Ya no llueve como un ayer
Tenerte era un menester,
Eternamente este fuego se apaga,
Y lentamente mi alma se calla,
No más volveré a ver el polvo,
De la noche, de las nebulosas,
Estrellas moradas se vuelven a apagar,
El cielo llora ante tu crueldad.
No estaré más aquí entre los árboles,
Las nubes se cierran a esta luz
Pena, olvido, oscuridad, temor,
Es fuerte, una vez, el amor,
El alma se apaga, la sangre corre,
La humildad jamás ganada,
La inocencia que fuertemente asesiné
Ya nada queda por detrás.
Deber de olvidar este sentimiento,
De un clavo pesado y eterno
A un atardecer que jamás será,
Y un horizonte, nunca amanecerá,
Solo olvidar el peso de mi espíritu,
El mundo del amor, su constante ímpetu,
La lanza al costado, dolor sin piedad,
Mis lagrimas que nunca secaran.
Esta vida de otra forma brillará,
Mi corazón de otros labios se alimenta,
Entre enredaderas y espinas,
Clavos, martillos y fuertes ligas.
Peso que destruye mi mente.
Ya nada queda por detrás.
Mis lagrimas que nunca secaran.
El cielo llora ante tu crueldad.
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