A todas esas que sucumben a los que insisten.
A todos esos que insisten y luego, después del goce, desisten.
A todos los que buscan vender su piel por un puñado de papel colorado.
A todos aquellos que ven, porque quieren ver, un girasol imponente en sus espejos,
frutos del esfuerzo supremo de resistir al reflejo que mató al otro.
A todos aquellos que se ofuscan cuando se les recuerda sus deberes,
aún cuando estos sean deberes que se asignaron solitos y no por obra de su servidor.
A todos aquellos que buscan entrar en mi casa por la fuerza,
por la espada y por la bota,
sin pedir permiso ni respetando a mi madre,
A todos esos
les regalo la promesa de un puño en alto como señal de protesta,
un brazo fuerte y en alto que se levanta protector,
protegiéndote,
protegiéndome
y una palabra
sonora,
cantada al unísono por un coro de voces libres como el viento,
que suene como un rayo en una mañana serena
y que vos, al oírla, te encojas pequeñito en tu poltrona robada,
y mientras aferras el puño de tu potencial verdugo
no dejes de oírla en medio de tu terror demencial...
libertad |