana edad comenzó a dirigir la original reunión. Primero puso orden, luego pidió a todo el mundo que se sentara en el suelo haciendo un gran círculo alrededor suyo y repartió unas cartulinas entre todos los presentes. El número que figuraba en ellas era en la posición que les tocaba actuar. Ella debería actuar de los últimos, cosa que la tranquilizó.
Empezó todo sin más preámbulos. Un chico muy moreno tocó la guitarra española mientras se acompañaba cual amigos de toda la vida, por su agradable voz.
Después, un lanzador de cuchillos mostró sus habilidades ante una voluntaria y al momento arrepentida muchacha que creo recordará aquel día por lo mucho que sudó. Bailaron, imitaron, hicieron gimnasia, malabarismos, contaron cuentos, recitaron poesía…Y ella empezó a preocuparse porque se acercaban unas nubes muy sospechosas.
Justo cuando ella estaba en el centro del círculo siendo la que atraía todas las miradas, empezó a llover como hacía tiempo no llovía. Corrieron todos a refugiarse a un pajar cercano. Una vez hubieron llegado todos, y como nadie quería irse a casa, decidieron continuar con la reunión. El hombre de mediana edad pidió que hicieran un nuevo círculo y cuando éste estuvo hecho, la llamó recordándole que le tocaba actuar. Fuera cada vez llovía más y ella se encontró rodeada por toda aquella gente sabiendo que tenía que actuar, que decir algo. Muda miraba para un lado, luego para el otro, hacia fuera, mientras, la gente se lo tomó a broma y empezó a alentarla. Ella continuaba muda, sin decir palabra. Se acercó el organizador de dicha reunión y le preguntó: ¿Qué sabes hacer? Ella contestó: Se hacer que llueva.
La carcajada fue unánime, la gente no podía parar de reír, y ella se fue a sentar.
El organizador llamó a la siguiente persona que les deleitó con una mini obra de teatro.
Cuando terminó la gran fiesta, el organizador se le acercó y le dijo: Tú no eres cómica ¿Verdad? Ella no contestó y se fue corriendo.

A pesar de que en semanas sucesivas vio los papelitos de color pastel enganchados por toda la ciudad, no fue a ninguna de aquellas nuevas reuniones.

Sucedió que desde el día en que ella fue a la reunión, dejó de llover y un mes después la gente de la ciudad y de los alrededores empezó a tener problemas de sequía. Estaban casi sin poder suministrar el tan preciado líquido cuando por aquello de las casualidades ella se encontró con el organizador de las reuniones y éste le dijo: Este sábado hacemos otra reunión ¿No crees que ya va siendo hora de que vengas a alguna reunión?
Sí.- Respondió ella- iré.
Aquel sábado estaba de nuevo ella en el centro del círculo y empezó diciendo:

-Hace mucho tiempo, cuando era muy pequeñita, fuimos con el colegio de excursión y de camino hacia el valle donde íbamos a pasar el día, iba cogidita de la mano de una amiga mía cuando nos encontramos con una fuente. Ella me dijo que ya había estado allí, que se acordaba porque su papá le había hecho pensar un deseo antes de lanzar una moneda a la fuente. Entonces yo me acordé de mi papá y de los problemas que estaba teniendo en su trabajo y pedí un imposible antes de arrojar mi única moneda a la fuente. Mi deseo se cumplió, y no sólo eso, puedo hacer que se cumpla ante vosotros. Os voy a hacer reír. Antes de que continuase con su actuación, hubo quien se acordó de ella.
-Haznos reír de nuevo.- Oyó que varias personas le decían.-Haznos reír, cómica. –Sí, os voy a hacer reír, pensó ella, os voy a hacer reír.
El Sol aquel día había brillado con fuerza, no había ni rastro de nubes cuando ella dijo:

-Mi padre era campesino y necesitaba agua para los campos…
-Ja, ja, ja, ahora dirá lo de aquel sábado ja, ja, ja.- Oyó decir a alguien y varias personas más empezaron a reír.
-Es buena cómica.- Dijo otro mientras no podía parar de reír cuando ella muy seria continuó hablando:
-Había venido a haceros reír de felicidad y os estáis riendo de mí pero esta vez no, esta vez veréis y sentiréis mi habilidad. Con mirada seria recorrió los diferentes rostros de los que la rodeaban. Cesaron las risas. Sintió todas sus miradas clavadas en ella. Miró al despejado cielo y dijo:

-Ahora.

Se fue de allí sin mirar atrás.
Nadie sabe de donde salieron las nubes ni la lluvia torrencial que les cayó encima, como tampoco nadie sabe dónde encontrarla.
Desde aquel día, nunca les faltó ni sobró agua en aquella ciudad.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ