Mamá estás preciosa
le decía aquel niño,
la flor más hermosa,
que me dio cariño.
Que lindo cabello,
negro como noche,
no hay nada más bello,
ni mi nuevo coche.
Dientes como espuma,
alma cristalina,
eres una luna,
mi madre divina.
Cuerpo tan perfecto
te ha brindado Dios,
tienes intelecto
y una preciosa voz.
Madre eres buena,
me das mil abrazos,
yo no siento pena,
si cuidas mis pasos.
Alabando a su madre
se pasó la tarde,
que noble el infante,
digno de imitarle.
Al mirar las manos
de su progenitora,
aquel ser humano,
por poquito y llora.
Estaban quemadas
no sé yo el motivo,
la historia es pasada,
el retrato vivo.
Un niño pequeño,
dormía en su cuna,
aquel apacible sueño,
se perdió a la una.
Unas llamaradas
cubrieron la cuna,
la madre angustiada,
apagó la llama.
Sus manos sirvieron
para apagar el fuego,
y se convirtieron,
en un color negro.
Que valor de madre
como no hay ninguno,
digno de imitarle,
al ir por el mundo.
Muchos no valoran
el amor de madre,
y muchos hoy lloran
porque se fue con la tarde.
Ojalá mi amigo
te sirva el consejo,
dale mucho abrigo,
a tu madre o a tu viejo.
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