Ahí están las mañanas. Siempre, más o menos a su hora habitual. Nunca nos han fallado, aunque a veces no las hemos apreciado lo suficiente.
A veces se han hecho de rogar, en ocasiones ha parecido que no iban a acudir a su cita habitual. Pero al final, sin mucha estridencia, han hecho su aparición. Frías, desoladas, oscuras, radiantes, tristes, nostálgicas, alegres, luminosas, lluviosas … da igual, han aparecido y todo puede seguir su curso habitual.
Y en su brevedad, han sido capaces de despedirse con dignidad, y dar paso al resto del día.
Sí, ahí están las mañanas, que nunca nos fallan.
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