La noche comenzó a caer de pronto, la oscuridad lo envolvió todo llenando el lugar de inquietud, caminó unos pasos a tientas, con temor a tropezar,
no era la primera vez que hacía ese camino de noche, pero esta vez tenía un presagio que lo inquietaba, comenzó a vislumbrar en la distancia una luz mortecina, que a medida que avanzaba casi a tientas, se hacía más visible, cuando estuvo a unos doscientos metros advirtió una sombra que corría, apuró el paso pero al avanzar de pronto vió
sorprendido que ni el fugitivo ni la luz estaban ya, la
noche total lo envolvió, sintió entonces temor, temor a lo desconocido, un ligero temblor le agitó el cuerpo, su respiración se hizo un jadeo, una jauría de perros de pronto lo sorprendió con sus ladridos, no los veía, solo los oía, comenzó entonces a correr sin rumbo y sin ver, sentía los perros cada vez más cerca, oyó dos disparos cercanos y cayó como alcanzado por los perdigones.
Se despertó mojado de sudor, se vistíó como siempre, su pantalón estaba mordido y tenía como diez agujeros de munición. |